/ lunes 21 de junio de 2021

El autoengaño

Tras la derrota de la alianza PRI PAN PRD comenzaron las cuchilladas entre perdedores. Los actores políticos que participaron en la monumental debacle buscan desesperados salvar sus carreras y no perder la oportunidad de llenar sus alacenas en el corteo plazo. Desde el candidato a la gubernatura, Mario Zamora, hasta el regidor del municipio más pequeño intentan de manera desesperada de ser señalados por la derrota. Hasta el momento, las reacciones de los personajes de la tragedia es un concierto desafinados de autoengaños.

El único que entendió el desenlace de la historia fue Jesús Valdés. El otrora imparable líder juvenil e invencible candidato del PRI en labores de dirigente renunció a sus responsabilidades sin intentar poner pretextos sobre la mesa. Comprendió que debía salir lo más pronto posible de la red de traiciones que cada vez cobra más fuerza entre los antiguos aliados.

Mario Zamora se contó a sí mismo el autoengaño más cruel de todos. Apostó su candidatura al ego, a líderes de partidos incompetentes y al gobernador como su operador político. Falló de manera monumental en los tres cuentos que se creyó. El fallido candidato de la alianza apostó a su supuesta visión superior de las cosas. Despreció muchas voces que le auguraban malos resultados si continuaba con ese tipo de campaña. No le importó. Por otro lado, la inocencia de creer en las promesas de partidos políticos desfondados con dirigentes más preocupados por cuidar sus pequeñas migajas que por conectar con la sociedad fue un suicido electoral. Por último, el creer que el gobernador sería su tabla de salvación en la operación política terminó por hundirlo cual Di Caprio confiando en una puerta para flotar.

El gobernador Quirino Ordaz no tiene una carrera de operador político. Es un financiero con capacidades superiores al promedio, pero nunca en su vida tuvo a su cargo construir estructuras políticas. Mario cayó en la eterna trampa priista de otorgar poderes sobrehumanos a los políticos por el simpe hecho de ocupar un cargo. Quirino no falló; el autoengaño de Mario, Sí.

Un tema aparte es la violencia el día de la elección. Para Mario y los dirigentes de los partidos que lo postularon, la violencia jugó un papel preponderante para inclinar la balanza en los resultados. Esto también es un autoengaño. Nadie niega que existieron eventos desafortunados que deben ser esclarecidos, pero la enorme mayoría de los sinaloenses salió a votar sin presiones. Tal vez un par de municipios y diputados locales tendrían un resultado diferente sin esos desafortunados sucesos; sin embargo, el resultado general de los comicios no obedece a esas irregularidades.

El principal problema, una vez más, es el autoengaño. Como mantra estuvieron repitiendo durante la última parte de la campaña que la movilización de votantes sería crucial para obtener la victoria. Consideraron que la estructura estaba por encima de la ciudadanía libre…a ello apostaron la campaña. Ignoraron por completo el esfuerzo por conquistar el corazón de los electores. Su intención siempre fue la automatización de la elección. La movilización es una herramienta importante, pero, cuando ignoras al votante libre, sus posibilidades de triunfo se van a la basura. La clase media fue ignorada por la alianza y jamás idearon nada medianamente interesante para que los sinaloenses salieran a votar por ellos sin las “amables invitaciones” de acudir a las urnas el día de la elección.

Gobierno del estado y la nueva bancada del PRI dieron consideran que la violencia no tuvo nada que ver con el resultado. En ese argumento que quedó solo Mario; tal vez, solo acompañado por el otro gran derrotado: el dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Estrada.

Hoy, el autoengaño continúa. Los arquitectos de la derrota del PRI. PAN y PRD siguen manteniendo sus canonjías algunos de ellos fueron premiados con nuevos cargos. Ellos mimos se excusan del resultado y piensan que los culpables son otros. La ineptidud es extraña a sus decisiones. Son infalibl.es; los errores son de otros. La oposición quedó en manos de un puñado de incompetentes incapaces de reconocer sus propias desgracias. Al parecer, las maromas no son privativas del movimiento tetratransformador.

Juan B. Ordorica (@juanordorica)

Tras la derrota de la alianza PRI PAN PRD comenzaron las cuchilladas entre perdedores. Los actores políticos que participaron en la monumental debacle buscan desesperados salvar sus carreras y no perder la oportunidad de llenar sus alacenas en el corteo plazo. Desde el candidato a la gubernatura, Mario Zamora, hasta el regidor del municipio más pequeño intentan de manera desesperada de ser señalados por la derrota. Hasta el momento, las reacciones de los personajes de la tragedia es un concierto desafinados de autoengaños.

El único que entendió el desenlace de la historia fue Jesús Valdés. El otrora imparable líder juvenil e invencible candidato del PRI en labores de dirigente renunció a sus responsabilidades sin intentar poner pretextos sobre la mesa. Comprendió que debía salir lo más pronto posible de la red de traiciones que cada vez cobra más fuerza entre los antiguos aliados.

Mario Zamora se contó a sí mismo el autoengaño más cruel de todos. Apostó su candidatura al ego, a líderes de partidos incompetentes y al gobernador como su operador político. Falló de manera monumental en los tres cuentos que se creyó. El fallido candidato de la alianza apostó a su supuesta visión superior de las cosas. Despreció muchas voces que le auguraban malos resultados si continuaba con ese tipo de campaña. No le importó. Por otro lado, la inocencia de creer en las promesas de partidos políticos desfondados con dirigentes más preocupados por cuidar sus pequeñas migajas que por conectar con la sociedad fue un suicido electoral. Por último, el creer que el gobernador sería su tabla de salvación en la operación política terminó por hundirlo cual Di Caprio confiando en una puerta para flotar.

El gobernador Quirino Ordaz no tiene una carrera de operador político. Es un financiero con capacidades superiores al promedio, pero nunca en su vida tuvo a su cargo construir estructuras políticas. Mario cayó en la eterna trampa priista de otorgar poderes sobrehumanos a los políticos por el simpe hecho de ocupar un cargo. Quirino no falló; el autoengaño de Mario, Sí.

Un tema aparte es la violencia el día de la elección. Para Mario y los dirigentes de los partidos que lo postularon, la violencia jugó un papel preponderante para inclinar la balanza en los resultados. Esto también es un autoengaño. Nadie niega que existieron eventos desafortunados que deben ser esclarecidos, pero la enorme mayoría de los sinaloenses salió a votar sin presiones. Tal vez un par de municipios y diputados locales tendrían un resultado diferente sin esos desafortunados sucesos; sin embargo, el resultado general de los comicios no obedece a esas irregularidades.

El principal problema, una vez más, es el autoengaño. Como mantra estuvieron repitiendo durante la última parte de la campaña que la movilización de votantes sería crucial para obtener la victoria. Consideraron que la estructura estaba por encima de la ciudadanía libre…a ello apostaron la campaña. Ignoraron por completo el esfuerzo por conquistar el corazón de los electores. Su intención siempre fue la automatización de la elección. La movilización es una herramienta importante, pero, cuando ignoras al votante libre, sus posibilidades de triunfo se van a la basura. La clase media fue ignorada por la alianza y jamás idearon nada medianamente interesante para que los sinaloenses salieran a votar por ellos sin las “amables invitaciones” de acudir a las urnas el día de la elección.

Gobierno del estado y la nueva bancada del PRI dieron consideran que la violencia no tuvo nada que ver con el resultado. En ese argumento que quedó solo Mario; tal vez, solo acompañado por el otro gran derrotado: el dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Estrada.

Hoy, el autoengaño continúa. Los arquitectos de la derrota del PRI. PAN y PRD siguen manteniendo sus canonjías algunos de ellos fueron premiados con nuevos cargos. Ellos mimos se excusan del resultado y piensan que los culpables son otros. La ineptidud es extraña a sus decisiones. Son infalibl.es; los errores son de otros. La oposición quedó en manos de un puñado de incompetentes incapaces de reconocer sus propias desgracias. Al parecer, las maromas no son privativas del movimiento tetratransformador.

Juan B. Ordorica (@juanordorica)