/ jueves 23 de julio de 2020

Elegir entre exponer la salud o volver a la normalidad


“Aunque las personas de todos los ámbitos de la vida se ven afectadas por COVID-19, las personas más pobres y vulnerables del mundo están especialmente en riesgo” (Tedros Adhanom Ghebreyesus - Director General de la OMS)

Desde inicios de 2020 la pandemia de COVID-19 se ha propagado por el mundo. Sabemos que el virus SARS-CoV-2 se transmite por medio de pequeñas gotas expulsadas por personas infectadas al hablar, toser, respirar y estornudar, es decir, tenemos en nuestra contra su fácil propagación, y aun cuando los esfuerzos son titánicos para encontrar fármacos o vacunas efectivas, aún hay mucha incertidumbre. El desarrollo y evaluación de fármacos y vacunas está en proceso. El Director General de la Organización Mundial de la Salud ha enfatizado que, sumado a las medidas que se han descrito para el control de la pandemia, se deben implementar medidas como el rastreo y aislamiento de personas infectadas, lo cual ya sido implementado con éxito en otras ocasiones con otras enfermedades como la viruela, la poliomielitis y recientemente el ébola y COVID-19. Es importante identificar la presencia del virus para confinarlo y poder actuar de manera oportuna con los pacientes, los casos sospechosos, los casos de contacto y la comunidad en la que se localizó. Los excipientes éxitos de las estrategias implementadas en diversos países, reflejan que todo depende del comportamiento y disciplina de las poblaciones de cada región.

Observamos que los casos de pacientes infectados han disminuido en algunos países de Asía y Europa debido a la aplicación de medidas que han demostrado ser efectivas tales como el distanciamiento social, cierres de lugares para evitar aglomeraciones y uso de cubrebocas entre otros. Al mismo tiempo hemos visto que hay rebrotes y aumento de casos en países en los que la epidemia parecía estar controlada. Ante la imperiosa necesidad de retomar nuestras actividades normales, muchos países relajan las restricciones y tratan de implementar estrategias para el regreso organizado y con el menor riesgo posible.

Después de este largo tiempo de confinamiento, la economía se ha visto menguada (ésto representa la principal presión para prescindir del encierro), y después de ver cambiar el color de semáforo en otras entidades del país (a pesar del número creciente de casos); los habitantes de Sinaloa nos vemos obligados a enfrentar el dilema de exponer la salud o empezar a realizar algunas de nuestras actividades cotidianas. Se presentan nuevos retos como son salir a trabajar, trabajar desde casa, cuidar a los niños y no exponer a personas (con riesgo de padecer enfermedad grave) que viven con nosotros.

Las empresas, instituciones y negocios deben implementar y desarrollar protocolos de manera obligatoria para mantener la seguridad de las personas. Las medidas deben incluir lavado de manos, distanciamiento físico, uso de máscaras y caretas. Pero todo esto no será suficiente si decenas de personas andan en las calles de manera normal en centros comerciales, escuelas, lugares de trabajo y transporte público por mencionar algunos ejemplos. Las medidas de intervención resultan ser más baratas y eficientes para prevenir los contagios, pero tienen la desventaja de depender de trabajo y disciplina de los ciudadanos.

La educación y la información son importantes para la toma de decisiones, evitar contagios y reducir riesgos; mientras la principal fuente de información sean notas falsas difundidas en facebook, whatsapp y otras redes sociales en vez de informarnos en fuentes confiables, los contagios seguirán. Es difícil entender como hay personas que creen en vampiros, zombies, reyes magos y el chupacabras y piensan que el COVID-19 no existe. Otros aseguran que se curan con productos milagro, tés, gotas jugos o magia. Algunos aseguran que los termómetros de infrarrojo, matan neuronas, borran los recuerdos, sumen la mollera o dañan a la memoria. También debemos de cuidarnos del exceso de información; lo recomendable es consultar páginas de fuentes oficiales como la Organización Mundial de la Salud, Centro de Control de Enfermedades, la Secretaría de Salud entre otras.

La vida como la conocimos en en mundo ha cambiado y no será lo mismo después de esta pandemia. Es momento de ajustarnos a la vida, aprender a vivir y disfrutar lo que tenemos. No podemos esperar por un fármaco o una vacuna, ni a que los gobiernos lo solucionen, debemos tomar medidas responsables y salvar el mayor número de vidas posible. Las opciones y alternativas que tienen los gobiernos están limitadas y ninguna gráfica o predicción funciona en poblaciones tan complejas como las del contiene americano, tan ricas culturalmente y a la vez tan desiguales. La carrera por obtener vacuna está en marcha y muchos pelearán el crédito y por los costos, los gobiernos deberían asumir que es un bien y un legado para la humanidad y no existe precio en el mundo para pagar eso. Las soluciones están en nuestras manos y debemos de aceptar la responsabilidad. La salud, el futuro y nuestra seguridad de la humanidad dependen de nosotros.

“No importa cuán mala sea la situación, siempre hay esperanza.” (Tedros Adhanom Ghebreyesus - Director General de la OMS).


“Aunque las personas de todos los ámbitos de la vida se ven afectadas por COVID-19, las personas más pobres y vulnerables del mundo están especialmente en riesgo” (Tedros Adhanom Ghebreyesus - Director General de la OMS)

Desde inicios de 2020 la pandemia de COVID-19 se ha propagado por el mundo. Sabemos que el virus SARS-CoV-2 se transmite por medio de pequeñas gotas expulsadas por personas infectadas al hablar, toser, respirar y estornudar, es decir, tenemos en nuestra contra su fácil propagación, y aun cuando los esfuerzos son titánicos para encontrar fármacos o vacunas efectivas, aún hay mucha incertidumbre. El desarrollo y evaluación de fármacos y vacunas está en proceso. El Director General de la Organización Mundial de la Salud ha enfatizado que, sumado a las medidas que se han descrito para el control de la pandemia, se deben implementar medidas como el rastreo y aislamiento de personas infectadas, lo cual ya sido implementado con éxito en otras ocasiones con otras enfermedades como la viruela, la poliomielitis y recientemente el ébola y COVID-19. Es importante identificar la presencia del virus para confinarlo y poder actuar de manera oportuna con los pacientes, los casos sospechosos, los casos de contacto y la comunidad en la que se localizó. Los excipientes éxitos de las estrategias implementadas en diversos países, reflejan que todo depende del comportamiento y disciplina de las poblaciones de cada región.

Observamos que los casos de pacientes infectados han disminuido en algunos países de Asía y Europa debido a la aplicación de medidas que han demostrado ser efectivas tales como el distanciamiento social, cierres de lugares para evitar aglomeraciones y uso de cubrebocas entre otros. Al mismo tiempo hemos visto que hay rebrotes y aumento de casos en países en los que la epidemia parecía estar controlada. Ante la imperiosa necesidad de retomar nuestras actividades normales, muchos países relajan las restricciones y tratan de implementar estrategias para el regreso organizado y con el menor riesgo posible.

Después de este largo tiempo de confinamiento, la economía se ha visto menguada (ésto representa la principal presión para prescindir del encierro), y después de ver cambiar el color de semáforo en otras entidades del país (a pesar del número creciente de casos); los habitantes de Sinaloa nos vemos obligados a enfrentar el dilema de exponer la salud o empezar a realizar algunas de nuestras actividades cotidianas. Se presentan nuevos retos como son salir a trabajar, trabajar desde casa, cuidar a los niños y no exponer a personas (con riesgo de padecer enfermedad grave) que viven con nosotros.

Las empresas, instituciones y negocios deben implementar y desarrollar protocolos de manera obligatoria para mantener la seguridad de las personas. Las medidas deben incluir lavado de manos, distanciamiento físico, uso de máscaras y caretas. Pero todo esto no será suficiente si decenas de personas andan en las calles de manera normal en centros comerciales, escuelas, lugares de trabajo y transporte público por mencionar algunos ejemplos. Las medidas de intervención resultan ser más baratas y eficientes para prevenir los contagios, pero tienen la desventaja de depender de trabajo y disciplina de los ciudadanos.

La educación y la información son importantes para la toma de decisiones, evitar contagios y reducir riesgos; mientras la principal fuente de información sean notas falsas difundidas en facebook, whatsapp y otras redes sociales en vez de informarnos en fuentes confiables, los contagios seguirán. Es difícil entender como hay personas que creen en vampiros, zombies, reyes magos y el chupacabras y piensan que el COVID-19 no existe. Otros aseguran que se curan con productos milagro, tés, gotas jugos o magia. Algunos aseguran que los termómetros de infrarrojo, matan neuronas, borran los recuerdos, sumen la mollera o dañan a la memoria. También debemos de cuidarnos del exceso de información; lo recomendable es consultar páginas de fuentes oficiales como la Organización Mundial de la Salud, Centro de Control de Enfermedades, la Secretaría de Salud entre otras.

La vida como la conocimos en en mundo ha cambiado y no será lo mismo después de esta pandemia. Es momento de ajustarnos a la vida, aprender a vivir y disfrutar lo que tenemos. No podemos esperar por un fármaco o una vacuna, ni a que los gobiernos lo solucionen, debemos tomar medidas responsables y salvar el mayor número de vidas posible. Las opciones y alternativas que tienen los gobiernos están limitadas y ninguna gráfica o predicción funciona en poblaciones tan complejas como las del contiene americano, tan ricas culturalmente y a la vez tan desiguales. La carrera por obtener vacuna está en marcha y muchos pelearán el crédito y por los costos, los gobiernos deberían asumir que es un bien y un legado para la humanidad y no existe precio en el mundo para pagar eso. Las soluciones están en nuestras manos y debemos de aceptar la responsabilidad. La salud, el futuro y nuestra seguridad de la humanidad dependen de nosotros.

“No importa cuán mala sea la situación, siempre hay esperanza.” (Tedros Adhanom Ghebreyesus - Director General de la OMS).