/ jueves 19 de mayo de 2022

“El acorazado potemkin”:de los abrazos a los balazos

El cineasta ruso Serguéi Eisenstein estrenó en 1925 El Acorazado Potemkin, que a la sazón se convertiría en un clásico de la cinematografía mundial. Muchas lecciones se podrían recoger de una película como ésta; quizá una de las más duras es la que muestra lo que sucede cuando los soldados de un ejército pierden la fe en sus ideales, doblegados por la corrupción y los abusos de sus mandos superiores. ¿Será que a nuestro ejército le urge ver más cine?


En la historia del cine hay un antes y un después del El Acorazado Potemkin. ¿Por qué? Porque a su director, Serguéi Eisenstein, se le ocurrió una genialidad. Perfeccionó algo que el realizador gringo David Wark Griffith había iniciado en 1915 con su película de corte racista, El Nacimiento de una Nación; algo que no sólo cambiaría el rumbo de la cinematografía, sino que además influiría enormemente en la manera cómo los seres humanos vemos y entendemos las historias en una pantalla, ya sea de cine, ya sea de televisión. Eisenstein revolucionó el lenguaje audiovisual y con ello sentó las bases del montaje cinematográfico moderno (edición), cuya técnica se basa en unir fragmentos de película para crear escenas, y unir escenas para crear secuencias dramáticas, dando paso a una película de ficción.

En esos años lo usual era que los directores de las películas mudas se limitaran a contar sus historias mediante tomas o planos generales, en los que la imagen presenta a los personajes de cuerpo entero, mostrando al mismo tiempo el entorno que les rodea. Es como estar viendo una obra de teatro filmada. En la actualidad a mucha gente eso le podría resultar aburrido, pero en aquella época así se veía el cine, hasta que apareció El Acorazado Potemkin: una película muda con una visión absolutamente innovadora, la cual se enfoca en narrar la historia desde distintos ángulos, combinando una variedad de tomas para enfatizar el carácter, las actitudes y el punto de vista de los personajes. Vaya cambio.

La cinta está basada en hechos históricos, ocurridos en el puerto de Odessa en 1905, donde los marineros de acorazado Potemkin, ‑un buque de guerra ruso hartos de la corrupción y el despotismo de los oficiales de la armada zarista, deciden sublevarse y asumir las funestas consecuencias de su rebelión. Este motín marcaría un hecho de enorme importancia en el proceso de la revolución fallida de 1095, antecedente de la revolución rusa de 1917.


El valiente dura hasta que…


Dividida en cinco episodios, la cinta, siempre ambientada por la música instrumental de Edmund Meisel, comienza mostrando a la tripulación del Potemkin, incluidos sus oficiales soberbios y abusivos ‑personificación del régimen zarista imperial‑, los cuales no tienen el menor escrúpulo en obligar a los marineros a comer carne agusanada. Muy pronto la situación se torna insostenible. Comienza la revuelta. Grigory Vakulnichuk, un veterano marinero, es asesinado de un balazo. El rumor del cobarde asesinato corre como reguero de pólvora en el puerto de Odessa, donde la gente sale a abrazar a los marinos del Potemkin; el pueblo está con los sublevados. Y es ahí donde comienza la tragedia, los balazos. Las escenas de los cosacos disparando sus rifles contra la población indefensa adquieren un realismo casi documental, escalofriante.

Escenas como la de una madre y su pequeño hijo siendo baleados a sangre fría, o la secuencia en la que otra mujer es tiroteada mientras la carriola en la que está su bebé comienza a rodar erráticamente escalera abajo, describen la saña del ejército cosaco y su lealtad inquebrantable hacia Nicolás II, último emperador de Rusia.

Ir a la guerra sin fusil

En efecto, un ejército que abusa del pueblo, resulta tan nocivo como un ejército que permite que el pueblo lo humille. Quizá para entenderlo, habría que ponerse por un momento en las botas de un soldado mexicano en los tiempos del obradorismo. Pero no en las botas de un generalote o de un oficial, sino en las de un soldado de la tropa, un “guacho”, de los que van en la parte trasera de la troca verde olivo, y que son los primeros en dar la cara a la hora de los chingadazos.

¿Cómo puede un soldado de la tropa profesar lealtad hacia sus mandos superiores, cuando, siendo pobre, ve que éstos se enriquecen haciendo toda clase de chapuzas al amparo de su grado? ¿Cómo podría sentirse seguro ese mismo soldado, cuando tiene orden expresa del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de no responder cuando es agredido? ¿Qué soldado de la tropa podría sentirse orgulloso de pertenecer a un ejército, que sin preguntarle, de un día otro, lo convirtió en policía y albañil?

Ese soldado no necesita leer un periódico o ver un noticiero para darse cuenta de lo que es este México bronco. La realidad la vive en carne propia todos los días. Y ante esa realidad aplastante, hoy por hoy no tiene más remedio que bajar la cabeza y resignarse a recibir escupitajos y mentadas de madre por parte del pueblo bueno, o en el peor de los casos, acabar correteado por un puñado de matones. ¿Y qué puede hacer un soldado cuando lo mandan a la guerra sin fusil?

Serguéi Eisenstein dirigió varias películas más, incluida Viva México, la cual hace un retrato de la cultura y el temperamento mexicano, desde la época prehispánica hasta los días de la Revolución de 1910. Sin embargo la obra que lo hizo célebre fue el Acorazado Potemkin. Tal vez un día nuestros “guachos” regresen a sus cuarteles, y quizá lo hagan victoriosos, tal y como los marinos rusos del Potemkin . Aunque parece lejano, pues aquel que no tiene metas claras, es poco probable que las alcance.

Es un drama, es un triller, es una película de acción, es una serie de tv… Un universo donde siempre está ocurriendo algo inesperado. El acorazado Potemkin representa la magnificación de la figura de las masas y las causas colectivas.



El cineasta ruso Serguéi Eisenstein estrenó en 1925 El Acorazado Potemkin, que a la sazón se convertiría en un clásico de la cinematografía mundial. Muchas lecciones se podrían recoger de una película como ésta; quizá una de las más duras es la que muestra lo que sucede cuando los soldados de un ejército pierden la fe en sus ideales, doblegados por la corrupción y los abusos de sus mandos superiores. ¿Será que a nuestro ejército le urge ver más cine?


En la historia del cine hay un antes y un después del El Acorazado Potemkin. ¿Por qué? Porque a su director, Serguéi Eisenstein, se le ocurrió una genialidad. Perfeccionó algo que el realizador gringo David Wark Griffith había iniciado en 1915 con su película de corte racista, El Nacimiento de una Nación; algo que no sólo cambiaría el rumbo de la cinematografía, sino que además influiría enormemente en la manera cómo los seres humanos vemos y entendemos las historias en una pantalla, ya sea de cine, ya sea de televisión. Eisenstein revolucionó el lenguaje audiovisual y con ello sentó las bases del montaje cinematográfico moderno (edición), cuya técnica se basa en unir fragmentos de película para crear escenas, y unir escenas para crear secuencias dramáticas, dando paso a una película de ficción.

En esos años lo usual era que los directores de las películas mudas se limitaran a contar sus historias mediante tomas o planos generales, en los que la imagen presenta a los personajes de cuerpo entero, mostrando al mismo tiempo el entorno que les rodea. Es como estar viendo una obra de teatro filmada. En la actualidad a mucha gente eso le podría resultar aburrido, pero en aquella época así se veía el cine, hasta que apareció El Acorazado Potemkin: una película muda con una visión absolutamente innovadora, la cual se enfoca en narrar la historia desde distintos ángulos, combinando una variedad de tomas para enfatizar el carácter, las actitudes y el punto de vista de los personajes. Vaya cambio.

La cinta está basada en hechos históricos, ocurridos en el puerto de Odessa en 1905, donde los marineros de acorazado Potemkin, ‑un buque de guerra ruso hartos de la corrupción y el despotismo de los oficiales de la armada zarista, deciden sublevarse y asumir las funestas consecuencias de su rebelión. Este motín marcaría un hecho de enorme importancia en el proceso de la revolución fallida de 1095, antecedente de la revolución rusa de 1917.


El valiente dura hasta que…


Dividida en cinco episodios, la cinta, siempre ambientada por la música instrumental de Edmund Meisel, comienza mostrando a la tripulación del Potemkin, incluidos sus oficiales soberbios y abusivos ‑personificación del régimen zarista imperial‑, los cuales no tienen el menor escrúpulo en obligar a los marineros a comer carne agusanada. Muy pronto la situación se torna insostenible. Comienza la revuelta. Grigory Vakulnichuk, un veterano marinero, es asesinado de un balazo. El rumor del cobarde asesinato corre como reguero de pólvora en el puerto de Odessa, donde la gente sale a abrazar a los marinos del Potemkin; el pueblo está con los sublevados. Y es ahí donde comienza la tragedia, los balazos. Las escenas de los cosacos disparando sus rifles contra la población indefensa adquieren un realismo casi documental, escalofriante.

Escenas como la de una madre y su pequeño hijo siendo baleados a sangre fría, o la secuencia en la que otra mujer es tiroteada mientras la carriola en la que está su bebé comienza a rodar erráticamente escalera abajo, describen la saña del ejército cosaco y su lealtad inquebrantable hacia Nicolás II, último emperador de Rusia.

Ir a la guerra sin fusil

En efecto, un ejército que abusa del pueblo, resulta tan nocivo como un ejército que permite que el pueblo lo humille. Quizá para entenderlo, habría que ponerse por un momento en las botas de un soldado mexicano en los tiempos del obradorismo. Pero no en las botas de un generalote o de un oficial, sino en las de un soldado de la tropa, un “guacho”, de los que van en la parte trasera de la troca verde olivo, y que son los primeros en dar la cara a la hora de los chingadazos.

¿Cómo puede un soldado de la tropa profesar lealtad hacia sus mandos superiores, cuando, siendo pobre, ve que éstos se enriquecen haciendo toda clase de chapuzas al amparo de su grado? ¿Cómo podría sentirse seguro ese mismo soldado, cuando tiene orden expresa del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de no responder cuando es agredido? ¿Qué soldado de la tropa podría sentirse orgulloso de pertenecer a un ejército, que sin preguntarle, de un día otro, lo convirtió en policía y albañil?

Ese soldado no necesita leer un periódico o ver un noticiero para darse cuenta de lo que es este México bronco. La realidad la vive en carne propia todos los días. Y ante esa realidad aplastante, hoy por hoy no tiene más remedio que bajar la cabeza y resignarse a recibir escupitajos y mentadas de madre por parte del pueblo bueno, o en el peor de los casos, acabar correteado por un puñado de matones. ¿Y qué puede hacer un soldado cuando lo mandan a la guerra sin fusil?

Serguéi Eisenstein dirigió varias películas más, incluida Viva México, la cual hace un retrato de la cultura y el temperamento mexicano, desde la época prehispánica hasta los días de la Revolución de 1910. Sin embargo la obra que lo hizo célebre fue el Acorazado Potemkin. Tal vez un día nuestros “guachos” regresen a sus cuarteles, y quizá lo hagan victoriosos, tal y como los marinos rusos del Potemkin . Aunque parece lejano, pues aquel que no tiene metas claras, es poco probable que las alcance.

Es un drama, es un triller, es una película de acción, es una serie de tv… Un universo donde siempre está ocurriendo algo inesperado. El acorazado Potemkin representa la magnificación de la figura de las masas y las causas colectivas.