/ lunes 9 de marzo de 2020

El festín de los lobos

Una frase de “Váyanse por donde no hay feminicidios” que le regresaron como filoso boomerang al alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, dio cuenta de que no pasó en blanco el clamor del Día Internacional de las Mujeres que retumbó en las principales plazas del mundo, de México y de Sinaloa.

Fue un suceso previo a la protesta de Un Día Sin Nosotras que se consumará mañana y que reabrió las heridas sangrantes de las dantescos e impunes festines de los lobos que rondaron a la niña Dayana y a la adolescente Jovana Sarahí, en Navolato. A la joven Fabiola, que encontraron sepultada entre los arenales de las playas de Yameto y El Tambor. Y a muchas otras más víctimas de la violencia de género que cubrió ominosamente al estado.

Esa leyenda de rosa que se imprimió en la fachada del ayuntamiento de la capital de Sinaloa, fue el sello para tapar la boca el munícipe. Prácticamente para que ya no hable más. Para que no tenga más ocurrencias y amenace con descontar el sueldo a la dama que no acuda a laborar este martes o que se sume a la protesta que nació al seno del veracruzano grupo feminista “Brujas del Mar”.

En ese grito de justicia, entre los sinaloenses y los navolatenses todavía duele el secuestro primero de la menor de cinco años.

Dayana Paola, de 35 kilogramos de peso y de cinco primaveras no tenía defensa. Un adulto le llegó por detrás, le tapó la boca, la levantó en vilo y se la llevó a bordo de una vieja camioneta en la colonia Los Aguacates, en la comunidad de San Pedro Sinaloa.

Desde el nefasto seis de junio del 2017, sus familiares cruzaron la puerta hacia el infierno. La Fiscalía General del Estado, a cargo de Juan José Ríos Estavillo regodeó el caso de incapacidad y hermetismo. Como usualmente lo hace.

Testigos presenciales e investigaciones de la familia, establecieron que un tío de ella la levantó.

Transcurrieron semanas de llanto, de incertidumbre y de protestas colectivas. Casi cinco meses después en las inmediaciones del Campo Mula, cerca de donde la arrancaron de su hogar, encontraron restos óseos. La autoridad dijo que eran los de la pequeña. La información sobre las pruebas de ADN y los datos paralelos, no convencieron a muchos. Misteriosamente, se olvidó el asunto.

Versiones de que un policía municipal navolatense es el autor del infanticidio, corren todavía en las calles.

Y a Jovanna Sarahí, de 16 años, se la tragó la tierra el tres de octubre del mismo año. A la estudiante de la Preparatoria Navolato de la Universidad Autónoma de Sinaloa, algunos de sus compañeros y conocidos la vieron por última vez en un local comercial a las 16:00 horas en la colonia La Villita.

Pero seguramente los ojos de otro u otros que la siguieron y desde las sombras de sus siniestras intenciones, la sometieron.

Cuentan los datos de pobladores que alguien de su círculo de allegados la enredó con mentiras. Y con el apoyo de otros individuos armados, la obligó a abordar un carro.

Su familia, ingresó a la ruta del viacrucis que causa indeseable suceso de estos.

A los nueve días, su cadáver fue descubierto en un predio baldío en el poblado Colonia Michoacana La 20, lugar de tránsito de comandos armados. No hubo detenidos.

Luego secuestrada en territorio culiacanense el 23 de febrero del 2018, ya no volvieron a ver a la joven de 23 años, Irma Fabiola, residente de la colonia Libertad. Su familia no paró en la búsqueda y sufrió también los efectos de la angustia sorda y prolongada.

En este caso, las líneas de investigación registraron a su novio como el principal sospechoso, con quien sostuvo una discusión.

No fue sino hasta el cuatro de marzo que observaron su humanidad semienterrada en las áreas de la playa de El Tambor. Lejos de su casa.

El signo predominante en las dos últimas, fueron destrozos en parte de algunos de sus órganos. En las extremidades inferiores. Y en la primera, igual se detectaron piezas humanas sueltas. Como que las quebrantaron.

En los dos primeros casos, se supo que el agente preventivo Miguel Eduardo Burgos Varela es el responsable. Y que más de una vez fue visto en los últimos meses que merodea en Navolato. Como los lobos que buscan más sangre para festinarse. En medio de la impunidad de agresiones contra las mujeres.

Una frase de “Váyanse por donde no hay feminicidios” que le regresaron como filoso boomerang al alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, dio cuenta de que no pasó en blanco el clamor del Día Internacional de las Mujeres que retumbó en las principales plazas del mundo, de México y de Sinaloa.

Fue un suceso previo a la protesta de Un Día Sin Nosotras que se consumará mañana y que reabrió las heridas sangrantes de las dantescos e impunes festines de los lobos que rondaron a la niña Dayana y a la adolescente Jovana Sarahí, en Navolato. A la joven Fabiola, que encontraron sepultada entre los arenales de las playas de Yameto y El Tambor. Y a muchas otras más víctimas de la violencia de género que cubrió ominosamente al estado.

Esa leyenda de rosa que se imprimió en la fachada del ayuntamiento de la capital de Sinaloa, fue el sello para tapar la boca el munícipe. Prácticamente para que ya no hable más. Para que no tenga más ocurrencias y amenace con descontar el sueldo a la dama que no acuda a laborar este martes o que se sume a la protesta que nació al seno del veracruzano grupo feminista “Brujas del Mar”.

En ese grito de justicia, entre los sinaloenses y los navolatenses todavía duele el secuestro primero de la menor de cinco años.

Dayana Paola, de 35 kilogramos de peso y de cinco primaveras no tenía defensa. Un adulto le llegó por detrás, le tapó la boca, la levantó en vilo y se la llevó a bordo de una vieja camioneta en la colonia Los Aguacates, en la comunidad de San Pedro Sinaloa.

Desde el nefasto seis de junio del 2017, sus familiares cruzaron la puerta hacia el infierno. La Fiscalía General del Estado, a cargo de Juan José Ríos Estavillo regodeó el caso de incapacidad y hermetismo. Como usualmente lo hace.

Testigos presenciales e investigaciones de la familia, establecieron que un tío de ella la levantó.

Transcurrieron semanas de llanto, de incertidumbre y de protestas colectivas. Casi cinco meses después en las inmediaciones del Campo Mula, cerca de donde la arrancaron de su hogar, encontraron restos óseos. La autoridad dijo que eran los de la pequeña. La información sobre las pruebas de ADN y los datos paralelos, no convencieron a muchos. Misteriosamente, se olvidó el asunto.

Versiones de que un policía municipal navolatense es el autor del infanticidio, corren todavía en las calles.

Y a Jovanna Sarahí, de 16 años, se la tragó la tierra el tres de octubre del mismo año. A la estudiante de la Preparatoria Navolato de la Universidad Autónoma de Sinaloa, algunos de sus compañeros y conocidos la vieron por última vez en un local comercial a las 16:00 horas en la colonia La Villita.

Pero seguramente los ojos de otro u otros que la siguieron y desde las sombras de sus siniestras intenciones, la sometieron.

Cuentan los datos de pobladores que alguien de su círculo de allegados la enredó con mentiras. Y con el apoyo de otros individuos armados, la obligó a abordar un carro.

Su familia, ingresó a la ruta del viacrucis que causa indeseable suceso de estos.

A los nueve días, su cadáver fue descubierto en un predio baldío en el poblado Colonia Michoacana La 20, lugar de tránsito de comandos armados. No hubo detenidos.

Luego secuestrada en territorio culiacanense el 23 de febrero del 2018, ya no volvieron a ver a la joven de 23 años, Irma Fabiola, residente de la colonia Libertad. Su familia no paró en la búsqueda y sufrió también los efectos de la angustia sorda y prolongada.

En este caso, las líneas de investigación registraron a su novio como el principal sospechoso, con quien sostuvo una discusión.

No fue sino hasta el cuatro de marzo que observaron su humanidad semienterrada en las áreas de la playa de El Tambor. Lejos de su casa.

El signo predominante en las dos últimas, fueron destrozos en parte de algunos de sus órganos. En las extremidades inferiores. Y en la primera, igual se detectaron piezas humanas sueltas. Como que las quebrantaron.

En los dos primeros casos, se supo que el agente preventivo Miguel Eduardo Burgos Varela es el responsable. Y que más de una vez fue visto en los últimos meses que merodea en Navolato. Como los lobos que buscan más sangre para festinarse. En medio de la impunidad de agresiones contra las mujeres.