/ viernes 20 de marzo de 2020

De lo individual, hacia una identidad de la humanidad

Con el Coronavirus, la peste del siglo XXI, queda claro, sin posibilidad de demostrar lo contrario, que la humanidad es sólo una, que no existen fronteras, menos razas, color, idiomas, creencias o ideologías que nos separen.

Así queda superada la dicotomía de la identidad de cada persona como ser único, con sus cualidades propias, y por otro lado, la identidad como pertenencia a una nación.

Lo anterior se puede diferenciar por cuestiones metodológicas y científicas, pero son parte de lo mismo, de una identidad que te identifica en lo personal y en lo social, en lo interior y en lo exterior, aunque al final la identidad es una, que es, el ser parte de la humanidad.

1. LA HUMANIDAD EN RIESGO

Recordé La Peste de Albert Camus y Muerte en Venecia de Tomás Mann, en ambas novelas se trata de epidemias de épocas en las que había poco desarrollo de la ciencia, pero lo paradójico es que se trata de regiones muy localizadas, en Orán, Argelia y en Venecia, Italia.

En cambio, la epidemia de nuestro siglo está globalizada, en todos los países del mundo, como nunca en la historia de la humanidad, lo que robustece la idea de que somos uno, sin diferencias, sólo seres humanos.

2. POR QUÉ IDENTIDAD

En la lectura de Identidad, La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento, del escritor Francis Fukuyama, se encuentran los enfoques y tipos de identidad a partir del estudio que hace de los filósofos a través de la historia.

Sin embargo, lo que llama la atención, es que con el Coronavirus, la identidad que cuenta es la pertenencia a la humanidad, porque se han roto todas las barreras y fronteras.

De qué sirve, parafraseando a Fukuyama, poner muros en lugar de puentes, nada detiene a esta peste moderna, ni cerrando las fronteras.

Los nacionalismos no tienen cabida, el cuidar tus regiones o espacios de poder, como se ha hecho en Norteamérica, también a ellos les impactó; o como sucede con Inglaterra, que sale de la comunidad europea.

Entonces se han dado las condiciones para que, esperemos que termine pronto, se haga un replanteamiento de lo que es la identidad, para implementar políticas públicas de carácter internacional, más humanas, porque al final lo que suceda en algún país repercute en la humanidad. Como ahora, lo que pasó en China, llegó a Italia, España y Francia. Luego a Estados Unidos, para estar más cerca de México con su amplia frontera.

Que se terminen las confrontaciones por el poder, como una forma de destruir al de enfrente, porque eso repercutirá en quien lo haga.

Lo vemos con la vacuna, para atacar el Coronavirus, ya lo está haciendo China, Alemania y Estados Unidos, pero que todavía no se tienen los resultados, se espera que esta lucha por alcanzar pronto la salud, sea una carrera por la humanidad y no una carrera por el poder.

Estamos a la su merced.

Con el Coronavirus, la peste del siglo XXI, queda claro, sin posibilidad de demostrar lo contrario, que la humanidad es sólo una, que no existen fronteras, menos razas, color, idiomas, creencias o ideologías que nos separen.

Así queda superada la dicotomía de la identidad de cada persona como ser único, con sus cualidades propias, y por otro lado, la identidad como pertenencia a una nación.

Lo anterior se puede diferenciar por cuestiones metodológicas y científicas, pero son parte de lo mismo, de una identidad que te identifica en lo personal y en lo social, en lo interior y en lo exterior, aunque al final la identidad es una, que es, el ser parte de la humanidad.

1. LA HUMANIDAD EN RIESGO

Recordé La Peste de Albert Camus y Muerte en Venecia de Tomás Mann, en ambas novelas se trata de epidemias de épocas en las que había poco desarrollo de la ciencia, pero lo paradójico es que se trata de regiones muy localizadas, en Orán, Argelia y en Venecia, Italia.

En cambio, la epidemia de nuestro siglo está globalizada, en todos los países del mundo, como nunca en la historia de la humanidad, lo que robustece la idea de que somos uno, sin diferencias, sólo seres humanos.

2. POR QUÉ IDENTIDAD

En la lectura de Identidad, La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento, del escritor Francis Fukuyama, se encuentran los enfoques y tipos de identidad a partir del estudio que hace de los filósofos a través de la historia.

Sin embargo, lo que llama la atención, es que con el Coronavirus, la identidad que cuenta es la pertenencia a la humanidad, porque se han roto todas las barreras y fronteras.

De qué sirve, parafraseando a Fukuyama, poner muros en lugar de puentes, nada detiene a esta peste moderna, ni cerrando las fronteras.

Los nacionalismos no tienen cabida, el cuidar tus regiones o espacios de poder, como se ha hecho en Norteamérica, también a ellos les impactó; o como sucede con Inglaterra, que sale de la comunidad europea.

Entonces se han dado las condiciones para que, esperemos que termine pronto, se haga un replanteamiento de lo que es la identidad, para implementar políticas públicas de carácter internacional, más humanas, porque al final lo que suceda en algún país repercute en la humanidad. Como ahora, lo que pasó en China, llegó a Italia, España y Francia. Luego a Estados Unidos, para estar más cerca de México con su amplia frontera.

Que se terminen las confrontaciones por el poder, como una forma de destruir al de enfrente, porque eso repercutirá en quien lo haga.

Lo vemos con la vacuna, para atacar el Coronavirus, ya lo está haciendo China, Alemania y Estados Unidos, pero que todavía no se tienen los resultados, se espera que esta lucha por alcanzar pronto la salud, sea una carrera por la humanidad y no una carrera por el poder.

Estamos a la su merced.