/ martes 15 de febrero de 2022

De la estirpe de Agustina Ramírez

Este pasado 14 de febrero se ha cumplido el 143 aniversario luctuoso de Agustina Ramírez. Una mujer nacida en 1813 en Mocorito, Sinaloa, cuyo linaje se ha prolongado en la construcción de la identidad de la mujer sinaloense actual.

La heroína mexicana, es reconocida como tal, por entregarle a Benito Juárez sus trece hijos para que lucharan en defensa de la República y contra la intervención francesa desde tierras sinaloenses. De ellos solo uno sobrevivió al conflicto armado, justamente quien, “con los límpidos y alegres sonidos de su corneta, anunció a la República el triunfo obtenido en San Pedro sobre los primeros soldados del mundo”, nos dice Nakayama.

Fueron los tiempos de la segunda gran transformación de la vida pública de México. Agustina Ramírez, su esposo, el soldado Severiano Rodríguez y sus trece hijos, aportaron a esa transformación desde abajo, desde la tropa, desde la entrega de sus vidas, para construir “los destinos de un México donde no tuviera cabida la injusticia y la desigualdad”. Agustina Ramírez, una mujer humilde, indígena y valiente, entregó todo lo que tenía, lo más preciado: su familia. Mientras, arriba, Juan Álvarez, Ignacio Comonfort, Trinidad Gómez, Tomás Moreno y Rafael Benavides, discutían y diseñaban el Plan de Ayutla de 1854 y la Constitución de 1857, documentos históricos en la construcción de México como nación. Era la construcción de un nuevo modelo de República cuya propiedad era la garantía de los derechos de las personas, la soberanía nacional, la división de poderes y el fortalecimiento de la unión nacional.

Sin embargo, es necesario decir que los hombres de Estado de aquella época no correspondieron a la generosidad de esta heroína y su único hijo sobreviviente. Fue tortuoso el camino que tuvo que recorrer para que le entregaran una pensión de 30 pesos mensuales por los servicios prestados a la patria. Pocas veces le pagaron, pues se les olvidaba establecerlo en la Ley de Ingresos. Después, una compensación de mil pesos recibió por el error burocrático del olvido. Posteriormente, el presidente de la República le otorgó una pensión de 180 pesos mensuales, pero los trámites no corrieron a tiempo y el destino la alcanzó, muriendo el 14 de febrero de 1879, a los 66 años de edad.

Por ello, para reivindicar su memoria, en 1958 la XLII legislatura declara a Agustina Ramírez Benemérita del Estado de Sinaloa y, mediante el decreto número 57 publicado en el periódico oficial El Estado de Sinaloa, el 4 de febrero de 1980, se crea la Medalla y Premio al Mérito Agustina Ramírez, otorgados por el Gobierno de Sinaloa, cada 14 de febrero, a la mujer sinaloense más destacada “por sus aportaciones y servicios a la sociedad y el desarrollo del estado”.

Este año ha sido muy significativo este evento conmemorativo porque es la primera entrega en la nueva época, en donde, por primera vez el Gobierno de Sinaloa es encabezado por un liderazgo que conoce y ha estudiado la historia de Sinaloa: el Dr. Rubén Rocha Moya, quien ha sabido interpretar adecuadamente los tiempos de cambio que se viven en materia de igualdad de género; quien fue protagonista, como senador de la República, de la mitad de las reformas legislativas que hemos hecho y a quien ha de corresponderle implementar el cien por ciento de las mismas en nuestro estado.

Justamente, para ello ha integrado un gabinete paritario, por primera vez en la historia. En este aspecto vale destacar en dicho gabinete la presencia de una mujer como Graciela Domínguez en la Sepyc, que es la secretaría responsable de llevar a cabo la selección de quienes obtienen el reconocimiento Agustina Ramírez. Es pertinente, volver a reconocer, en esta misma línea, el acierto de crear la primera Secretaría de las Mujeres y de que su titular sea la Dra. Teresa Guerra.

El gobernador Rubén Rocha Moya, Graciela Domínguez Nava, Teresa Guerra Ochoa, y todos y todas quienes hoy ostentamos una representación de gobierno o legislativa, tenemos no solo la responsabilidad, también la oportunidad y el deber de que no se repitan las ingratitudes del Estado con las mujeres sinaloenses que nos han dado patria, identidad e historia. Asumamos con responsabilidad el reconocimiento a la entrega de nuestras heroínas sinaloenses.


Este pasado 14 de febrero se ha cumplido el 143 aniversario luctuoso de Agustina Ramírez. Una mujer nacida en 1813 en Mocorito, Sinaloa, cuyo linaje se ha prolongado en la construcción de la identidad de la mujer sinaloense actual.

La heroína mexicana, es reconocida como tal, por entregarle a Benito Juárez sus trece hijos para que lucharan en defensa de la República y contra la intervención francesa desde tierras sinaloenses. De ellos solo uno sobrevivió al conflicto armado, justamente quien, “con los límpidos y alegres sonidos de su corneta, anunció a la República el triunfo obtenido en San Pedro sobre los primeros soldados del mundo”, nos dice Nakayama.

Fueron los tiempos de la segunda gran transformación de la vida pública de México. Agustina Ramírez, su esposo, el soldado Severiano Rodríguez y sus trece hijos, aportaron a esa transformación desde abajo, desde la tropa, desde la entrega de sus vidas, para construir “los destinos de un México donde no tuviera cabida la injusticia y la desigualdad”. Agustina Ramírez, una mujer humilde, indígena y valiente, entregó todo lo que tenía, lo más preciado: su familia. Mientras, arriba, Juan Álvarez, Ignacio Comonfort, Trinidad Gómez, Tomás Moreno y Rafael Benavides, discutían y diseñaban el Plan de Ayutla de 1854 y la Constitución de 1857, documentos históricos en la construcción de México como nación. Era la construcción de un nuevo modelo de República cuya propiedad era la garantía de los derechos de las personas, la soberanía nacional, la división de poderes y el fortalecimiento de la unión nacional.

Sin embargo, es necesario decir que los hombres de Estado de aquella época no correspondieron a la generosidad de esta heroína y su único hijo sobreviviente. Fue tortuoso el camino que tuvo que recorrer para que le entregaran una pensión de 30 pesos mensuales por los servicios prestados a la patria. Pocas veces le pagaron, pues se les olvidaba establecerlo en la Ley de Ingresos. Después, una compensación de mil pesos recibió por el error burocrático del olvido. Posteriormente, el presidente de la República le otorgó una pensión de 180 pesos mensuales, pero los trámites no corrieron a tiempo y el destino la alcanzó, muriendo el 14 de febrero de 1879, a los 66 años de edad.

Por ello, para reivindicar su memoria, en 1958 la XLII legislatura declara a Agustina Ramírez Benemérita del Estado de Sinaloa y, mediante el decreto número 57 publicado en el periódico oficial El Estado de Sinaloa, el 4 de febrero de 1980, se crea la Medalla y Premio al Mérito Agustina Ramírez, otorgados por el Gobierno de Sinaloa, cada 14 de febrero, a la mujer sinaloense más destacada “por sus aportaciones y servicios a la sociedad y el desarrollo del estado”.

Este año ha sido muy significativo este evento conmemorativo porque es la primera entrega en la nueva época, en donde, por primera vez el Gobierno de Sinaloa es encabezado por un liderazgo que conoce y ha estudiado la historia de Sinaloa: el Dr. Rubén Rocha Moya, quien ha sabido interpretar adecuadamente los tiempos de cambio que se viven en materia de igualdad de género; quien fue protagonista, como senador de la República, de la mitad de las reformas legislativas que hemos hecho y a quien ha de corresponderle implementar el cien por ciento de las mismas en nuestro estado.

Justamente, para ello ha integrado un gabinete paritario, por primera vez en la historia. En este aspecto vale destacar en dicho gabinete la presencia de una mujer como Graciela Domínguez en la Sepyc, que es la secretaría responsable de llevar a cabo la selección de quienes obtienen el reconocimiento Agustina Ramírez. Es pertinente, volver a reconocer, en esta misma línea, el acierto de crear la primera Secretaría de las Mujeres y de que su titular sea la Dra. Teresa Guerra.

El gobernador Rubén Rocha Moya, Graciela Domínguez Nava, Teresa Guerra Ochoa, y todos y todas quienes hoy ostentamos una representación de gobierno o legislativa, tenemos no solo la responsabilidad, también la oportunidad y el deber de que no se repitan las ingratitudes del Estado con las mujeres sinaloenses que nos han dado patria, identidad e historia. Asumamos con responsabilidad el reconocimiento a la entrega de nuestras heroínas sinaloenses.