/ miércoles 20 de febrero de 2019

Decisión suicida

En tiempos actuales cualquier equipo con inferioridad numérica a raíz de la expulsión de un jugador o por lesión sin opción a más cambios, se ve en la necesidad de modificar su planteamiento táctico, especialmente cuando se trata de jugadores de media cancha o defensa. Si la condición o vocación en un inicio es asumir permanentemente la ofensiva, esto sin duda alguna tiene que cambiar porque habrá que reforzar la zona que cubría el jugador expulsado, ya sea bajando a uno de sus delanteros en labor de media cancha o un mediocampista en labores más defensivas, otra es llamar de la banca a un jugador de las mismas características del que fue expulsado y sacrificar a un atacante.

Desafortunadamente la expulsión de Arce, justa o injusta en los inicios del partido y a pesar de ponerse adelante el marcador, pesó mucho en el transcurso del partido. El alto mando de los Dorados no se salió del scrip y mantuvo todo el partido su vocación ofensiva en la decisión que nos pareció suicida y que termino por hundir al equipo con un marcador de escándalo. De verdad alabamos la actitud del equipo que lo llevo incluso a empatar a 3 goles pero en su afán, primero de anotar un cuarto y luego de y tratar de nueva cuenta empatar, simplemente se desdibujó atrás, cometiendo errores de primaria, como dejar botar la pelota cerca de su área.

En plática con amigos aficionados, coincidimos en que el árbitro tal vez fue de mecha corta, no sabemos si en las protestas de Arce hubo insultos, lo que si es que la falta del jugador atlantista merecía la tarjeta amarilla y que de haberle aplicado no hubiese sucedido y en cuanto al penal, la verdad no podemos opinar porque seguimos el viaje de la pelota y de pronto apareció un jugador visitante en el césped y el silbante señalando el manchón de penal.

Sin duda una amarga, muy amarga derrota, pues jamás a Dorados lo habían humillado de esa forma; creemos que el juego estaba para ser mucho más cerrado y que la lluvia de goles no la habríamos visto de no ser por la expulsión y también creemos que Dorados a como tenía planeado el juego, sus posibilidades de salir con la victoria eran muchas.

El espacio que tenemos para nuestros comentarios no da para analizar con meticulosidad los hechos tácticos de manera detallada, pero basta y sobra señalar que, aunque aplaudimos la voluntad ofensiva de todos, no estamos muy de acuerdo con lo sucedido en cuanto a replantear de otra forma el partido a partir de la expulsión de Arce. De verdad, no creemos que nadie hubiese criticado si el alto mando hubiese tomado medidas un poco más defensivas, balancear mejor al equipo sobre todo teniendo enfrente una ofensiva tan peligrosa como la mostrada por el Atlante.

Nos vemos mañana.

En tiempos actuales cualquier equipo con inferioridad numérica a raíz de la expulsión de un jugador o por lesión sin opción a más cambios, se ve en la necesidad de modificar su planteamiento táctico, especialmente cuando se trata de jugadores de media cancha o defensa. Si la condición o vocación en un inicio es asumir permanentemente la ofensiva, esto sin duda alguna tiene que cambiar porque habrá que reforzar la zona que cubría el jugador expulsado, ya sea bajando a uno de sus delanteros en labor de media cancha o un mediocampista en labores más defensivas, otra es llamar de la banca a un jugador de las mismas características del que fue expulsado y sacrificar a un atacante.

Desafortunadamente la expulsión de Arce, justa o injusta en los inicios del partido y a pesar de ponerse adelante el marcador, pesó mucho en el transcurso del partido. El alto mando de los Dorados no se salió del scrip y mantuvo todo el partido su vocación ofensiva en la decisión que nos pareció suicida y que termino por hundir al equipo con un marcador de escándalo. De verdad alabamos la actitud del equipo que lo llevo incluso a empatar a 3 goles pero en su afán, primero de anotar un cuarto y luego de y tratar de nueva cuenta empatar, simplemente se desdibujó atrás, cometiendo errores de primaria, como dejar botar la pelota cerca de su área.

En plática con amigos aficionados, coincidimos en que el árbitro tal vez fue de mecha corta, no sabemos si en las protestas de Arce hubo insultos, lo que si es que la falta del jugador atlantista merecía la tarjeta amarilla y que de haberle aplicado no hubiese sucedido y en cuanto al penal, la verdad no podemos opinar porque seguimos el viaje de la pelota y de pronto apareció un jugador visitante en el césped y el silbante señalando el manchón de penal.

Sin duda una amarga, muy amarga derrota, pues jamás a Dorados lo habían humillado de esa forma; creemos que el juego estaba para ser mucho más cerrado y que la lluvia de goles no la habríamos visto de no ser por la expulsión y también creemos que Dorados a como tenía planeado el juego, sus posibilidades de salir con la victoria eran muchas.

El espacio que tenemos para nuestros comentarios no da para analizar con meticulosidad los hechos tácticos de manera detallada, pero basta y sobra señalar que, aunque aplaudimos la voluntad ofensiva de todos, no estamos muy de acuerdo con lo sucedido en cuanto a replantear de otra forma el partido a partir de la expulsión de Arce. De verdad, no creemos que nadie hubiese criticado si el alto mando hubiese tomado medidas un poco más defensivas, balancear mejor al equipo sobre todo teniendo enfrente una ofensiva tan peligrosa como la mostrada por el Atlante.

Nos vemos mañana.