/ martes 2 de junio de 2020

El Covid-19 confronta a la federación con gobiernos estatales


Las diferencias entre los gobernadores con el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, se acentuaron con la crisis de salud que atravesamos. La pandemia expuso la debilidad y operatividad de las instituciones, así como de los acuerdos, con las entidades federativas. Algunas discrepancias representan una verdadera preocupación ante la oleada de contagios que sufre la población, pero otras son desacuerdos ideológicos de gran inquietud.

Bajo esa tensión, a partir del 1 de junio los mexicanos vivimos una “nueva normalidad” después de que el gobierno federal, este 31 de mayo, diera por terminada: el “Fin de la Jornada Nacional de Sana Distancia”. Esta medida permitirá reabrir, paulatinamente, las actividades económicas no esenciales bajo un sistema de semáforo: rojo significa riesgo máximo; naranja, riesgo alto; amarillo, riesgo medio, y verde, riesgo bajo. Actualmente el país está pintado de rojo, excepto Zacatecas, que se encuentra anaranjado. Hasta ahora son siete gobernadores que han mostrado su inconformidad y rechazo al semáforo por no reflejar la realidad de las entidades.

El sábado pasado el presidente de la república emitió un mensaje donde afirma que vamos bien y que este lunes inicia sus giras, que México se encuentra en mejores condiciones económicas de lo que muchos piensan, e informa que la recaudación de enero a mayo ha aumentado a pesar de la crisis. Sobre este tema, el Informe de Finanzas Públicas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) asegura que la recaudación tributaria cayó 15.3% durante abril, siendo el gravamen más afectado el Impuesto Sobre la Renta (ISR) que se desplomó 26.2% en abril, en tanto que el Banco de México afirmó que el crédito al consumo (uso de tarjetas de crédito) se redujo 1.6%, es decir, los mexicanos estamos gastando menos, aun así se mantiene el ingreso por recaudación.

El semáforo de reapertura económica y sus indicadores (la caída de la recaudación, la caída del crédito al consumo, la reducción del gasto en muchas áreas de gobierno, sumado a que el gasto social tiene una expresión no productiva) impactarán negativamente en las relaciones entre el Ejecutivo federal y las entidades federativas.

Estos datos oficiales confirman lo que he sostenido desde hace algún tiempo: estamos en los días en que más contagios hay, en el pico de la pandemia. No estamos listos para que salgamos a nuestras actividades diarias; las medidas de aislamiento deben seguir hasta el 15 de junio, y a partir de ahí realizar otra evaluación. La meta será bajar el número de contagios y evitar así que mueran más personas. Es sumamente difícil y peligroso abandonar la sana distancia y el aislamiento social si no monitoréanos el contagio comunitario con pruebas de laboratorio. No se puede trabajar a prueba y error. No se puede trabajar así cuando está de por medio la salud y la vida de las personas.

En este segundo día de la “nueva normalidad”, nuestro futuro es incierto. Considero que el gobierno se está precipitando al reiniciar las actividades económicas, ya que corremos el riesgo de alargar esta crisis de salud por los rebrotes de la Covid-19 y, así, aumentar el número de muertos. Las señales que han mandado las autoridades de salud han sido contradictorias; por un lado, afirman que no hay condiciones para salir del aislamiento social y, por otro lado, con su ejemplo impulsan el relajamiento social.

Para muchos que estamos en la esfera pública, es muy valioso que las autoridades abran la información que usan para tomar esa decisión. Una vez que se tengan los datos correctos, cada estado —junto a sus analistas, expertos, empresarios y ciudadanos— podrán decidir adecuadamente y así evitar exponer a la población.

Un importante número de personas no cuenta con recursos para cubrir las necesidades básicas de su hogar: el alimento, el pago de los servicios públicos como el agua y la luz. Por cierto, debido al aislamiento social que ordenó el gobierno, el consumo de dichos servicios se elevó y ello complicó más las cosas, ya que la insensibilidad de las autoridades para perdonar las deudas o suprimir los cortes ha puesto en peligro la estabilidad familiar. En otros países, hubo programas de ayuda social que dotaron, mensualmente, recurso económico a las familias para que cubrieran sus necesidades básicas, incluyendo pago de servicios públicos.

Como Químico Farmacéutico Biólogo, considero que el curso de la pandemia influirá en las decisiones que el gobierno federal tome, definitivamente el nivel de contagio en cada estado puede cambiar la condición del regreso. Por ejemplo, las autoridades proclamaron que en 324 municipios “de la esperanza” regresarían a la “nueva normalidad” el 18 de mayo por no tener contagios en los últimos 28 días; muchos gobernadores y ediles se negaron a acatar esta disposición por el nivel alto de contagio e índice de letalidad nacional de esta enfermedad, pero los que obedecieron, hoy ya tienen perdonas contagiadas.

Ante estas circunstancias, debemos reconocer al gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, por decidir acatar las recomendaciones de las autoridades de salud en el ámbito Federal, hay que salvaguardar la salud y la vida de los sinaloenses y con ello, seguro estoy, se logrará con la coordinación entidad federativa-federación.

La realidad es que algún día tenemos que salir del confinamiento, existe desesperación de los empresarios, hay que hacerlo con mucha responsabilidad por razones obvias. Como ciudadanos esperamos una buena coordinación entre las autoridades estatales y la federación. Urge recuperar los más de un millón de empleos perdidos entre los meses de abril y mayo, y en la medida de lo posible evitar que México se convierta en una fábrica de pobres. Por lo pronto, es paradójico: se terminó la jornada nacional de sana distancia, pero hay que seguir guardando la sana distancia. Preparémonos para la “nueva normalidad”.


Las diferencias entre los gobernadores con el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, se acentuaron con la crisis de salud que atravesamos. La pandemia expuso la debilidad y operatividad de las instituciones, así como de los acuerdos, con las entidades federativas. Algunas discrepancias representan una verdadera preocupación ante la oleada de contagios que sufre la población, pero otras son desacuerdos ideológicos de gran inquietud.

Bajo esa tensión, a partir del 1 de junio los mexicanos vivimos una “nueva normalidad” después de que el gobierno federal, este 31 de mayo, diera por terminada: el “Fin de la Jornada Nacional de Sana Distancia”. Esta medida permitirá reabrir, paulatinamente, las actividades económicas no esenciales bajo un sistema de semáforo: rojo significa riesgo máximo; naranja, riesgo alto; amarillo, riesgo medio, y verde, riesgo bajo. Actualmente el país está pintado de rojo, excepto Zacatecas, que se encuentra anaranjado. Hasta ahora son siete gobernadores que han mostrado su inconformidad y rechazo al semáforo por no reflejar la realidad de las entidades.

El sábado pasado el presidente de la república emitió un mensaje donde afirma que vamos bien y que este lunes inicia sus giras, que México se encuentra en mejores condiciones económicas de lo que muchos piensan, e informa que la recaudación de enero a mayo ha aumentado a pesar de la crisis. Sobre este tema, el Informe de Finanzas Públicas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) asegura que la recaudación tributaria cayó 15.3% durante abril, siendo el gravamen más afectado el Impuesto Sobre la Renta (ISR) que se desplomó 26.2% en abril, en tanto que el Banco de México afirmó que el crédito al consumo (uso de tarjetas de crédito) se redujo 1.6%, es decir, los mexicanos estamos gastando menos, aun así se mantiene el ingreso por recaudación.

El semáforo de reapertura económica y sus indicadores (la caída de la recaudación, la caída del crédito al consumo, la reducción del gasto en muchas áreas de gobierno, sumado a que el gasto social tiene una expresión no productiva) impactarán negativamente en las relaciones entre el Ejecutivo federal y las entidades federativas.

Estos datos oficiales confirman lo que he sostenido desde hace algún tiempo: estamos en los días en que más contagios hay, en el pico de la pandemia. No estamos listos para que salgamos a nuestras actividades diarias; las medidas de aislamiento deben seguir hasta el 15 de junio, y a partir de ahí realizar otra evaluación. La meta será bajar el número de contagios y evitar así que mueran más personas. Es sumamente difícil y peligroso abandonar la sana distancia y el aislamiento social si no monitoréanos el contagio comunitario con pruebas de laboratorio. No se puede trabajar a prueba y error. No se puede trabajar así cuando está de por medio la salud y la vida de las personas.

En este segundo día de la “nueva normalidad”, nuestro futuro es incierto. Considero que el gobierno se está precipitando al reiniciar las actividades económicas, ya que corremos el riesgo de alargar esta crisis de salud por los rebrotes de la Covid-19 y, así, aumentar el número de muertos. Las señales que han mandado las autoridades de salud han sido contradictorias; por un lado, afirman que no hay condiciones para salir del aislamiento social y, por otro lado, con su ejemplo impulsan el relajamiento social.

Para muchos que estamos en la esfera pública, es muy valioso que las autoridades abran la información que usan para tomar esa decisión. Una vez que se tengan los datos correctos, cada estado —junto a sus analistas, expertos, empresarios y ciudadanos— podrán decidir adecuadamente y así evitar exponer a la población.

Un importante número de personas no cuenta con recursos para cubrir las necesidades básicas de su hogar: el alimento, el pago de los servicios públicos como el agua y la luz. Por cierto, debido al aislamiento social que ordenó el gobierno, el consumo de dichos servicios se elevó y ello complicó más las cosas, ya que la insensibilidad de las autoridades para perdonar las deudas o suprimir los cortes ha puesto en peligro la estabilidad familiar. En otros países, hubo programas de ayuda social que dotaron, mensualmente, recurso económico a las familias para que cubrieran sus necesidades básicas, incluyendo pago de servicios públicos.

Como Químico Farmacéutico Biólogo, considero que el curso de la pandemia influirá en las decisiones que el gobierno federal tome, definitivamente el nivel de contagio en cada estado puede cambiar la condición del regreso. Por ejemplo, las autoridades proclamaron que en 324 municipios “de la esperanza” regresarían a la “nueva normalidad” el 18 de mayo por no tener contagios en los últimos 28 días; muchos gobernadores y ediles se negaron a acatar esta disposición por el nivel alto de contagio e índice de letalidad nacional de esta enfermedad, pero los que obedecieron, hoy ya tienen perdonas contagiadas.

Ante estas circunstancias, debemos reconocer al gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, por decidir acatar las recomendaciones de las autoridades de salud en el ámbito Federal, hay que salvaguardar la salud y la vida de los sinaloenses y con ello, seguro estoy, se logrará con la coordinación entidad federativa-federación.

La realidad es que algún día tenemos que salir del confinamiento, existe desesperación de los empresarios, hay que hacerlo con mucha responsabilidad por razones obvias. Como ciudadanos esperamos una buena coordinación entre las autoridades estatales y la federación. Urge recuperar los más de un millón de empleos perdidos entre los meses de abril y mayo, y en la medida de lo posible evitar que México se convierta en una fábrica de pobres. Por lo pronto, es paradójico: se terminó la jornada nacional de sana distancia, pero hay que seguir guardando la sana distancia. Preparémonos para la “nueva normalidad”.