/ domingo 15 de mayo de 2022

El teleférico de derRocha Moya (y) La tirolesa de El Químico

A falta de atractivos marismeños-mazatlecos, porque los que hay están sobre explotados y desgastados por el impacto humano ambiental, a la vista, con la brisa marina y la herrumbre urbana, están los de a vuelo de pájaro desde El Faro a El Valentino, porque no es lo mismo un dron publipropagandístico planeando desde el cielo marismeño-mazatleco, sin que se vean los cauces de las aguas negras al mar, que un teleférico colectivo y una tirolesa individual que, a vuelo de pájaro, los parachuteros, serán superados por los Ícaro del turismo cultural, sintiendo el vértigo con el gusto y el placer del asco desde arriba hacia abajo por el marea-miento ante la magnanimidad contaminante visual de las Torres Altas, donde cualquier Ícaro será un clavadista tirándose de panzazo en la alberca Olivera, simple y marismeñamente, para serse y hacerse un atractivo más como los indigentes entre el puerto y la ciudad, donde no son nada, nadie, ni alguien para el teleférico de derRocha Moya y el tirol-ese de El Químico, porque lo que interesa son los intereses económicos con los impuestos de los contribuyentes que no recibirán las ganancias, porque en obras públicas turísticas todos ponen y algunos quitan todo, haber-a ver cuántos habrán de quedar colgados en las torres altas y en los alambres con los cajones por la máxima seguridad a los incapacitados servicios públicos más a los turistas y menos a la población céntrica y periférica, chorreando con los olores y los sudores (de y en) las aguas negras, turísticas y marismeñas-mazatlecas.

Hasta lo que van derRocha Moya y El Químico, y si los conformes no se inconforman porque el placer y el gusto están al nivel del asco por lo placenteroso y lo gustoso que es lo sinaloense (de y en) los sinaloenses, el impuesto turismo con lo sucedáneo de lo cultural en la apropiación y en la explotación con una mínima retribución a lo que Mazatlán se des-merece por ser un destino único e histórico de primer mundo en el tercer mundo, el tejer y el destejer, a lo bruto, y no el tejer fino y bonito, de derRocha Moya y El Químico, en Sinaloa, está reambientándose e impactándose en un círculo compacto, blindado y agujerado por todos lados con la inseguridad ciudadana y la inseguridad ecosocial por un Plan Estatal de Desarrollo en lo que la gobernanza gerencial y administrativa con la 4T-Semanera de RM, no le va a rendir cuentas, más que con la intransparencia, a los sinaloenses, con lo de la acumulación y la desposesión que ha de-venido siendo con Malova y Quirino, cambalacheando-transformando, lo diferente por lo mismo, porque en Sinaloa, también, No Somos Iguales.

Cuando no se tienen más atractivos que un teleférico y una tirolesa para la diversión y la distracción de los marismeños-mazatlecos y el turismo cultural del consumismo, todavía queda un atractivo más, en boga, de boca en boca: el narcoturismo, con la agencia de viajes y vuelos, Fentanilo’s Beach Boys.

Entonces, en lo que van el gobernador estatal y el presidente municipal, pues la nave va y navegar es más precioso que preciso con los navíos turísticos que, al darle la vuelta al mundo, siempre regresan al puerto de Mazatlán, pues con los alardes de Ricardo Velarde Cárdenas que (“a Mazatlán nadie lo para y no hay temporadas bajas”) más que unas visibles y someras aguas negras, reencontrándose con las mismas costumbres y las mismas gentes con los mismos servicios turísticos y con los mismos servicios públicos ciudadanos, a los que les corren las basuras y las aguas negras, aunque no les llueva sobre el puerto seco, no deja de padecer el síndrome del puerto de gran calado inundado y una ciudad céntrica y periférica azovalda, arrecholada, encajonada e iluminada con 400 millones en luminarias, viendo pasar entre sueños húmedos y seco, el teleférico derRocha Moya y el tirol-ese de El Químico con base en la Fonda del Chalío.

A falta de atractivos marismeños-mazatlecos, porque los que hay están sobre explotados y desgastados por el impacto humano ambiental, a la vista, con la brisa marina y la herrumbre urbana, están los de a vuelo de pájaro desde El Faro a El Valentino, porque no es lo mismo un dron publipropagandístico planeando desde el cielo marismeño-mazatleco, sin que se vean los cauces de las aguas negras al mar, que un teleférico colectivo y una tirolesa individual que, a vuelo de pájaro, los parachuteros, serán superados por los Ícaro del turismo cultural, sintiendo el vértigo con el gusto y el placer del asco desde arriba hacia abajo por el marea-miento ante la magnanimidad contaminante visual de las Torres Altas, donde cualquier Ícaro será un clavadista tirándose de panzazo en la alberca Olivera, simple y marismeñamente, para serse y hacerse un atractivo más como los indigentes entre el puerto y la ciudad, donde no son nada, nadie, ni alguien para el teleférico de derRocha Moya y el tirol-ese de El Químico, porque lo que interesa son los intereses económicos con los impuestos de los contribuyentes que no recibirán las ganancias, porque en obras públicas turísticas todos ponen y algunos quitan todo, haber-a ver cuántos habrán de quedar colgados en las torres altas y en los alambres con los cajones por la máxima seguridad a los incapacitados servicios públicos más a los turistas y menos a la población céntrica y periférica, chorreando con los olores y los sudores (de y en) las aguas negras, turísticas y marismeñas-mazatlecas.

Hasta lo que van derRocha Moya y El Químico, y si los conformes no se inconforman porque el placer y el gusto están al nivel del asco por lo placenteroso y lo gustoso que es lo sinaloense (de y en) los sinaloenses, el impuesto turismo con lo sucedáneo de lo cultural en la apropiación y en la explotación con una mínima retribución a lo que Mazatlán se des-merece por ser un destino único e histórico de primer mundo en el tercer mundo, el tejer y el destejer, a lo bruto, y no el tejer fino y bonito, de derRocha Moya y El Químico, en Sinaloa, está reambientándose e impactándose en un círculo compacto, blindado y agujerado por todos lados con la inseguridad ciudadana y la inseguridad ecosocial por un Plan Estatal de Desarrollo en lo que la gobernanza gerencial y administrativa con la 4T-Semanera de RM, no le va a rendir cuentas, más que con la intransparencia, a los sinaloenses, con lo de la acumulación y la desposesión que ha de-venido siendo con Malova y Quirino, cambalacheando-transformando, lo diferente por lo mismo, porque en Sinaloa, también, No Somos Iguales.

Cuando no se tienen más atractivos que un teleférico y una tirolesa para la diversión y la distracción de los marismeños-mazatlecos y el turismo cultural del consumismo, todavía queda un atractivo más, en boga, de boca en boca: el narcoturismo, con la agencia de viajes y vuelos, Fentanilo’s Beach Boys.

Entonces, en lo que van el gobernador estatal y el presidente municipal, pues la nave va y navegar es más precioso que preciso con los navíos turísticos que, al darle la vuelta al mundo, siempre regresan al puerto de Mazatlán, pues con los alardes de Ricardo Velarde Cárdenas que (“a Mazatlán nadie lo para y no hay temporadas bajas”) más que unas visibles y someras aguas negras, reencontrándose con las mismas costumbres y las mismas gentes con los mismos servicios turísticos y con los mismos servicios públicos ciudadanos, a los que les corren las basuras y las aguas negras, aunque no les llueva sobre el puerto seco, no deja de padecer el síndrome del puerto de gran calado inundado y una ciudad céntrica y periférica azovalda, arrecholada, encajonada e iluminada con 400 millones en luminarias, viendo pasar entre sueños húmedos y seco, el teleférico derRocha Moya y el tirol-ese de El Químico con base en la Fonda del Chalío.

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