/ martes 15 de diciembre de 2020

Desigualdad laboral

A Max: por sus aportaciones y espíritu de lucha para la conformación de un país más justo y digno. Gracias por tus enseñanzas y tu sabiduría. Te recordaremos siempre.

Conforme a la Ley Federal del Trabajo y desde un enfoque jurídico, hemos comprendido que el salario que obtiene un trabajador o trabajadora deriva de una relación laboral donde es la contraprestación del trabajo subordinado; sin embargo desde un enfoque económico este concepto de salario se percibe como un ingreso, rédito o ganancia individual del trabajador o trabajadora.

Ambas concepciones tienen principios en común, uno de ellos es la igualdad sustantiva en la obtención de esta contraprestación, ingreso o ganancia; pues constitucionalmente nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento y toda persona puede dedicarse a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos.

Pero, ¿Qué ha pasado en el mundo entero al momento de que las personas desean desempeñar esta profesión, industria, comercio o trabajo? O bien ¿Cuándo obtienen la contraprestación, ingreso o ganancia por el desempeño de esa profesión, comercio o trabajo?

De acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 que propone la ONU en su agenda, el número 10 debe atender a reducir la desigualdad dentro y entre países, y proporciona un análisis donde menciona que de 110 países entre ellos donde se perciben ingresos altos y bajos, se mostró que el país medio tenia el 14% de la población con niveles de ingresos por debajo de ese umbral. Uno de los países más desigual muestra un 26% y el más igualitario solamente evidencia una diferencia del 3%. Esto es algo que al mundo entero ocupa.

En ese sentido la organización mundial, menciona que esto no esta correlacionada con la pobreza o riqueza, si no que sugiere que se promuevan políticas de igualdad e inclusión con relevancia universal.

Para medir el ingreso y la desigualdad que existe en el país, recientemente el economista Max Henderson, publicó “Seguimiento de la desigualdad económica en México”, donde explica una serie de metodologías que explican los resultados de la desigualdad en el país, destacando la tendencia a la baja de la desigualdad del ingreso durante los últimos 15 años.

En esta investigación menciona que la distribución del ingreso laboral de los jóvenes entre los 18 a 29 años en México y la Ciudad de México enfrentan la mayor desigualdad a nivel país que dentro de la capital del país, aunque ambas tendencias presentan una tendencia a la baja, consistente en la población ocupada en general entre los años 2005 a 2019.

El autor destaca, que los ingresos que perciben los jóvenes entre los 18 a 29 años, es de especial interés, en virtud de que la calidad de los primeros empleos tiene un efecto sobre la trayectoria laboral de las personas a lo que denomina bienestar individual de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo; y señala que “la desigualdad del ingreso laboral de los jóvenes combinado con sus ingresos reales nos ayuda a entender un componente de la calidad relativa de los primeros empleos en los que participan”.

Parte de los hallazgos de uno de los proyectos que cita en la investigación titulado “Economía digital y jóvenes: Alternativas disruptivas para reducir la desigualdad para CDMX 2030”, destaca que la población joven se emplea mayoritariamente en micronegocios que se dedican al comercio al por menor “muchos de estos son parte de la economía informal” y hay un especial interés por cursar capacitaciones, aunque están no presentan mayores ingresos; finalmente destaca que los jóvenes continúan enfrentando barreras geográficas para acceder a buenos empleos.

Una de las estrategias sociales que el gobierno federal ha mantenido para el impulso de esta política que señala el autor, es el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” que desde su inicio y hasta la fecha ha vinculado a 407,169 jóvenes entre los 18 a 29 años en 325,980 centros de trabajo verificados, dando la oportunidad a más de 237 mil mujeres y 169 mil hombre con estudios de primaria, secundaria, preparatoria, carrera técnica, licenciatura y posgrado desarrollar habilidades para el fortalecimiento de sus conocimientos y fomentar su desarrollo educativo y profesional, acercándolos a empresas, organizaciones civiles y negocios con tutores que los orienten para el desempeño de diversas actividades, proporcionándoles un apoyo económico de $3,748 pesos mensuales y dejando a consideración del tutor apoyos adicionales para fomentar en el aprendiz el interés en el desarrollo de sus habilidades durante el periodo de un año.

La brecha de la desigualdad en los sectores económicos lo advierte la ONU ante COVID-19 se ha intensificado y ha afectado en mayor medida a los pobres y comunidades más vulnerables, sacando a la luz las redes de seguridad social que hacen todavía más vulnerable a las comunidades a consecuencia de la crisis sanitaria. La Organización Internacional del Trabajo, considera clave para la recuperación económica del COVID-19 que los salarios mínimos se centren en el ser humano, que contribuyan para lograr la justicia social y disminuir la desigualdad, proponiendo que todas estas estrategias vayan acompañadas del impulso a la formalización de la economía, la creación de empleo y el crecimiento de las empresas sostenibles.

Sin embargo, la desigualdad del ingreso en todos los sectores se amplifica tanto como las horas que un docente dedica para formar a un estudiante a distancia; pues lo que antes ejemplificaba frente a un pintarrón en un aula durante una hora, ahora requiere una inversión del doble o triple de tiempo con herramientas virtuales propias, obteniendo la misma contraprestación por el servicio brindado ¿Esto es equitativo o remunerativo? Probablemente los indicadores y métricas empleadas demandarían evolucionar, entre la inversión que hace el profesional para desempeñar su labor y el ingreso que reciben determinados servicios que durante 9 meses se han brindado a distancia.

Es aquí donde se demanda evolucionar el derecho al trabajo, además de la libertad de profesión y la recepción de la contraprestación, buscar el bienestar individual de donde deriva la calidad del empleo, medirlos y monitorear su desempeño, es el rumbo para proponer reformas contundentes que hagan políticas públicas incluyentes y reformas a nuestra legislación bajo los criterios de los derechos humanos, es por ello que el camino siempre será la metodología que analizaba el economista Max Henderson.

A Max: por sus aportaciones y espíritu de lucha para la conformación de un país más justo y digno. Gracias por tus enseñanzas y tu sabiduría. Te recordaremos siempre.

Conforme a la Ley Federal del Trabajo y desde un enfoque jurídico, hemos comprendido que el salario que obtiene un trabajador o trabajadora deriva de una relación laboral donde es la contraprestación del trabajo subordinado; sin embargo desde un enfoque económico este concepto de salario se percibe como un ingreso, rédito o ganancia individual del trabajador o trabajadora.

Ambas concepciones tienen principios en común, uno de ellos es la igualdad sustantiva en la obtención de esta contraprestación, ingreso o ganancia; pues constitucionalmente nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento y toda persona puede dedicarse a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos.

Pero, ¿Qué ha pasado en el mundo entero al momento de que las personas desean desempeñar esta profesión, industria, comercio o trabajo? O bien ¿Cuándo obtienen la contraprestación, ingreso o ganancia por el desempeño de esa profesión, comercio o trabajo?

De acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 que propone la ONU en su agenda, el número 10 debe atender a reducir la desigualdad dentro y entre países, y proporciona un análisis donde menciona que de 110 países entre ellos donde se perciben ingresos altos y bajos, se mostró que el país medio tenia el 14% de la población con niveles de ingresos por debajo de ese umbral. Uno de los países más desigual muestra un 26% y el más igualitario solamente evidencia una diferencia del 3%. Esto es algo que al mundo entero ocupa.

En ese sentido la organización mundial, menciona que esto no esta correlacionada con la pobreza o riqueza, si no que sugiere que se promuevan políticas de igualdad e inclusión con relevancia universal.

Para medir el ingreso y la desigualdad que existe en el país, recientemente el economista Max Henderson, publicó “Seguimiento de la desigualdad económica en México”, donde explica una serie de metodologías que explican los resultados de la desigualdad en el país, destacando la tendencia a la baja de la desigualdad del ingreso durante los últimos 15 años.

En esta investigación menciona que la distribución del ingreso laboral de los jóvenes entre los 18 a 29 años en México y la Ciudad de México enfrentan la mayor desigualdad a nivel país que dentro de la capital del país, aunque ambas tendencias presentan una tendencia a la baja, consistente en la población ocupada en general entre los años 2005 a 2019.

El autor destaca, que los ingresos que perciben los jóvenes entre los 18 a 29 años, es de especial interés, en virtud de que la calidad de los primeros empleos tiene un efecto sobre la trayectoria laboral de las personas a lo que denomina bienestar individual de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo; y señala que “la desigualdad del ingreso laboral de los jóvenes combinado con sus ingresos reales nos ayuda a entender un componente de la calidad relativa de los primeros empleos en los que participan”.

Parte de los hallazgos de uno de los proyectos que cita en la investigación titulado “Economía digital y jóvenes: Alternativas disruptivas para reducir la desigualdad para CDMX 2030”, destaca que la población joven se emplea mayoritariamente en micronegocios que se dedican al comercio al por menor “muchos de estos son parte de la economía informal” y hay un especial interés por cursar capacitaciones, aunque están no presentan mayores ingresos; finalmente destaca que los jóvenes continúan enfrentando barreras geográficas para acceder a buenos empleos.

Una de las estrategias sociales que el gobierno federal ha mantenido para el impulso de esta política que señala el autor, es el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” que desde su inicio y hasta la fecha ha vinculado a 407,169 jóvenes entre los 18 a 29 años en 325,980 centros de trabajo verificados, dando la oportunidad a más de 237 mil mujeres y 169 mil hombre con estudios de primaria, secundaria, preparatoria, carrera técnica, licenciatura y posgrado desarrollar habilidades para el fortalecimiento de sus conocimientos y fomentar su desarrollo educativo y profesional, acercándolos a empresas, organizaciones civiles y negocios con tutores que los orienten para el desempeño de diversas actividades, proporcionándoles un apoyo económico de $3,748 pesos mensuales y dejando a consideración del tutor apoyos adicionales para fomentar en el aprendiz el interés en el desarrollo de sus habilidades durante el periodo de un año.

La brecha de la desigualdad en los sectores económicos lo advierte la ONU ante COVID-19 se ha intensificado y ha afectado en mayor medida a los pobres y comunidades más vulnerables, sacando a la luz las redes de seguridad social que hacen todavía más vulnerable a las comunidades a consecuencia de la crisis sanitaria. La Organización Internacional del Trabajo, considera clave para la recuperación económica del COVID-19 que los salarios mínimos se centren en el ser humano, que contribuyan para lograr la justicia social y disminuir la desigualdad, proponiendo que todas estas estrategias vayan acompañadas del impulso a la formalización de la economía, la creación de empleo y el crecimiento de las empresas sostenibles.

Sin embargo, la desigualdad del ingreso en todos los sectores se amplifica tanto como las horas que un docente dedica para formar a un estudiante a distancia; pues lo que antes ejemplificaba frente a un pintarrón en un aula durante una hora, ahora requiere una inversión del doble o triple de tiempo con herramientas virtuales propias, obteniendo la misma contraprestación por el servicio brindado ¿Esto es equitativo o remunerativo? Probablemente los indicadores y métricas empleadas demandarían evolucionar, entre la inversión que hace el profesional para desempeñar su labor y el ingreso que reciben determinados servicios que durante 9 meses se han brindado a distancia.

Es aquí donde se demanda evolucionar el derecho al trabajo, además de la libertad de profesión y la recepción de la contraprestación, buscar el bienestar individual de donde deriva la calidad del empleo, medirlos y monitorear su desempeño, es el rumbo para proponer reformas contundentes que hagan políticas públicas incluyentes y reformas a nuestra legislación bajo los criterios de los derechos humanos, es por ello que el camino siempre será la metodología que analizaba el economista Max Henderson.