/ miércoles 16 de junio de 2021

Con todo lo anterior

“Con todo, si consideramos la situación actual, situación no de crisis sino de descomposición, de deterioro de las sociedades occidentales, nos encontramos nuevamente frente a una antinomia de primera magnitud. Es la siguiente: lo que se requiere es inmenso, llega muy lejos (y los seres humanos, como son y como los reproducen constantemente las sociedades occidentales, y también las otras, están inmensamente alejados de tenerlo). ¿Qué es lo que se requiere? Tomando en cuenta la crisis ecológica, la extrema desigual-dad de la repartición de las riquezas entre países ricos y países pobres, la casi imposibilidad de que el sistema continúe su curso presente, lo que se requiere es una nueva creación imaginaria de una importancia sin igual en el pasado, una creación que ubicaría en el centro de la vida humana otras significaciones que no fueran la expansión de la producción o del consumo, que plantearía objetivos de vida diferentes, que pudieran ser reconocidos por los seres humanos como algo que valiera la pena. Eso exigiría evidentemente una reorganización de las instituciones sociales, de las relaciones de trabajo, de las relaciones económicas, políticas, culturales. Ahora bien, esta orientación está extremadamente apartada de lo que piensan, y quizás de lo que desean los humanos de hoy. Esta es la tremenda dificultad con la que nos enfrentamos. Deberíamos querer una sociedad en la cual los valores económicos hubieran dejado de ser centrales (o únicos), donde la economía regresara a su lugar como simple medio de la vida humana y no como fin último, en la cual, por lo tanto, renunciáramos a esta loca carrera hacia un consumo siempre creciente. Eso no solamente es necesario para evitar la definitiva destrucción del entorno terrestre, sino también y sobre todo para salir de la miseria psíquica y moral de los humanos contemporáneos. Sería necesario, entonces, que a partir de ese momento los seres humanos (hablo ahora de los países ricos) aceptaran un nivel de vida decente pero frugal, y renunciaran a la idea de que el objetivo central de su vida es que su consumo aumente de 2 a 3 % por año. Para que aceptaran eso, sería necesario que otra cosa diera sentido a sus vidas. Se sabe, yo sé lo que puede ser esa otra cosa, pero evidentemente eso no sirve de nada si la gran mayoría de las personas no lo acepta y no hace lo necesario para que se realice. Esa cosa es el desarrollo de los seres humanos, en lugar del desarrollo de los cachivaches. Eso exigiría otra organización del trabajo, que debería dejar de ser un incordio para convertirse en un campo de despliegue de las capacidades humanas; otros sistemas políticos, una verdadera democracia que implique la participación de todos en la toma de decisiones; otra organización de la Paideia para formar ciudadanos capaces de gobernar y de ser gobernados, como decía admirablemente Aristóteles, y así sucesivamente. Evidentemente, todo eso plantea problemas inmensos: por ejemplo, ¿cómo podría una democracia verdadera, una democracia directa, funcionar ya no a una escala de 30.000ciudadanos, como en la Atenas clásica, sino a una escala de 40 millones de ciudadanos, como en Francia, o incluso a la escala de varios miles de millones de individuos en el planeta. Problemas inmensamente difíciles, pero que en mi opinión tienen solución, a condición, precisamente, de que la mayoría de los seres humanos y sus capacidades se movilicen para crearla, en lugar de preocuparse por saber cuándo podremos tener una televisión de tres dimensiones. Estas son las tareas que tenemos frente a nosotros, y la tragedia de nuestra época es que la humanidad occidental no se preocupa por ellas. ¿Cuánto tiempo permanecerá esta humanidad obsesionada por estas inanidades y estas ilusiones que se llaman mercancías? ¿Acaso una catástrofe cualquiera (ecológica, por ejemplo) traería un despertar brutal, o más bien traería regímenes autoritarios o totalitarios? Nadie puede responder a ese tipo de preguntas. Lo que se puede decir es que todos los que tienen conciencia del carácter terriblemente importante de lo que está en juego deben intentar hablar, criticar esa carrera hacia el abismo, despertar la conciencia de sus conciudadanos”. -Cornelius Castoriadis. –

Con todo lo anterior que no es todo (lo de) Castoriadis que es la cualidad humana de la experiencia en la práctica de ser y hacer lo que la condición humana (de y para) la democracia autocrítica y pone a la crítica ante la crisis para verla y sentirla como una descomposición que, en David Harvey, es la acumulación y la desposesión del ser humano en la actualidad con la carga del siglo xx en la descarga, al vacío, en el siglo xxi, el Estado-Obrador con el proyecto humaniutilitarista y estatista de la Cuarta Transformación, da el ancho más en la proyección sin una introyección autocrítica por la estructura ausente que la soporta, mas no, la sustenta porque no es sustentable, ni sostenible en un territorio que se le ha impuesto la propia estructura ausente del electorado a seguir siendo más la conveniencia que la convicción ética y moral de una guía que polariza y confronta porque el neoliberalismo solamente ha sido superado en apariencia, simulación y emulación con el pos(t)-neoliberalismo autoritario y conservador, nacionalista a ultranza y populista a vox populi, disperso como la dispersión propia y ajena de los dineros para el asistencialismo social para mantener viva la esperanza de los viejos en los jóvenes de(s)construyendo el futuro-pasado en que el presente está en la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad, la enfermedad y la vacuna que asolan con el sol a plomo y que enlunan con la luna a plata, en el país de las sombras espectrales, cualquier introyección-proyección crítica no es más que la crisis, cuando es la descomposición política, económica y sociocultural (de y para) México, por lo que representamos, y no, por lo que significamos, los mexicanos: No Somos Iguales, democrática y ontológicamente (de y para) la 4T.

¿Cuál es la calidad de vida en los 30 millones de votantes por la 4T; ¿han mejorado en la salud, la alimentación, la educación, y, el trabajo?

¿Alcanza la austeridad republicana para la canasta básica nacional, principalmente, para primero los pobres, comiendo de la canasta del T-MEC los alimentos de importación, y no, de la producción alimentaria interna-inexistente?

Cuando un proceso electoral, lo que hace es reposicionar-reposesionar el poder, a todo modo, lo realizable es que sea viable para la 4T con los hombres y las mujeres que gobernarán, legislarán y ejecutarán lo que sigue en lo jerárquico vertical y horizontal en una dispersión-dimensión social que los hombres y las mujeres, por derecho y deber constitucional, tendrán que cumplir, y si no, que el pueblo-el gobernado, los demande, los denuncie y los juzgue a los gobernantes que para esto el Estado-Obrador se manda y se obedece a sí mismo, ¿cuál será la relación, si no con los delincuentes de cuello blanco de los conservadores, sí de los hombres y las mujeres de los liberales con el narcosicariato nacional; quién va a obedecer a quién y quién va a mandar a quién?

Con todo lo anterior, a los mexicanos, de la nueva realidad pandémica a la nueva realidad pos(t)electoral, es que seguimos en el país de las sombras espectrales con la sombra del realismo territorial, crítico, y en descomposición con las apreciadas y atesoradas “inanidades, ilusiones y mercancías” del mundo de arriba, del cielo de en medio y de la tierra de abajo en el capitalismo de lujo y funeral, de vigilancia y digital, la expresión del Estado-Obrador debería serse y hacerse autocrítica por el resto de la 4T sexenal:

“Fracasaron quienes querían descarrilar la 4T”.

Con todo lo anterior, lo de-mostrable es que habiéndose procesado lo real social con la realidad virtual real-polítik de lo posible con el Estado-Obrador y la Guía Ética de la 4T, la nueva normalidad en los estados-nación internacionales no es la nueva realidad en el Estado-Obrador nacional, porque la polarización y la confrontación política y territorial corresponde a la responsabilidad en que los liberales y los conservadores tendrán que comprarse entre ellos, pagándolos nosotros y los otros, los demás y la gente que, con tanto liberalismo y con tanto conservadurismo, a todo modo, vamos bien para sernos y hacernos unos derrotados-ganadores del mejor y del peor realismo mexicano: nosotros.

“Con todo, si consideramos la situación actual, situación no de crisis sino de descomposición, de deterioro de las sociedades occidentales, nos encontramos nuevamente frente a una antinomia de primera magnitud. Es la siguiente: lo que se requiere es inmenso, llega muy lejos (y los seres humanos, como son y como los reproducen constantemente las sociedades occidentales, y también las otras, están inmensamente alejados de tenerlo). ¿Qué es lo que se requiere? Tomando en cuenta la crisis ecológica, la extrema desigual-dad de la repartición de las riquezas entre países ricos y países pobres, la casi imposibilidad de que el sistema continúe su curso presente, lo que se requiere es una nueva creación imaginaria de una importancia sin igual en el pasado, una creación que ubicaría en el centro de la vida humana otras significaciones que no fueran la expansión de la producción o del consumo, que plantearía objetivos de vida diferentes, que pudieran ser reconocidos por los seres humanos como algo que valiera la pena. Eso exigiría evidentemente una reorganización de las instituciones sociales, de las relaciones de trabajo, de las relaciones económicas, políticas, culturales. Ahora bien, esta orientación está extremadamente apartada de lo que piensan, y quizás de lo que desean los humanos de hoy. Esta es la tremenda dificultad con la que nos enfrentamos. Deberíamos querer una sociedad en la cual los valores económicos hubieran dejado de ser centrales (o únicos), donde la economía regresara a su lugar como simple medio de la vida humana y no como fin último, en la cual, por lo tanto, renunciáramos a esta loca carrera hacia un consumo siempre creciente. Eso no solamente es necesario para evitar la definitiva destrucción del entorno terrestre, sino también y sobre todo para salir de la miseria psíquica y moral de los humanos contemporáneos. Sería necesario, entonces, que a partir de ese momento los seres humanos (hablo ahora de los países ricos) aceptaran un nivel de vida decente pero frugal, y renunciaran a la idea de que el objetivo central de su vida es que su consumo aumente de 2 a 3 % por año. Para que aceptaran eso, sería necesario que otra cosa diera sentido a sus vidas. Se sabe, yo sé lo que puede ser esa otra cosa, pero evidentemente eso no sirve de nada si la gran mayoría de las personas no lo acepta y no hace lo necesario para que se realice. Esa cosa es el desarrollo de los seres humanos, en lugar del desarrollo de los cachivaches. Eso exigiría otra organización del trabajo, que debería dejar de ser un incordio para convertirse en un campo de despliegue de las capacidades humanas; otros sistemas políticos, una verdadera democracia que implique la participación de todos en la toma de decisiones; otra organización de la Paideia para formar ciudadanos capaces de gobernar y de ser gobernados, como decía admirablemente Aristóteles, y así sucesivamente. Evidentemente, todo eso plantea problemas inmensos: por ejemplo, ¿cómo podría una democracia verdadera, una democracia directa, funcionar ya no a una escala de 30.000ciudadanos, como en la Atenas clásica, sino a una escala de 40 millones de ciudadanos, como en Francia, o incluso a la escala de varios miles de millones de individuos en el planeta. Problemas inmensamente difíciles, pero que en mi opinión tienen solución, a condición, precisamente, de que la mayoría de los seres humanos y sus capacidades se movilicen para crearla, en lugar de preocuparse por saber cuándo podremos tener una televisión de tres dimensiones. Estas son las tareas que tenemos frente a nosotros, y la tragedia de nuestra época es que la humanidad occidental no se preocupa por ellas. ¿Cuánto tiempo permanecerá esta humanidad obsesionada por estas inanidades y estas ilusiones que se llaman mercancías? ¿Acaso una catástrofe cualquiera (ecológica, por ejemplo) traería un despertar brutal, o más bien traería regímenes autoritarios o totalitarios? Nadie puede responder a ese tipo de preguntas. Lo que se puede decir es que todos los que tienen conciencia del carácter terriblemente importante de lo que está en juego deben intentar hablar, criticar esa carrera hacia el abismo, despertar la conciencia de sus conciudadanos”. -Cornelius Castoriadis. –

Con todo lo anterior que no es todo (lo de) Castoriadis que es la cualidad humana de la experiencia en la práctica de ser y hacer lo que la condición humana (de y para) la democracia autocrítica y pone a la crítica ante la crisis para verla y sentirla como una descomposición que, en David Harvey, es la acumulación y la desposesión del ser humano en la actualidad con la carga del siglo xx en la descarga, al vacío, en el siglo xxi, el Estado-Obrador con el proyecto humaniutilitarista y estatista de la Cuarta Transformación, da el ancho más en la proyección sin una introyección autocrítica por la estructura ausente que la soporta, mas no, la sustenta porque no es sustentable, ni sostenible en un territorio que se le ha impuesto la propia estructura ausente del electorado a seguir siendo más la conveniencia que la convicción ética y moral de una guía que polariza y confronta porque el neoliberalismo solamente ha sido superado en apariencia, simulación y emulación con el pos(t)-neoliberalismo autoritario y conservador, nacionalista a ultranza y populista a vox populi, disperso como la dispersión propia y ajena de los dineros para el asistencialismo social para mantener viva la esperanza de los viejos en los jóvenes de(s)construyendo el futuro-pasado en que el presente está en la corrupción y la impunidad, la violencia y la criminalidad, la enfermedad y la vacuna que asolan con el sol a plomo y que enlunan con la luna a plata, en el país de las sombras espectrales, cualquier introyección-proyección crítica no es más que la crisis, cuando es la descomposición política, económica y sociocultural (de y para) México, por lo que representamos, y no, por lo que significamos, los mexicanos: No Somos Iguales, democrática y ontológicamente (de y para) la 4T.

¿Cuál es la calidad de vida en los 30 millones de votantes por la 4T; ¿han mejorado en la salud, la alimentación, la educación, y, el trabajo?

¿Alcanza la austeridad republicana para la canasta básica nacional, principalmente, para primero los pobres, comiendo de la canasta del T-MEC los alimentos de importación, y no, de la producción alimentaria interna-inexistente?

Cuando un proceso electoral, lo que hace es reposicionar-reposesionar el poder, a todo modo, lo realizable es que sea viable para la 4T con los hombres y las mujeres que gobernarán, legislarán y ejecutarán lo que sigue en lo jerárquico vertical y horizontal en una dispersión-dimensión social que los hombres y las mujeres, por derecho y deber constitucional, tendrán que cumplir, y si no, que el pueblo-el gobernado, los demande, los denuncie y los juzgue a los gobernantes que para esto el Estado-Obrador se manda y se obedece a sí mismo, ¿cuál será la relación, si no con los delincuentes de cuello blanco de los conservadores, sí de los hombres y las mujeres de los liberales con el narcosicariato nacional; quién va a obedecer a quién y quién va a mandar a quién?

Con todo lo anterior, a los mexicanos, de la nueva realidad pandémica a la nueva realidad pos(t)electoral, es que seguimos en el país de las sombras espectrales con la sombra del realismo territorial, crítico, y en descomposición con las apreciadas y atesoradas “inanidades, ilusiones y mercancías” del mundo de arriba, del cielo de en medio y de la tierra de abajo en el capitalismo de lujo y funeral, de vigilancia y digital, la expresión del Estado-Obrador debería serse y hacerse autocrítica por el resto de la 4T sexenal:

“Fracasaron quienes querían descarrilar la 4T”.

Con todo lo anterior, lo de-mostrable es que habiéndose procesado lo real social con la realidad virtual real-polítik de lo posible con el Estado-Obrador y la Guía Ética de la 4T, la nueva normalidad en los estados-nación internacionales no es la nueva realidad en el Estado-Obrador nacional, porque la polarización y la confrontación política y territorial corresponde a la responsabilidad en que los liberales y los conservadores tendrán que comprarse entre ellos, pagándolos nosotros y los otros, los demás y la gente que, con tanto liberalismo y con tanto conservadurismo, a todo modo, vamos bien para sernos y hacernos unos derrotados-ganadores del mejor y del peor realismo mexicano: nosotros.

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