/ miércoles 18 de septiembre de 2019

Breve historia de la Independencia nacional

Este domingo se llevó acabo la celebración de la independencia nacional, ese acontecimiento tan ensalzado por la historia oficial que sirvió para la construcción del imaginario de personajes considerados ilustres que hoy adornan los libros de texto, significó también un pasaje histórico que representaría el acenso de un grupo social: los criollos, quienes ambiciosos de poder buscaban recuperar privilegios espacios en el ambito político, los cuales se les habían negado debido a su estratificación social.

Fueron los criollos quienes iniciaron el movimiento de independencia, representados en una primera etapa del movimiento armado, por Miguel Hidalgo y Costilla, un cura renegado de sus hábitos religiosos, aficionado a los juegos de azar y las peleas de gallos, con fama de enamorado; fue también un conocedor de literatura prohibida para la época, traida desde Francia, la cual fue de suma importancia para retomar las ideas sobre libertad, igualdad y fraternidad, mismas que dieron paso a la revuelta de 1810.

El 28 de septiembre de 1821 se instaló una Junta Provisional de Gobierno, estaba encargada de redactar el Acta de Independencia y además organizar un Congreso que decidiera la forma de gobierno para México. Para ese momento habían muerto seiscientos mil hombres, aproximadamente una décima parte de la población.

Mientras tanto, España no reconoció los Tratados de Córdoba que O’Donojú había firmado. No aceptaba que México era independiente y hasta el año 1825 ocupó el fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz. Además de España, otros países del continente europeo querían apoderarse de México, para explotar las riquezas que contenía.

Los mexicanos necesitaban armas y dinero, y así debían defenderse. Lo peor es que se encontraban divididos, porque no estaban de acuerdo en la forma de gobierno que iba a adoptar, es decir, unos querían un república y otros una monarquía. De estos últimos, algunos querían que reinara algún príncipe de España y otros que fuera coronado Iturbide.

España no aceptó el enviar a un príncipe al trono de México y eso logró reforzar las ambiciones de Iturbide, que quería ser el primer emperador de México. Sus seguidores ejercieron presión para que él fuera coronado. El Congreso lo declaró así Emperador.

Otros buscaban que fuera republica centralista, con provincias o departamentos con provincias o departamentos en vez de estados y un poder central que resolviera los asuntos. La Constitución de 1824, que fue preparada por el Congreso, se promulgó para el 4 de octubre del mismo año. Allí se decidió que México fuera una República Federal y que se llamaría Estados Unidos Mexicanos.

La construcción de México como una país independiente fue parte de un proceso doloroso y sangriento, motivado por ambiciones fincadas en grupos de poder cuyos intereses no siempre coincidian en favorecer al pueblo. Es quizá a través de la historia como es posible entender parte de nuestro presente. Es así como podemos explicarnos el ascenso de una élite política que ahora reniega del cambio de gobierno y la privación de privilegios a los que antes disfrutaban, de acuerdo a los criterios de la 4T.

Este domingo se llevó acabo la celebración de la independencia nacional, ese acontecimiento tan ensalzado por la historia oficial que sirvió para la construcción del imaginario de personajes considerados ilustres que hoy adornan los libros de texto, significó también un pasaje histórico que representaría el acenso de un grupo social: los criollos, quienes ambiciosos de poder buscaban recuperar privilegios espacios en el ambito político, los cuales se les habían negado debido a su estratificación social.

Fueron los criollos quienes iniciaron el movimiento de independencia, representados en una primera etapa del movimiento armado, por Miguel Hidalgo y Costilla, un cura renegado de sus hábitos religiosos, aficionado a los juegos de azar y las peleas de gallos, con fama de enamorado; fue también un conocedor de literatura prohibida para la época, traida desde Francia, la cual fue de suma importancia para retomar las ideas sobre libertad, igualdad y fraternidad, mismas que dieron paso a la revuelta de 1810.

El 28 de septiembre de 1821 se instaló una Junta Provisional de Gobierno, estaba encargada de redactar el Acta de Independencia y además organizar un Congreso que decidiera la forma de gobierno para México. Para ese momento habían muerto seiscientos mil hombres, aproximadamente una décima parte de la población.

Mientras tanto, España no reconoció los Tratados de Córdoba que O’Donojú había firmado. No aceptaba que México era independiente y hasta el año 1825 ocupó el fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz. Además de España, otros países del continente europeo querían apoderarse de México, para explotar las riquezas que contenía.

Los mexicanos necesitaban armas y dinero, y así debían defenderse. Lo peor es que se encontraban divididos, porque no estaban de acuerdo en la forma de gobierno que iba a adoptar, es decir, unos querían un república y otros una monarquía. De estos últimos, algunos querían que reinara algún príncipe de España y otros que fuera coronado Iturbide.

España no aceptó el enviar a un príncipe al trono de México y eso logró reforzar las ambiciones de Iturbide, que quería ser el primer emperador de México. Sus seguidores ejercieron presión para que él fuera coronado. El Congreso lo declaró así Emperador.

Otros buscaban que fuera republica centralista, con provincias o departamentos con provincias o departamentos en vez de estados y un poder central que resolviera los asuntos. La Constitución de 1824, que fue preparada por el Congreso, se promulgó para el 4 de octubre del mismo año. Allí se decidió que México fuera una República Federal y que se llamaría Estados Unidos Mexicanos.

La construcción de México como una país independiente fue parte de un proceso doloroso y sangriento, motivado por ambiciones fincadas en grupos de poder cuyos intereses no siempre coincidian en favorecer al pueblo. Es quizá a través de la historia como es posible entender parte de nuestro presente. Es así como podemos explicarnos el ascenso de una élite política que ahora reniega del cambio de gobierno y la privación de privilegios a los que antes disfrutaban, de acuerdo a los criterios de la 4T.