/ lunes 15 de febrero de 2021

El reto de la recuperación económica

El próximo 28 de febrero se va a cumplir un año de que se reconoció el primer caso de Covid-19 en México. A la distancia, podemos ya valorar la falta de prudencia, incluso sensatez de la visión gubernamental y su vocero que aseguraban que se trataba de algo pasajero, con pocas potenciales víctimas y que no requería muchas medidas emergentes, ni en lo sanitario ni en lo económico.

Lo cierto es que a la distania podemos ver que se hicieron muchas aseveraciones un tanto inéditas y desconocidas respecto a sus implicaciones y comportamiento. Venturosamente el desarrollo científico moderno ha permitido que en un lapso récord contemos con vacunas de diferente manufactura, pero ahora un reto de similar magnitud será que la resiliencia irresponsable sobre una patología económica de la población les permita recobrar a la brevedad el nivel de vida que tenía previo a la pandemia.

En días recientes hemos conocido diversos datos oficiales que nos permiten tener un panorama más claro del impacto de la pandemia en la economía y en la situación laboral de las familias mexicanas.

Hoy sabemos que el fondo de la crisis económica estuvo en el segundo trimestre del 2020, con aquella caída histórica de -18.7% del Producto Interno Bruto (PIB), pero a partir de ahí el incipiente repunte del otoño fue interrumpido por el incremento de los casos de Covid-19 debido a las fiestas de fin de año.

Por ejemplo, en el caso del empleo, con el deterioro de la actividad económica al inicio del año por el agravamiento de la pandemia, se impactó la recuperación del empleo formal en todo el país. Las cifras más recientes del IMSS del pasado viernes 12 de febrero, nos dicen que en enero se recuperaron 47.9 mil empleos -todos eventuales- cifra que según los especialistas es la más baja para un primer mes de año desde el 2014, y quedó por debajo del pronóstico del gobierno federal de 75 mil plazas generadas, máxime si tomamos en cuenta que venimos de un diciembre donde, por motivos “estacionales” (propios de la temporada), se perdieron 278 mil empleos.

A grosso modo, en enero de este año, el nivel de empleo formal quedó todavía 790 mil personas por debajo del registrado en febrero del 2020, antes de la emergencia sanitaria. A este ritmo todo parece indicar que los empleos formales perdidos en el último año no se podrán recuperar en los próximos meses y probablemente ni en el 2021, lo que nos augura una prolongación considerable de la inestabilidad laboral de muchos trabajadores.

Esta pérdida de empleo lamentablemente se suma a un fenómeno conocido como precarización del trabajo. Gracias al archivo histórico de registros ante el IMSS, podemos saber, por ejemplo, la forma preocupante en que se ha reducido el número de trabajadores que ganan más de cinco salarios mínimos: en el primer trimestre de 2005 recibieron más de cinco salarios mínimos 4.18 millones de personas, (10.1% de los ocupados). En el cuarto trimestre de 2012 eran 3.9 millones (8% de los ocupados) y en el tercer trimestre del 2018, 2.4 millones (4.45% de los ocupados). A diciembre del 2020, era 2.6% de los ocupados, apenas 1.37 millones de personas.

Para revertir esta situación es imperativo el fortalecimiento integral de la economía mexicana y hacer posible un ritmo de crecimiento alto y sostenido como envidiablemente los hacen países como China. Como ha sido muy comentada, la contracción de 8.5% en el 2020 es la más pronunciada que ha registrado México en muchos años, y es también una de las más significativas en el mundo, claramente después de algunos países importantes como Reino Unido (-10.0%), España (-11.1%), Italia (-9.2%), etcétera. Comparado con Estados Unidos (-3.5%), la contracción mexicana más que duplicó la caída del PIB americano.

Para este año se espera que el crecimiento económico ande alrededor de 3.5%. Pero este pronóstico tiene como condición una sólida recuperación de la economía de Estados Unidos, lo cual permite aumentar la demanda de los productos mexicanos de exportación. También urge detener la tendencia a la baja de la inversión y diseñar auténticas políticas de apoyo para aumentar el consumo interno de nuestra gente.

Una democracia estaría vacía de contenido si no consigue generar prosperidad para la población. Y la desesperación ciudadana ha sido el caldo de cultivo para aventuras indeseables. No permitamos que ese escenario suceda. Para ello hay que alzar la voz y evitar el gatopardismo: que se den cambios de gobierno para que todo siga igual. . . o peor.

A 15 de febrero del 2021.

Gracias, cuídese y permanezca en casa.

El próximo 28 de febrero se va a cumplir un año de que se reconoció el primer caso de Covid-19 en México. A la distancia, podemos ya valorar la falta de prudencia, incluso sensatez de la visión gubernamental y su vocero que aseguraban que se trataba de algo pasajero, con pocas potenciales víctimas y que no requería muchas medidas emergentes, ni en lo sanitario ni en lo económico.

Lo cierto es que a la distania podemos ver que se hicieron muchas aseveraciones un tanto inéditas y desconocidas respecto a sus implicaciones y comportamiento. Venturosamente el desarrollo científico moderno ha permitido que en un lapso récord contemos con vacunas de diferente manufactura, pero ahora un reto de similar magnitud será que la resiliencia irresponsable sobre una patología económica de la población les permita recobrar a la brevedad el nivel de vida que tenía previo a la pandemia.

En días recientes hemos conocido diversos datos oficiales que nos permiten tener un panorama más claro del impacto de la pandemia en la economía y en la situación laboral de las familias mexicanas.

Hoy sabemos que el fondo de la crisis económica estuvo en el segundo trimestre del 2020, con aquella caída histórica de -18.7% del Producto Interno Bruto (PIB), pero a partir de ahí el incipiente repunte del otoño fue interrumpido por el incremento de los casos de Covid-19 debido a las fiestas de fin de año.

Por ejemplo, en el caso del empleo, con el deterioro de la actividad económica al inicio del año por el agravamiento de la pandemia, se impactó la recuperación del empleo formal en todo el país. Las cifras más recientes del IMSS del pasado viernes 12 de febrero, nos dicen que en enero se recuperaron 47.9 mil empleos -todos eventuales- cifra que según los especialistas es la más baja para un primer mes de año desde el 2014, y quedó por debajo del pronóstico del gobierno federal de 75 mil plazas generadas, máxime si tomamos en cuenta que venimos de un diciembre donde, por motivos “estacionales” (propios de la temporada), se perdieron 278 mil empleos.

A grosso modo, en enero de este año, el nivel de empleo formal quedó todavía 790 mil personas por debajo del registrado en febrero del 2020, antes de la emergencia sanitaria. A este ritmo todo parece indicar que los empleos formales perdidos en el último año no se podrán recuperar en los próximos meses y probablemente ni en el 2021, lo que nos augura una prolongación considerable de la inestabilidad laboral de muchos trabajadores.

Esta pérdida de empleo lamentablemente se suma a un fenómeno conocido como precarización del trabajo. Gracias al archivo histórico de registros ante el IMSS, podemos saber, por ejemplo, la forma preocupante en que se ha reducido el número de trabajadores que ganan más de cinco salarios mínimos: en el primer trimestre de 2005 recibieron más de cinco salarios mínimos 4.18 millones de personas, (10.1% de los ocupados). En el cuarto trimestre de 2012 eran 3.9 millones (8% de los ocupados) y en el tercer trimestre del 2018, 2.4 millones (4.45% de los ocupados). A diciembre del 2020, era 2.6% de los ocupados, apenas 1.37 millones de personas.

Para revertir esta situación es imperativo el fortalecimiento integral de la economía mexicana y hacer posible un ritmo de crecimiento alto y sostenido como envidiablemente los hacen países como China. Como ha sido muy comentada, la contracción de 8.5% en el 2020 es la más pronunciada que ha registrado México en muchos años, y es también una de las más significativas en el mundo, claramente después de algunos países importantes como Reino Unido (-10.0%), España (-11.1%), Italia (-9.2%), etcétera. Comparado con Estados Unidos (-3.5%), la contracción mexicana más que duplicó la caída del PIB americano.

Para este año se espera que el crecimiento económico ande alrededor de 3.5%. Pero este pronóstico tiene como condición una sólida recuperación de la economía de Estados Unidos, lo cual permite aumentar la demanda de los productos mexicanos de exportación. También urge detener la tendencia a la baja de la inversión y diseñar auténticas políticas de apoyo para aumentar el consumo interno de nuestra gente.

Una democracia estaría vacía de contenido si no consigue generar prosperidad para la población. Y la desesperación ciudadana ha sido el caldo de cultivo para aventuras indeseables. No permitamos que ese escenario suceda. Para ello hay que alzar la voz y evitar el gatopardismo: que se den cambios de gobierno para que todo siga igual. . . o peor.

A 15 de febrero del 2021.

Gracias, cuídese y permanezca en casa.