/ miércoles 14 de octubre de 2020

El Lujo de menstruar

Solía escuchar a menudo, en las conversaciones en casa, que las hijas son económicamente más “costosas” para una familia. Los argumentos para esa afirmación pasaban por el estereotipo de la ropa y sumaban otros como la moda y la seguridad, los estándares de belleza y el impacto en la percepción moralista de lo “femenino”.

Con el paso del tiempo, cada uno de ellos han venido cayendo ante la visibilización de las desigualdades de género. Sin embargo, existe un argumento vigente que tiene que ver con la salud e higiene de las mujeres, particularmente en un tema casi tabú para las sociedades -y economías-: la menstruación.

Los productos de higiene femenina no son considerados como artículos de primera necesidad. La pandemia hizo evidente el hecho cuando, al establecer las medidas de confinamiento en los Estados, estos productos al inicio estaban prohibidos para su compra, lo que colocó también la categoría económica con la que se miden (organizaciones feministas y diputadas han puesto a la luz este problema): la tasa del 16% de IVA a estos productos es discriminatoria, puesto que se aplica solo a mujeres por algo es que es biológico, y por tanto inevitable.

En México, en septiembre de este año, se presentó ante la Cámara de Diputados la iniciativa que pretende reformar el Artículo 2º.-A de la Ley del Impuesto al Valor Agregado y poder convertir las toallas sanitarias, copas y tampones en tasa 0%, con el Movimiento por una Menstruación Digna (el único país de Latinoamérica que tiene tasa 0 es Colombia). La propuesta gozó de gran consenso entre las diputadas de manera plural y se prevé próximamente su votación.

Esta carga económica impuesta a las mujeres -y a las familias de ellas- debe erradicarse para consolidar una visión de Estado que genere igualdad de oportunidades y acceso a las niñas, adolescentes y mujeres; en la estimación realizada por la Procuraduría Federal del Consumidor, el costo varía entre 425 y 1,220 pesos anuales, mientras que, de acuerdo con datos de la Organización “Menstruación Digna México”, una mujer necesita 360 toallas femeninas o tampones promedio al año, lo que puede representar hasta un gasto de 720 pesos anuales.

El verdadero impacto económico se encuentra en las zonas más marginadas de nuestro país, donde el acceso, incluso con estas medidas, se hace imposible, lo que obliga a la consideración de medidas económicas a través de mecanismos que garanticen los derechos y distribución.

El gran nudo social que enfrentamos es esta visión de un mundo de manera integral, donde no solo se encuentra lo económico sino también los cambios sociales e institucionales que requiere un mundo en el que hoy, ser mujer no sea vuelto a ver ni como costo, ni como obstáculo.

Solía escuchar a menudo, en las conversaciones en casa, que las hijas son económicamente más “costosas” para una familia. Los argumentos para esa afirmación pasaban por el estereotipo de la ropa y sumaban otros como la moda y la seguridad, los estándares de belleza y el impacto en la percepción moralista de lo “femenino”.

Con el paso del tiempo, cada uno de ellos han venido cayendo ante la visibilización de las desigualdades de género. Sin embargo, existe un argumento vigente que tiene que ver con la salud e higiene de las mujeres, particularmente en un tema casi tabú para las sociedades -y economías-: la menstruación.

Los productos de higiene femenina no son considerados como artículos de primera necesidad. La pandemia hizo evidente el hecho cuando, al establecer las medidas de confinamiento en los Estados, estos productos al inicio estaban prohibidos para su compra, lo que colocó también la categoría económica con la que se miden (organizaciones feministas y diputadas han puesto a la luz este problema): la tasa del 16% de IVA a estos productos es discriminatoria, puesto que se aplica solo a mujeres por algo es que es biológico, y por tanto inevitable.

En México, en septiembre de este año, se presentó ante la Cámara de Diputados la iniciativa que pretende reformar el Artículo 2º.-A de la Ley del Impuesto al Valor Agregado y poder convertir las toallas sanitarias, copas y tampones en tasa 0%, con el Movimiento por una Menstruación Digna (el único país de Latinoamérica que tiene tasa 0 es Colombia). La propuesta gozó de gran consenso entre las diputadas de manera plural y se prevé próximamente su votación.

Esta carga económica impuesta a las mujeres -y a las familias de ellas- debe erradicarse para consolidar una visión de Estado que genere igualdad de oportunidades y acceso a las niñas, adolescentes y mujeres; en la estimación realizada por la Procuraduría Federal del Consumidor, el costo varía entre 425 y 1,220 pesos anuales, mientras que, de acuerdo con datos de la Organización “Menstruación Digna México”, una mujer necesita 360 toallas femeninas o tampones promedio al año, lo que puede representar hasta un gasto de 720 pesos anuales.

El verdadero impacto económico se encuentra en las zonas más marginadas de nuestro país, donde el acceso, incluso con estas medidas, se hace imposible, lo que obliga a la consideración de medidas económicas a través de mecanismos que garanticen los derechos y distribución.

El gran nudo social que enfrentamos es esta visión de un mundo de manera integral, donde no solo se encuentra lo económico sino también los cambios sociales e institucionales que requiere un mundo en el que hoy, ser mujer no sea vuelto a ver ni como costo, ni como obstáculo.