/ jueves 9 de diciembre de 2021

Contubernium

El significado actual que le damos a la palabra contubernio es negativo, porque alude a pactos, acuerdos o asociaciones oscuras, reprobables o indignas. Sin embargo, su origen etimológico es distinto, proviene del latín (contubernium) y era la división de hombres más pequeña del ejército romano. Esta consistía en un grupo de ocho soldados más dos trabajadores no combatientes que compartían la tienda de campaña en el campamento temporal o en el fuerte de su legión; así como también la distribución de las tareas relacionadas al armado y desarmado de la tienda durante los movimientos de tropas. Según el historiador romano Rufo Festo su nombre proviene de tabernaculus, el cual a su vez provenía de taberna, es decir, el nombre antiguo con el que se denominaba a las tiendas militares. Varios contubernios formaban una centuria y su organización mediante contubernios permitía agilizar en gran medida la marcha de las legiones de un campo de batalla a otro.

Este contubernium forjaba camaradería, unidad y espíritu de cuerpo entre los legionarios, por lo que era común referirse como contubernales a personas que estrechaban una fuerte amistad o vivían juntas. Al final de la República y luego de la Roma imperial, las legiones se profesionalizaron y desempeñaron un rol político importante, al mismo tiempo que su apoyo era decisivo para que un emperador consolidara su poder o fuera defenestrado, por lo que la amenaza de los milites al poder civil era más que una posibilidad. De ahí que los gobernantes no podían alejarse de sus provincias con sus legiones. El 11 de enero del año 49 a.C., cuando Julio César junto con sus legiones cruzó el río Rubicón -que marcaba la frontera entre la Galia e Italia-, se precipitó una crisis constitucional en la República, dando paso a la Guerra Civil. A partir de este evento, las legiones se reclutaban por campaña, para garantizar su lealtad al Emperador y no a sus generales.

En esa antigüedad, durante el último siglo de la República, por intereses económicos, la lealtad de las legiones se desplazaba entre el Senado y los poderosos procónsules que gobernaban las provincias fronterizas, quienes empezaron a enfrentarse unos con otros, iniciando guerras civiles para conseguir el control del Estado. Ejemplo de estos procónsules envueltos en estas guerras intestinas, los tenemos con Lucio Cornelio Sila, Julio César (tío abuelo de Octavio), Cneo Pompeyo, Marco Licinio Craso, Marco Antonio o el propio Octavio, que sería más tarde conocido como César Augusto, el primer emperador, que gobernó desde el año 27 a. C., y durante su imperium decidió –al igual que César y Marco Antonio- que reclutar legionarios de varias compañías de las provincias y formar su Guardia Pretoriana, y que si bien era útil en la guerra, lo era aún más en la política. La Guardia Pretoriana a era un cuerpo militar de élite que servía de escolta y protección a los emperadores romanos. Antes de los emperadores, esta escolta era usada por los líderes militares aún desde los días de la familia de los Escipiones alrededor del año 146 a. C. Estos soldados de las cohortes pretorianas recibían doble paga y gozaban de numerosos privilegios. Los prefectos del pretorio se convirtieron poco a poco, gracias a esos privilegios y acceso al poder militar y económico, en primeros ministros del emperador, en algunos casos, con poder para deponer o asesinar emperadores. Después de la muerte de Augusto en el año 14, los ambiciosos y politizados pretorianos comenzaron a usar su fuerza militar para ejercer presión sobre las políticas del Imperio, se volvieron sobornables, magnicidas y una amenaza para sus mismos prefectos y para el pueblo romano. En el 41, Calígula fue la víctima homicida de la conjura de algunos senadores y miembros del pretorio. Los pretorianos impusieron al Senado a Claudio como emperador, porque se habían convertido por propia iniciativa en los electores de los nuevos emperadores y en los portadores del consenso del Imperio sobre la obra política de cada emperador. El poder político paga, y la elección de Claudio vino acompañada de la promesa de una paga extraordinaria, donativum, de 15 mil sestercios para cada soldado pretoriano y de una cantidad equivalente para los miembros de las cohortes urbanas.

Sejano, en el 14 a. C., fue nombrado prefecto del pretorio, e introdujo una serie de reformas en el cuerpo que lo transformaron de un simple grupo de guardaespaldas a una poderosa rama gubernamental con gran influencia (sobre el propio Tiberio) que participaba en la administración civil y en la seguridad pública. Eliminó a los adversarios políticos de Tiberio, incluso al hijo del emperador, Druso el Menor. Cuando Tiberio se retiró a la isla de Capri en el 26 a. C., Sejano quedó en posesión de toda la administración y actuaba como gobernante de facto, pero su carrera terminó en el año 31, año de su elección consular, cuando él y sus seguidores fueron ejecutados debido a la existencia de sospechas de que conspiraban contra Tiberio.

A finales del siglo II, Cayo Mario instituyó un ejército profesional de nuevo cuño, reclutado entre las clases sociales inferiores, los infraclassem, hasta entonces exentos del servicio militar, que recibían una paga por su servicio y la promesa de mejoras económicas una vez concluido. Pero esto implicaba también un grave riesgo para la estabilidad de la República, porque había generales que armaban y financiaban legiones de su propio bolsillo (como hizo Julio César en la guerra de las Galias), de modo que podían ser utilizadas como tropas mercenarias para obtener el poder.

La Suprema Corte en México tendrá que decidir sobre su apego constitucional o no, pero por disposición del presidente, los elementos del Ejército y la Marina podrán ejecutar legalmente doce funciones de seguridad pública que por definición eran competencia exclusiva de los policías civiles en México, y que van desde la posibilidad de hacer detenciones por cuenta propia, hasta supervisar cruces migratorios o participar en operativos para “restablecer el orden”. En la actualidad en nuestro país, las fuerzas armadas no sólo suplen funciones civiles en seguridad sino también en programas sociales, salud, educación, obras públicas, distribución de medicamentos, canales de riego en Nayarit o las obras de un banco público y administración de aeropuertos. Para la milicia, en este gobierno, hay un trato presupuestal con privilegios salariales y de prestaciones a los mandos, así como acceso a abundantes recursos públicos, por sus funciones empresariales como los más grandes ejecutores de obra pública. Las obras emblemáticas de infraestructura como el Tren Maya o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) estás siendo ejecutadas por la SEDENA y los aeropuertos de Palenque, Tulum y Chetumal también serán administrados por el Ejército y la Marina a través de una empresa pública, y López Obrador entregó a los militares el control administrativo (entiéndase también el económico) de los puertos y aduanas, según dijo, para combatir el tráfico de drogas y la corrupción. Las obras del Tren Transístmico y la ampliación de los puertos en Coatzacoalcos, en Veracruz y Salina Cruz en Oaxaca, están bajo la custodia de la Secretaría de Marina.

No solo hay una creciente y marcada militarización de la seguridad pública, sino que además, no ha servido para contener la violencia. Hoy, México tiene 29 homicidios por cada 100 mil habitantes (en 2017, la tasa mundial era de 6.1), de acuerdo al Estudio mundial sobre el homicidio (2019) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Aparte, se le han entregado a las Fuerzas Armadas 246 funciones civiles a las Fuerzas Armadas y para 2022 el presupuesto asignado a ellas será de más de 200 mil millones de pesos, de las mayores asignaciones presupuestales en la historia.

Ante el dicho del presidente en su discurso por los tres años de su gobierno, que “las acusaciones de que estamos militarizando al país carecen de toda lógica", los hechos dicen –según datos de la SEDENA- que se han desplegado más de 80 mil militares a las calles, cifra que duplica lo registrado en sexenios pasados. Inconstitucionalmente, la Guardia Nacional es el camuflaje de las fuerzas armadas y, contrario a las promesas presidenciales de resolver el problema de la inseguridad en seis meses, en estos tres años de gobierno ha habido más de 100,000 homicidios, más de 95 mil personas continúan desaparecidas, y hay un promedio de 2,800 homicidios dolosos diario y los feminicidios han aumentado 13%.

Juzgue usted si en esta militarización hay contubernio o no, entre quienes, el significado antiguo o actual que quiera asignarle a la palabra y si representa o no un peligro para la República.

El significado actual que le damos a la palabra contubernio es negativo, porque alude a pactos, acuerdos o asociaciones oscuras, reprobables o indignas. Sin embargo, su origen etimológico es distinto, proviene del latín (contubernium) y era la división de hombres más pequeña del ejército romano. Esta consistía en un grupo de ocho soldados más dos trabajadores no combatientes que compartían la tienda de campaña en el campamento temporal o en el fuerte de su legión; así como también la distribución de las tareas relacionadas al armado y desarmado de la tienda durante los movimientos de tropas. Según el historiador romano Rufo Festo su nombre proviene de tabernaculus, el cual a su vez provenía de taberna, es decir, el nombre antiguo con el que se denominaba a las tiendas militares. Varios contubernios formaban una centuria y su organización mediante contubernios permitía agilizar en gran medida la marcha de las legiones de un campo de batalla a otro.

Este contubernium forjaba camaradería, unidad y espíritu de cuerpo entre los legionarios, por lo que era común referirse como contubernales a personas que estrechaban una fuerte amistad o vivían juntas. Al final de la República y luego de la Roma imperial, las legiones se profesionalizaron y desempeñaron un rol político importante, al mismo tiempo que su apoyo era decisivo para que un emperador consolidara su poder o fuera defenestrado, por lo que la amenaza de los milites al poder civil era más que una posibilidad. De ahí que los gobernantes no podían alejarse de sus provincias con sus legiones. El 11 de enero del año 49 a.C., cuando Julio César junto con sus legiones cruzó el río Rubicón -que marcaba la frontera entre la Galia e Italia-, se precipitó una crisis constitucional en la República, dando paso a la Guerra Civil. A partir de este evento, las legiones se reclutaban por campaña, para garantizar su lealtad al Emperador y no a sus generales.

En esa antigüedad, durante el último siglo de la República, por intereses económicos, la lealtad de las legiones se desplazaba entre el Senado y los poderosos procónsules que gobernaban las provincias fronterizas, quienes empezaron a enfrentarse unos con otros, iniciando guerras civiles para conseguir el control del Estado. Ejemplo de estos procónsules envueltos en estas guerras intestinas, los tenemos con Lucio Cornelio Sila, Julio César (tío abuelo de Octavio), Cneo Pompeyo, Marco Licinio Craso, Marco Antonio o el propio Octavio, que sería más tarde conocido como César Augusto, el primer emperador, que gobernó desde el año 27 a. C., y durante su imperium decidió –al igual que César y Marco Antonio- que reclutar legionarios de varias compañías de las provincias y formar su Guardia Pretoriana, y que si bien era útil en la guerra, lo era aún más en la política. La Guardia Pretoriana a era un cuerpo militar de élite que servía de escolta y protección a los emperadores romanos. Antes de los emperadores, esta escolta era usada por los líderes militares aún desde los días de la familia de los Escipiones alrededor del año 146 a. C. Estos soldados de las cohortes pretorianas recibían doble paga y gozaban de numerosos privilegios. Los prefectos del pretorio se convirtieron poco a poco, gracias a esos privilegios y acceso al poder militar y económico, en primeros ministros del emperador, en algunos casos, con poder para deponer o asesinar emperadores. Después de la muerte de Augusto en el año 14, los ambiciosos y politizados pretorianos comenzaron a usar su fuerza militar para ejercer presión sobre las políticas del Imperio, se volvieron sobornables, magnicidas y una amenaza para sus mismos prefectos y para el pueblo romano. En el 41, Calígula fue la víctima homicida de la conjura de algunos senadores y miembros del pretorio. Los pretorianos impusieron al Senado a Claudio como emperador, porque se habían convertido por propia iniciativa en los electores de los nuevos emperadores y en los portadores del consenso del Imperio sobre la obra política de cada emperador. El poder político paga, y la elección de Claudio vino acompañada de la promesa de una paga extraordinaria, donativum, de 15 mil sestercios para cada soldado pretoriano y de una cantidad equivalente para los miembros de las cohortes urbanas.

Sejano, en el 14 a. C., fue nombrado prefecto del pretorio, e introdujo una serie de reformas en el cuerpo que lo transformaron de un simple grupo de guardaespaldas a una poderosa rama gubernamental con gran influencia (sobre el propio Tiberio) que participaba en la administración civil y en la seguridad pública. Eliminó a los adversarios políticos de Tiberio, incluso al hijo del emperador, Druso el Menor. Cuando Tiberio se retiró a la isla de Capri en el 26 a. C., Sejano quedó en posesión de toda la administración y actuaba como gobernante de facto, pero su carrera terminó en el año 31, año de su elección consular, cuando él y sus seguidores fueron ejecutados debido a la existencia de sospechas de que conspiraban contra Tiberio.

A finales del siglo II, Cayo Mario instituyó un ejército profesional de nuevo cuño, reclutado entre las clases sociales inferiores, los infraclassem, hasta entonces exentos del servicio militar, que recibían una paga por su servicio y la promesa de mejoras económicas una vez concluido. Pero esto implicaba también un grave riesgo para la estabilidad de la República, porque había generales que armaban y financiaban legiones de su propio bolsillo (como hizo Julio César en la guerra de las Galias), de modo que podían ser utilizadas como tropas mercenarias para obtener el poder.

La Suprema Corte en México tendrá que decidir sobre su apego constitucional o no, pero por disposición del presidente, los elementos del Ejército y la Marina podrán ejecutar legalmente doce funciones de seguridad pública que por definición eran competencia exclusiva de los policías civiles en México, y que van desde la posibilidad de hacer detenciones por cuenta propia, hasta supervisar cruces migratorios o participar en operativos para “restablecer el orden”. En la actualidad en nuestro país, las fuerzas armadas no sólo suplen funciones civiles en seguridad sino también en programas sociales, salud, educación, obras públicas, distribución de medicamentos, canales de riego en Nayarit o las obras de un banco público y administración de aeropuertos. Para la milicia, en este gobierno, hay un trato presupuestal con privilegios salariales y de prestaciones a los mandos, así como acceso a abundantes recursos públicos, por sus funciones empresariales como los más grandes ejecutores de obra pública. Las obras emblemáticas de infraestructura como el Tren Maya o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) estás siendo ejecutadas por la SEDENA y los aeropuertos de Palenque, Tulum y Chetumal también serán administrados por el Ejército y la Marina a través de una empresa pública, y López Obrador entregó a los militares el control administrativo (entiéndase también el económico) de los puertos y aduanas, según dijo, para combatir el tráfico de drogas y la corrupción. Las obras del Tren Transístmico y la ampliación de los puertos en Coatzacoalcos, en Veracruz y Salina Cruz en Oaxaca, están bajo la custodia de la Secretaría de Marina.

No solo hay una creciente y marcada militarización de la seguridad pública, sino que además, no ha servido para contener la violencia. Hoy, México tiene 29 homicidios por cada 100 mil habitantes (en 2017, la tasa mundial era de 6.1), de acuerdo al Estudio mundial sobre el homicidio (2019) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Aparte, se le han entregado a las Fuerzas Armadas 246 funciones civiles a las Fuerzas Armadas y para 2022 el presupuesto asignado a ellas será de más de 200 mil millones de pesos, de las mayores asignaciones presupuestales en la historia.

Ante el dicho del presidente en su discurso por los tres años de su gobierno, que “las acusaciones de que estamos militarizando al país carecen de toda lógica", los hechos dicen –según datos de la SEDENA- que se han desplegado más de 80 mil militares a las calles, cifra que duplica lo registrado en sexenios pasados. Inconstitucionalmente, la Guardia Nacional es el camuflaje de las fuerzas armadas y, contrario a las promesas presidenciales de resolver el problema de la inseguridad en seis meses, en estos tres años de gobierno ha habido más de 100,000 homicidios, más de 95 mil personas continúan desaparecidas, y hay un promedio de 2,800 homicidios dolosos diario y los feminicidios han aumentado 13%.

Juzgue usted si en esta militarización hay contubernio o no, entre quienes, el significado antiguo o actual que quiera asignarle a la palabra y si representa o no un peligro para la República.