/ lunes 21 de septiembre de 2020

El paquete económico 2021 y la peor contracción del PIB desde 1932

Como es su obligación constitucional, el pasado martes 8 de septiembre, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera presentó a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2021, que consta de cuatro documentos oficiales que, en su conjunto, determinan la política económica del gobierno federal cada año: 1) Los criterios generales de política económica, 2) La iniciativa de Ley de Ingresos, 3) El proyecto de presupuesto de egresos, y 4) Disposiciones diversas en materia hacendaria, conocida tradicionalmente como miscelánea fiscal.

Desde la página 1 de la Introducción de los Criterios Generales de Política Económica, el secretario Herrera advierte que “la economía mexicana enfrenta actualmente el reto más complejo desde la Gran Depresión”, esa especie de tsunami financiero acontecido en 1932 y que ha significado la mayor debacle económica de que se tenga registro en la historia mundial, que inició en los Estados Unidos pero se extendió a todo el mundo, y en México implicó un decrecimiento económico del 15%.

Hace unos días precisamente, el 18 de septiembre, el prestigiado economista y director de El Financiero, Enrique Quintana, hizo la narrativa de lo que significó ese episodio para la economía de nuestro país: “La economía mexicana cayó 3.9% en 1930, pero se recuperó en 3.3% en 1931. El gran golpe ocurrió en 1932 cuando se desplomó en 14.9%, según los datos de las estadísticas históricas del Inegi. Aunque en 1933 creció en 11.3%, el nivel del PIB que tenía nuestro país en 1929 fue alcanzado hasta 1935, seis años después. Y si consideramos el PIB por habitante, este se volvió a alcanzar hasta 1939, una década después. Cuando estalló la crisis bursátil estaba en la presidencia Emilio Portes Gil y cuando ocurrió la gran crisis económica, el presidente era Abelardo Rodríguez. Aunque en todo este periodo, el que realmente mandaba era Plutarco Elías Calles. No sorprende que ahora haya algunos expertos que estimen que el PIB per cápita que teníamos en 2018 será alcanzado hasta el fin de esta década. No sería la primera vez que ocurriera en México una recuperación tan lenta”.

Aunque optimistamente el gobierno federal plantea que en este aciago 2020 el decrecimiento del PIB será solo del 8%, el consenso en los centros de investigación académica, los organismos internacionales y en las instituciones valuadoras del sector privado el consenso es que la caída será del 10%, superior al -5.3% de 2009 (la “crisis inmobiliaria”) y también de mayor impacto que el Efecto Tequila de 1995 que significó una caída de -6.3%.

En este sentido, de acuerdo con el último reporte (septiembre de 2020) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el contexto internacional se comportará de la siguiente manera: una caída del PIB en 2020 de -4.5% en el mundo, -7.9 %en la Zona Euro y -3.8% en Estados Unidos. Y China es el único caso de crecimiento del PIB de +2.8%.

Con este escenario histórico e internacional, el planteamiento de la política económica que hace el gobierno de la república se puede resumir con los siguientes datos: se plantea que en 2021 la economía crecerá 4.6%, la inflación al final del año de 3.0%, tasa de interés bajaría hasta 4% y el tipo de cambio para diciembre en 21.90 pesos por dólar.

En lo que respecta a la producción petrolera (ya no representa el 40%, pero sí el 17% del presupuesto federal), se calcula que el precio promedio será 42.1 dólares por barril y que la plataforma de producción alcanzará 1.857 millones de barriles diarios.

Este será uno de los retos principales para el gobierno federal, pues en julio pasado la producción de Pemex apenas alcanzó los 1.6 millones de barriles y el propio secretario de Hacienda ha reconocido que los 1.857 millones de barriles se alcanzará gracias a la ampliación de la capacidad del sector privado y no de la paraestatal, algo que en las conferencias mañaneras del presidente nunca se ha aclarado.

En el discurso oficial se apuesta mucho a que un pilar de la recuperación será el T-MEC, pero aún en el mejor escenario nuestro comercio exterior representa solo un tercio del PIB, y altamente concentrado en EU (el 80%), adoleciendo históricamente nuestra economía de una escasa diversificación internacional.

Por otra parte, la celebración de las remesas no puede ser un agradecimiento eterno (y contradictoriamente cuestionamos la inmigración). Deben generarse las condiciones para que nuestra economía genere los empleos que los mexicanos, sobre todo los jóvenes, están exigiendo. El ideal de crecimiento del mercado laboral era antes de la pandemia de un millón de empleos anuales, y son precisamente los que se han perdido. En este rubro, el IMSS reportó al 12 de septiembre un total de 19 millones 588,342 trabajadores afiliados al Instituto, lo que representa una reducción de 4.08% frente a los 20 millones 421,442 registrados al cierre de 2019.

El principal signo de la prosperidad económica es la generación de empleos bien remunerados. Mientras en México esta aspiración sea solo realidad para muy pocos, la inconformidad social y la erosión de la política seguirán creciendo. Esperemos que este paquete económico contribuya al desarrollo y también se escuchen las voces que exigen cambios y están clamando justas reivindicaciones.


Gracias, y si pueden, quédense en casa.

Como es su obligación constitucional, el pasado martes 8 de septiembre, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera presentó a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2021, que consta de cuatro documentos oficiales que, en su conjunto, determinan la política económica del gobierno federal cada año: 1) Los criterios generales de política económica, 2) La iniciativa de Ley de Ingresos, 3) El proyecto de presupuesto de egresos, y 4) Disposiciones diversas en materia hacendaria, conocida tradicionalmente como miscelánea fiscal.

Desde la página 1 de la Introducción de los Criterios Generales de Política Económica, el secretario Herrera advierte que “la economía mexicana enfrenta actualmente el reto más complejo desde la Gran Depresión”, esa especie de tsunami financiero acontecido en 1932 y que ha significado la mayor debacle económica de que se tenga registro en la historia mundial, que inició en los Estados Unidos pero se extendió a todo el mundo, y en México implicó un decrecimiento económico del 15%.

Hace unos días precisamente, el 18 de septiembre, el prestigiado economista y director de El Financiero, Enrique Quintana, hizo la narrativa de lo que significó ese episodio para la economía de nuestro país: “La economía mexicana cayó 3.9% en 1930, pero se recuperó en 3.3% en 1931. El gran golpe ocurrió en 1932 cuando se desplomó en 14.9%, según los datos de las estadísticas históricas del Inegi. Aunque en 1933 creció en 11.3%, el nivel del PIB que tenía nuestro país en 1929 fue alcanzado hasta 1935, seis años después. Y si consideramos el PIB por habitante, este se volvió a alcanzar hasta 1939, una década después. Cuando estalló la crisis bursátil estaba en la presidencia Emilio Portes Gil y cuando ocurrió la gran crisis económica, el presidente era Abelardo Rodríguez. Aunque en todo este periodo, el que realmente mandaba era Plutarco Elías Calles. No sorprende que ahora haya algunos expertos que estimen que el PIB per cápita que teníamos en 2018 será alcanzado hasta el fin de esta década. No sería la primera vez que ocurriera en México una recuperación tan lenta”.

Aunque optimistamente el gobierno federal plantea que en este aciago 2020 el decrecimiento del PIB será solo del 8%, el consenso en los centros de investigación académica, los organismos internacionales y en las instituciones valuadoras del sector privado el consenso es que la caída será del 10%, superior al -5.3% de 2009 (la “crisis inmobiliaria”) y también de mayor impacto que el Efecto Tequila de 1995 que significó una caída de -6.3%.

En este sentido, de acuerdo con el último reporte (septiembre de 2020) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el contexto internacional se comportará de la siguiente manera: una caída del PIB en 2020 de -4.5% en el mundo, -7.9 %en la Zona Euro y -3.8% en Estados Unidos. Y China es el único caso de crecimiento del PIB de +2.8%.

Con este escenario histórico e internacional, el planteamiento de la política económica que hace el gobierno de la república se puede resumir con los siguientes datos: se plantea que en 2021 la economía crecerá 4.6%, la inflación al final del año de 3.0%, tasa de interés bajaría hasta 4% y el tipo de cambio para diciembre en 21.90 pesos por dólar.

En lo que respecta a la producción petrolera (ya no representa el 40%, pero sí el 17% del presupuesto federal), se calcula que el precio promedio será 42.1 dólares por barril y que la plataforma de producción alcanzará 1.857 millones de barriles diarios.

Este será uno de los retos principales para el gobierno federal, pues en julio pasado la producción de Pemex apenas alcanzó los 1.6 millones de barriles y el propio secretario de Hacienda ha reconocido que los 1.857 millones de barriles se alcanzará gracias a la ampliación de la capacidad del sector privado y no de la paraestatal, algo que en las conferencias mañaneras del presidente nunca se ha aclarado.

En el discurso oficial se apuesta mucho a que un pilar de la recuperación será el T-MEC, pero aún en el mejor escenario nuestro comercio exterior representa solo un tercio del PIB, y altamente concentrado en EU (el 80%), adoleciendo históricamente nuestra economía de una escasa diversificación internacional.

Por otra parte, la celebración de las remesas no puede ser un agradecimiento eterno (y contradictoriamente cuestionamos la inmigración). Deben generarse las condiciones para que nuestra economía genere los empleos que los mexicanos, sobre todo los jóvenes, están exigiendo. El ideal de crecimiento del mercado laboral era antes de la pandemia de un millón de empleos anuales, y son precisamente los que se han perdido. En este rubro, el IMSS reportó al 12 de septiembre un total de 19 millones 588,342 trabajadores afiliados al Instituto, lo que representa una reducción de 4.08% frente a los 20 millones 421,442 registrados al cierre de 2019.

El principal signo de la prosperidad económica es la generación de empleos bien remunerados. Mientras en México esta aspiración sea solo realidad para muy pocos, la inconformidad social y la erosión de la política seguirán creciendo. Esperemos que este paquete económico contribuya al desarrollo y también se escuchen las voces que exigen cambios y están clamando justas reivindicaciones.


Gracias, y si pueden, quédense en casa.