/ lunes 30 de mayo de 2022

El señor del nombre cambiado

Dos grandes promesas lanzaó el presidente a las pocas semanas de estar en el cargo. Se comprometió a resolver el problema de la inseguridad en seis meses; eso no ocurrió. Ahora ya sabemos que nunca lo va a resolver porque Felipe Calderón no lo deja. La segunda promesa es más profunda. Tan profunda que empeñó su propio nombre: “Me dejó de llamar Andrés Manuel si no tenemos un servicio de salud como el de los países nórdicos”.

Un primer plazo fue en diciembre del año pasado: “Para diciembre del 2021 tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca”, declaró el presidente en su mañanera: No lo tuvimos. López Obrador dobló la apuesta. Para finales del 2022 si tendremos ese precioso siete de salud deseado, aun a costa del nombre del presidente. Algunas ya están pensando creativamente que nombre le pondrán ¿Usted cómo le pondría?

Hace una semana me tocó experimentar de primera mano los avances del sistema de salud en México. Por desgracia, tuve que recurrir a un procedimiento quirúrgico menor para comprobar lo lejos que estamos de recibir lo prometido. A principios de año decidí que era tiempo de operar una hernia que tenía años molestándome. Afortunadamente cuento con seguro de gastos médicos mayores, pero los costos de la operación eran mucho menores que los de mi deducible; por lo que esa no era una opción viable. Entonces decidí consultar los procesos en el sistema de salud público.

Tengo acceso al Seguro Social, así que comencé a preguntar lo requerido para operarme mi hernia. Fue un camino tortuoso. No pasé de las primeras etapas. Terminaron siendo sinceros conmigo y aceptando que, si bien me iba, podría entrar a quirófano a finales de 2022. Entonces me puse a buscar una tercera opción: pagar la operación de mi bolsa.

Con el apoyo de mi hermana (una excelente cardióloga pediatra) me acerqué a médicos especialistas. Tuve una sola cita y ahí mismo programamos la operación para tres semanas después. Fui a laboratorios privados para hacerme los exámenes preoperatorios y ese mismo día tuve resultados. No fue necesario hacer fila para recogerlos. Hasta mi correo electrónico llegaron los resultados. El médico me recomendó una clínica pequeña, pero con todos los servicios. Acepté la propuesta.

El día pactado llegué a la hora de la cita, tardé 15 minutos en registrarme, me prepararon para la operación y 40 minutos después de mi llegada estaba en el quirófano. El procedimiento duró menos de una hora. Tardé aproximadamente 3 horas en recuperarme de la anestesia y me dieron de alta. Ese mismo día estaba en mi casa. Una semana después, el doctor me recibió para quitarme los puntos. 10 minutos fue el tiempo requerido en esa cita.

Entiendo y acepto que hablo desde un privilegio que no tiene la enorme mayoría de los mexicanos. Ese es el problema; que un trato así no tendría por qué ser un privilegio. Todos deberían ser tratados de la misma manera. El gran problema es la manera tan nauseabunda que han querido ideologizar el tema de la salud. Quieren ejercer un control férreo que termina siendo pagando por la calidad de servicios que recibimos los mexicanos.

Desde luego que los gobiernos anteriores tenían plagado de corrupción el sistema de salud. Políticos aseguraron la vida de sus nietos con la cantidad de dinero que sustrajeron a costa de la salud de los mexicanos, pero este gobierno no terminó con la corrupción; muchos dicen que la aumentó. El mismo CONEVAL (Institución encargada de medir la pobreza en México) publica que el acceso a la salud de los mexicanos ha disminuido en este sexenio.

Los mexicanos si merecemos un servicio de salud donde no tengamos que esperar meses para ser atendidos. Los gobiernos (locales y federales) tiene que terminar con la añeja idea que el Estado puede con todo. Es imposible que se atiendan a 80 millones de mexicanos con la capacidad instalada de 1990. El señor que trabaja de presidente empeñó su nombre para conseguir un sistema de salud danés.

Habrá que preguntarnos si los daneses tardan 10 meses en ser enviados a cirugía, si lo daneses tienen que esperar semanas para ver a un especialista, si los daneses deben esperar horas y horas para hacerse estudios y si los daneses son atendidos en hospitales colapsados. Si las respuestas son positivas, entonces, el señor que vive en Palacio no tiene que preocuparse. Puede seguir conservando su nombre, ahora, si las respuestas son negativas, más le valdría ir buscando un nombre bonito.

¿Usted qué opina amable lector? ¿Estamos cerca del sistema nórdico o ya pensó en algún nombre para el señor que viene de Macuspana?

Dos grandes promesas lanzaó el presidente a las pocas semanas de estar en el cargo. Se comprometió a resolver el problema de la inseguridad en seis meses; eso no ocurrió. Ahora ya sabemos que nunca lo va a resolver porque Felipe Calderón no lo deja. La segunda promesa es más profunda. Tan profunda que empeñó su propio nombre: “Me dejó de llamar Andrés Manuel si no tenemos un servicio de salud como el de los países nórdicos”.

Un primer plazo fue en diciembre del año pasado: “Para diciembre del 2021 tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca”, declaró el presidente en su mañanera: No lo tuvimos. López Obrador dobló la apuesta. Para finales del 2022 si tendremos ese precioso siete de salud deseado, aun a costa del nombre del presidente. Algunas ya están pensando creativamente que nombre le pondrán ¿Usted cómo le pondría?

Hace una semana me tocó experimentar de primera mano los avances del sistema de salud en México. Por desgracia, tuve que recurrir a un procedimiento quirúrgico menor para comprobar lo lejos que estamos de recibir lo prometido. A principios de año decidí que era tiempo de operar una hernia que tenía años molestándome. Afortunadamente cuento con seguro de gastos médicos mayores, pero los costos de la operación eran mucho menores que los de mi deducible; por lo que esa no era una opción viable. Entonces decidí consultar los procesos en el sistema de salud público.

Tengo acceso al Seguro Social, así que comencé a preguntar lo requerido para operarme mi hernia. Fue un camino tortuoso. No pasé de las primeras etapas. Terminaron siendo sinceros conmigo y aceptando que, si bien me iba, podría entrar a quirófano a finales de 2022. Entonces me puse a buscar una tercera opción: pagar la operación de mi bolsa.

Con el apoyo de mi hermana (una excelente cardióloga pediatra) me acerqué a médicos especialistas. Tuve una sola cita y ahí mismo programamos la operación para tres semanas después. Fui a laboratorios privados para hacerme los exámenes preoperatorios y ese mismo día tuve resultados. No fue necesario hacer fila para recogerlos. Hasta mi correo electrónico llegaron los resultados. El médico me recomendó una clínica pequeña, pero con todos los servicios. Acepté la propuesta.

El día pactado llegué a la hora de la cita, tardé 15 minutos en registrarme, me prepararon para la operación y 40 minutos después de mi llegada estaba en el quirófano. El procedimiento duró menos de una hora. Tardé aproximadamente 3 horas en recuperarme de la anestesia y me dieron de alta. Ese mismo día estaba en mi casa. Una semana después, el doctor me recibió para quitarme los puntos. 10 minutos fue el tiempo requerido en esa cita.

Entiendo y acepto que hablo desde un privilegio que no tiene la enorme mayoría de los mexicanos. Ese es el problema; que un trato así no tendría por qué ser un privilegio. Todos deberían ser tratados de la misma manera. El gran problema es la manera tan nauseabunda que han querido ideologizar el tema de la salud. Quieren ejercer un control férreo que termina siendo pagando por la calidad de servicios que recibimos los mexicanos.

Desde luego que los gobiernos anteriores tenían plagado de corrupción el sistema de salud. Políticos aseguraron la vida de sus nietos con la cantidad de dinero que sustrajeron a costa de la salud de los mexicanos, pero este gobierno no terminó con la corrupción; muchos dicen que la aumentó. El mismo CONEVAL (Institución encargada de medir la pobreza en México) publica que el acceso a la salud de los mexicanos ha disminuido en este sexenio.

Los mexicanos si merecemos un servicio de salud donde no tengamos que esperar meses para ser atendidos. Los gobiernos (locales y federales) tiene que terminar con la añeja idea que el Estado puede con todo. Es imposible que se atiendan a 80 millones de mexicanos con la capacidad instalada de 1990. El señor que trabaja de presidente empeñó su nombre para conseguir un sistema de salud danés.

Habrá que preguntarnos si los daneses tardan 10 meses en ser enviados a cirugía, si lo daneses tienen que esperar semanas para ver a un especialista, si los daneses deben esperar horas y horas para hacerse estudios y si los daneses son atendidos en hospitales colapsados. Si las respuestas son positivas, entonces, el señor que vive en Palacio no tiene que preocuparse. Puede seguir conservando su nombre, ahora, si las respuestas son negativas, más le valdría ir buscando un nombre bonito.

¿Usted qué opina amable lector? ¿Estamos cerca del sistema nórdico o ya pensó en algún nombre para el señor que viene de Macuspana?