/ viernes 18 de septiembre de 2020

El malhumor social

En medio de la crisis económica más grave que hemos padecido desde la gran depresión de 1929, con una ola criminal en permanente ascenso y la pandemia del COVID-19 fuera de control, el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador asegura que nuestro país está mejor que nunca y que los mexicanos somos ahora inmensamente felices.

Los dichos del presidente, no se corresponden para nada con la realidad. En el país hay incertidumbre, dolor, tristeza y desaliento, ante tanta enfermedad, muerte, desempleo, cierre de fuentes de trabajo, crecimiento de la pobreza y violencia imparable.

El gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación, no está entregando buenos resultados en crecimiento económico, salud y seguridad. Lo anterior, comienza a generar los primeros signos de desencanto en la sociedad.

López Obrador alimentó enormes expectativas en millones de mexicanos. Y de ese mismo nivel es la desilusión, por tantos compromisos incumplidos. La esperanza del cambio anunciado y prometido, se va diluyendo con el paso de los días y meses de un gobierno ineficaz y sin rumbo.

El ejecutivo federal ha querido levantar cortinas de humo, para desviar la atención de los malos resultados de su gestión. Y ahí están, como ejemplo de ello, la “rifa” del avión presidencial y la “consulta popular” para enjuiciar a los expresidentes de la república. Ambos experimentos totalmente fallidos.

En su campaña electoral, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a vender el avión presidencial, ya que dijo “no lo tiene ni Obama”, y era un símbolo de la corrupción, lujos, privilegios y excesos de los gobiernos neoliberales.

Fue un tema exitoso de campaña, pero también un engaño a los mexicanos, extraño en un candidato que afirmó una y otra vez que su principal compromiso era “no robar, no mentir y no traicionar”. El anuncio era falso, en principio porque ese avión no tiene nada que ver en las capacidades y equipamiento del Air Force One que traslada a los presidentes de los Estados Unidos.

Pero la mentira mayor es que el avión realmente no podía venderse, porque no está pagado en su totalidad. Por dicha aeronave, el gobierno mexicano tiene una deuda de mil 700 millones de pesos, que deberá pagar hasta 2027.

Ante las dificultades para su venta, López Obrador inventa la penosa y cómica “rifa” del avión presidencial. Se trata de una simulación de una vacilada, porque finalmente la aeronave no se rifó. Lo que se entregaron fueron 100 premios de 20 millones pesos, que significan los 2 mil millones de pesos en que ha sido valuada la aeronave.

Para esta “rifa”, la Lotería Nacional emitió 6 millones de cachitos. 75 de los más importantes empresarios del país, que formaban parte de la “mafia del poder” y se beneficiaron de los gobiernos “neoliberales”, adquirieron 3 millones de cachitos, como “aportación voluntaria“ a la Cuarta Transformación.

El gobierno federal, por su parte, destinó 500 millones de pesos para la compra de 1 millón de cachitos, con recursos producto de decomisos y aportados por la Fiscalía General de la República y el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, y que fueron distribuidos a través del INSABI.

Lotería Nacional informó que se logó colocar el 69.5% (4 millones 179 mil) de los cachitos emitidos para esta inédita y singular “rifa”. Si descontamos los 3 millones de cachitos adquiridos por los empresarios y el millón comprado directamente por el gobierno federal, nos quedamos con solo 179 mil cachitos adquiridos por ciudadanos.

Ese es el tamaño del respaldo que tuvo la iniciativa del presidente de la república. Y lo peor de todo es el timo y el engaño; la mentira instituida como práctica de gobierno. Porque el avión no se vendió, ni se rifó. Seguirá ahí, parado en un hangar, como tributo ciertamente al exceso y al dispendio del pasado, pero también a la indolencia y la ineficacia del presente.

La falta de apoyo de la sociedad a la 4T, también se expresó en el tema de la consulta para enjuiciar a los expresidentes. La recolección de firmas ha sido un rotundo fracaso y revela las debilidades de Morena como partido político, incapaz de movilizar a sus militantes y simpatizantes en torno a la que ha sido una de sus causas más emblemáticas.

El requisito era reunir 1.8 millones de firmas. Para un partido y un candidato que recibieron 30 millones de votos, esto se antojaba relativamente sencillo. Sin embargo, el 14 de septiembre el presidente de la república, el hombre mejor informado del país, reconocía que apenas llevaban 800 mil firmas.

Finalmente, Morena ha informado que recolectaron 2 millones 400 mil firmas. Esto significa, que en menos de 36 horas lograron reunir 1 millón 600 mil firmas. Corresponde al Instituto Nacional Electoral verificar la autenticidad y validez de dichas firmas.

Alguna duda debe tener al respecto López Obrador, quien dijo que “para mayor seguridad” ha presentado una solicitud ante el senado para demandar una consulta ciudadana que determine si se enjuicia o no a los expresidentes.

Esta propuesta, forma parte de los fuegos de artificio de la Cuarta Transformación. Si hay elementos para enjuiciar a los expresidentes, no hace falta una consulta popular. Basta con que se formule la denuncia correspondiente.

Pero a Andrés Manuel López Obrador no le interesa conducir el caso por la vía legal. Lo que se busca es utilizar políticamente el tema. Y de nuevo, a través del engaño. La pregunta formulada por el presidente para la consulta es inconsistente desde el punto de vista jurídico y debe ser declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El raquítico apoyo de los ciudadanos para la compra de cachitos para la “rifa” del avión presidencial y la baja respuesta también en la recolección de firmas para la consulta de enjuiciamiento a los expresidentes de la república, revela que López Obrador está siendo poco asertivo en su agenda.

Hay una clara disonancia entre las prioridades del ejecutivo federal (“rifa” del avión y enjuiciar a expresidentes) y las preocupaciones de los ciudadanos (salud, economía, empleo, seguridad). Este divorcio ha comenzado a incubar un creciente malhumor social.

Es indudable que Andrés Manuel López Obrador continúa teniendo un alto nivel de respaldo, popularidad y aceptación. Pero está cayendo. De acuerdo con Oraculus, a principios de julio de 2020 el 34% de los mexicanos desaprueba la gestión del presidente. Lo relevante aquí es que en septiembre del 2018 la desaprobación era solo del 22%. Es decir, en 2 años López Obrador ha perdido 14 puntos de apoyo.

Sin duda, ello se debe a los malos resultados de su gobierno, que están incrementando el desencanto y la irritación de los ciudadanos. La duda es ¿cómo se expresará este malhumor social en las elecciones del próximo año? ¿Habrá voto de castigo? ¿O el malestar se expresará en forma de desafección y rechazo a la política y a los partidos? El tiempo nos dará la respuesta.

En medio de la crisis económica más grave que hemos padecido desde la gran depresión de 1929, con una ola criminal en permanente ascenso y la pandemia del COVID-19 fuera de control, el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador asegura que nuestro país está mejor que nunca y que los mexicanos somos ahora inmensamente felices.

Los dichos del presidente, no se corresponden para nada con la realidad. En el país hay incertidumbre, dolor, tristeza y desaliento, ante tanta enfermedad, muerte, desempleo, cierre de fuentes de trabajo, crecimiento de la pobreza y violencia imparable.

El gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación, no está entregando buenos resultados en crecimiento económico, salud y seguridad. Lo anterior, comienza a generar los primeros signos de desencanto en la sociedad.

López Obrador alimentó enormes expectativas en millones de mexicanos. Y de ese mismo nivel es la desilusión, por tantos compromisos incumplidos. La esperanza del cambio anunciado y prometido, se va diluyendo con el paso de los días y meses de un gobierno ineficaz y sin rumbo.

El ejecutivo federal ha querido levantar cortinas de humo, para desviar la atención de los malos resultados de su gestión. Y ahí están, como ejemplo de ello, la “rifa” del avión presidencial y la “consulta popular” para enjuiciar a los expresidentes de la república. Ambos experimentos totalmente fallidos.

En su campaña electoral, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a vender el avión presidencial, ya que dijo “no lo tiene ni Obama”, y era un símbolo de la corrupción, lujos, privilegios y excesos de los gobiernos neoliberales.

Fue un tema exitoso de campaña, pero también un engaño a los mexicanos, extraño en un candidato que afirmó una y otra vez que su principal compromiso era “no robar, no mentir y no traicionar”. El anuncio era falso, en principio porque ese avión no tiene nada que ver en las capacidades y equipamiento del Air Force One que traslada a los presidentes de los Estados Unidos.

Pero la mentira mayor es que el avión realmente no podía venderse, porque no está pagado en su totalidad. Por dicha aeronave, el gobierno mexicano tiene una deuda de mil 700 millones de pesos, que deberá pagar hasta 2027.

Ante las dificultades para su venta, López Obrador inventa la penosa y cómica “rifa” del avión presidencial. Se trata de una simulación de una vacilada, porque finalmente la aeronave no se rifó. Lo que se entregaron fueron 100 premios de 20 millones pesos, que significan los 2 mil millones de pesos en que ha sido valuada la aeronave.

Para esta “rifa”, la Lotería Nacional emitió 6 millones de cachitos. 75 de los más importantes empresarios del país, que formaban parte de la “mafia del poder” y se beneficiaron de los gobiernos “neoliberales”, adquirieron 3 millones de cachitos, como “aportación voluntaria“ a la Cuarta Transformación.

El gobierno federal, por su parte, destinó 500 millones de pesos para la compra de 1 millón de cachitos, con recursos producto de decomisos y aportados por la Fiscalía General de la República y el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, y que fueron distribuidos a través del INSABI.

Lotería Nacional informó que se logó colocar el 69.5% (4 millones 179 mil) de los cachitos emitidos para esta inédita y singular “rifa”. Si descontamos los 3 millones de cachitos adquiridos por los empresarios y el millón comprado directamente por el gobierno federal, nos quedamos con solo 179 mil cachitos adquiridos por ciudadanos.

Ese es el tamaño del respaldo que tuvo la iniciativa del presidente de la república. Y lo peor de todo es el timo y el engaño; la mentira instituida como práctica de gobierno. Porque el avión no se vendió, ni se rifó. Seguirá ahí, parado en un hangar, como tributo ciertamente al exceso y al dispendio del pasado, pero también a la indolencia y la ineficacia del presente.

La falta de apoyo de la sociedad a la 4T, también se expresó en el tema de la consulta para enjuiciar a los expresidentes. La recolección de firmas ha sido un rotundo fracaso y revela las debilidades de Morena como partido político, incapaz de movilizar a sus militantes y simpatizantes en torno a la que ha sido una de sus causas más emblemáticas.

El requisito era reunir 1.8 millones de firmas. Para un partido y un candidato que recibieron 30 millones de votos, esto se antojaba relativamente sencillo. Sin embargo, el 14 de septiembre el presidente de la república, el hombre mejor informado del país, reconocía que apenas llevaban 800 mil firmas.

Finalmente, Morena ha informado que recolectaron 2 millones 400 mil firmas. Esto significa, que en menos de 36 horas lograron reunir 1 millón 600 mil firmas. Corresponde al Instituto Nacional Electoral verificar la autenticidad y validez de dichas firmas.

Alguna duda debe tener al respecto López Obrador, quien dijo que “para mayor seguridad” ha presentado una solicitud ante el senado para demandar una consulta ciudadana que determine si se enjuicia o no a los expresidentes.

Esta propuesta, forma parte de los fuegos de artificio de la Cuarta Transformación. Si hay elementos para enjuiciar a los expresidentes, no hace falta una consulta popular. Basta con que se formule la denuncia correspondiente.

Pero a Andrés Manuel López Obrador no le interesa conducir el caso por la vía legal. Lo que se busca es utilizar políticamente el tema. Y de nuevo, a través del engaño. La pregunta formulada por el presidente para la consulta es inconsistente desde el punto de vista jurídico y debe ser declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El raquítico apoyo de los ciudadanos para la compra de cachitos para la “rifa” del avión presidencial y la baja respuesta también en la recolección de firmas para la consulta de enjuiciamiento a los expresidentes de la república, revela que López Obrador está siendo poco asertivo en su agenda.

Hay una clara disonancia entre las prioridades del ejecutivo federal (“rifa” del avión y enjuiciar a expresidentes) y las preocupaciones de los ciudadanos (salud, economía, empleo, seguridad). Este divorcio ha comenzado a incubar un creciente malhumor social.

Es indudable que Andrés Manuel López Obrador continúa teniendo un alto nivel de respaldo, popularidad y aceptación. Pero está cayendo. De acuerdo con Oraculus, a principios de julio de 2020 el 34% de los mexicanos desaprueba la gestión del presidente. Lo relevante aquí es que en septiembre del 2018 la desaprobación era solo del 22%. Es decir, en 2 años López Obrador ha perdido 14 puntos de apoyo.

Sin duda, ello se debe a los malos resultados de su gobierno, que están incrementando el desencanto y la irritación de los ciudadanos. La duda es ¿cómo se expresará este malhumor social en las elecciones del próximo año? ¿Habrá voto de castigo? ¿O el malestar se expresará en forma de desafección y rechazo a la política y a los partidos? El tiempo nos dará la respuesta.