/ lunes 20 de abril de 2020

Coronavirus... No sabe de treguas.


México, el país de nuestros amores, se encuentra convulsionado. No es alarmismo. No creo sea tampoco una expresión exagerada ni un acto de paranoia de mi parte.

Es por desgracia la realidad que todo el pueblo de México, está observando y viviendo en estos momentos.

Por ello, insisto en afirmar que nuestra nación está severamente convulsionada, y no por los efectos de una, sino por la triste realidad de tres pandemias. La de salud, la económica y la política.

Tres pandemias, sí. Tres desgracias generadas por la presencia de un virus que nadie sabe de dónde vino pero que nos llegó para trastocar la vida de todos los habitantes de éste país y del mundo mismo.

1.- La pandemia de la salud pública, que tiene de rodillas al gobierno y prácticamente paralizada a toda la población mexicana.

2.-La pandemia económica que ha generado el choque frontal entre el gobierno de la República y el grueso de los sectores empresariales, en donde clasifican desde la micro, pequeña, mediana hasta los grandes consorcios empresariales del país.

3.-La pandemia política, que se ha revolucionado por los efectos de las dos primeramente citadas, llevando al terreno de la confrontación despiadada a los partidos políticos y la sociedad misma, dejando casi olvidado el tema de la salud pública para enfrascarse en la discusión de una posible revocación de mandato del propio Presidente de la República.

Es de tal modo evidente lo endeble de nuestras instituciones, cuando la presencia de un virus que ha ocasionado importantes daños colaterales a todo el andamiaje social, político y económico de México, lejos de unificar fuerzas y criterios, nos lleva por extremos. Es decir, confronta a los mexicanos.

Un virus que debió servir para generar armonía, amor y paz social, nos divide.

Un virus que lejos de servir para acabar con fobias, odios, rencores y diferencias políticas, genera, por el contrario, sentimientos negativos y agranda el distanciamiento entre los hombres y mujeres de México.

Por desgracia, esa especie de arena de lucha política en que está convertido nuestro país, representa un freno muy importante en la guerra que a todos nos corresponde librar frente a las tres pandemias que nos flagelan, por lo que el llamado urgente sería para que quienes mueven la política y la economía nacional, pacten una verdadera tregua de paz y respeto.

Una tregua, señoras y señores, que prevalezca por lo menos mientras salvamos la emergencia de la pandemia.

De otro modo, quedaríamos a merced del letal virus, el cual si no se combate con efectividad seguirá matando mexicanos.

Lo malo es reconocer que esa presunta bacteria nunca aceptará darnos tregua… Tienen la palabra los señores dueños de los poderes de México.


México, el país de nuestros amores, se encuentra convulsionado. No es alarmismo. No creo sea tampoco una expresión exagerada ni un acto de paranoia de mi parte.

Es por desgracia la realidad que todo el pueblo de México, está observando y viviendo en estos momentos.

Por ello, insisto en afirmar que nuestra nación está severamente convulsionada, y no por los efectos de una, sino por la triste realidad de tres pandemias. La de salud, la económica y la política.

Tres pandemias, sí. Tres desgracias generadas por la presencia de un virus que nadie sabe de dónde vino pero que nos llegó para trastocar la vida de todos los habitantes de éste país y del mundo mismo.

1.- La pandemia de la salud pública, que tiene de rodillas al gobierno y prácticamente paralizada a toda la población mexicana.

2.-La pandemia económica que ha generado el choque frontal entre el gobierno de la República y el grueso de los sectores empresariales, en donde clasifican desde la micro, pequeña, mediana hasta los grandes consorcios empresariales del país.

3.-La pandemia política, que se ha revolucionado por los efectos de las dos primeramente citadas, llevando al terreno de la confrontación despiadada a los partidos políticos y la sociedad misma, dejando casi olvidado el tema de la salud pública para enfrascarse en la discusión de una posible revocación de mandato del propio Presidente de la República.

Es de tal modo evidente lo endeble de nuestras instituciones, cuando la presencia de un virus que ha ocasionado importantes daños colaterales a todo el andamiaje social, político y económico de México, lejos de unificar fuerzas y criterios, nos lleva por extremos. Es decir, confronta a los mexicanos.

Un virus que debió servir para generar armonía, amor y paz social, nos divide.

Un virus que lejos de servir para acabar con fobias, odios, rencores y diferencias políticas, genera, por el contrario, sentimientos negativos y agranda el distanciamiento entre los hombres y mujeres de México.

Por desgracia, esa especie de arena de lucha política en que está convertido nuestro país, representa un freno muy importante en la guerra que a todos nos corresponde librar frente a las tres pandemias que nos flagelan, por lo que el llamado urgente sería para que quienes mueven la política y la economía nacional, pacten una verdadera tregua de paz y respeto.

Una tregua, señoras y señores, que prevalezca por lo menos mientras salvamos la emergencia de la pandemia.

De otro modo, quedaríamos a merced del letal virus, el cual si no se combate con efectividad seguirá matando mexicanos.

Lo malo es reconocer que esa presunta bacteria nunca aceptará darnos tregua… Tienen la palabra los señores dueños de los poderes de México.