/ jueves 15 de octubre de 2020

Aversión al primer priista de Sinaloa

Hay una aversión que aumenta entre la clase priista y entre los miembros del gabinete estatal, que apunta a que el gobernador Quirino Ordaz Coppel dejó solo a quienes lo hicieron triunfar en 2016 porque simpatiza con la idea de que su sucesor sea una figura de Morena.

En medio del desamparo en que se encuentran los del Partido Revolucionario Institucional y de las especulaciones que giran como monedas en el aire, tal vez no se logra entender que será imposible que el actual mandatario pueda influir en la nominación de lo que será su pieza sucesoria.

Sin embargo, apuntan como primer señal, que el mandamás de Sinaloa abandonó al instituto que lo cobijó hace cuatro años, cuyos empleados están “a pan y agua”, con recortes sistemáticos de trabajadores y con adeudos de quincenas que se los alargan hasta meses, que ejecuta el directivo Jesús Valdés Palazuelos.

Y se sabe que desde la cima en que se haya el mazatleco, acordó parar a todos para que al acercarse el momento de las decisiones, enviar un abanderado débil que sirva de comparsa al contendiente del Movimiento de Regeneración Nacional. Al considerar que será su ex coordinador de Asesores, Rubén Rocha Moya, lo que es remoto.

Un ambiente similar priva entre los colaboradores de Palacio de Gobierno. Manejan los mismos argumentos. No les dio margen de maniobra a quienes muestran su interés por alcanzar una candidatura.

La versión podría ser creíble hasta cierto punto, porque arrinconó a los principales elementos que le coordinaron la campaña pasada.

Ató a todos los que cuentan con perfiles políticos rentables y los colocó lejos de los programas sociales o de las instituciones del mismo corte, para que no lucieran al arribar el pre proselitismo. Distantes de la gente.

En cambio, en muchos de sus comportamientos, trata de congraciarse con los personajes del morenismo.

Aunque los miembros de esos segmentos del priismo y de la Administración Pública sinaloense, no captan todavía, que para nada tendrá voz y voto Quirino Ordaz Coppel. Es evidente que por eso no se mueve.

En la ciudad de México, se delinea rumbos para que en una supuesta encuesta se designe a quien los representará en la justa comicial del estado.

Por tanto, para el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador no es problema la autoridad local, que apareció por el mismo camino y en las mismas condiciones cuando Mario López Valdez creyó que heredaría su lugar a un correligionario.

Es decir, los jefes en las entidades no tienen la fuerza suficiente para nominar a quien lo sucederá.

Y si intentara en este caso, “ponerse a las patadas con Sansón”, le caerían encima investigaciones de grupos especiales que saben dónde hay obra pública, en la que se esconde dineros de más o de menos, cuando se contrataron o se construyeron.

Cuando sea el día en que salga el “humo moreno”, el Ejecutivo Federal sacará su espada y lo tratará como lo hace con todos los ex –amigos- como a Rosario Robles Berlanga que la metió a la cárcel y como a Miguel Mancera, a quien persigue política y judicialmente. Con ellos compartió mesa.

Quirino Ordaz Coppel dirá que sí a quien mande para suplirlo. Aunque el bendecido sea uno de los enemigos acérrimos.

En tal circunstancia, no tiene preferencia en que sea uno de sus exfuncionarios. Para no casar confrontación, le dá igual cualquiera.

Menos, en este tiempo en que ya empezaron a salir los primeros nombres en algunos partidos para estar en la carrera.

Hay una aversión que aumenta entre la clase priista y entre los miembros del gabinete estatal, que apunta a que el gobernador Quirino Ordaz Coppel dejó solo a quienes lo hicieron triunfar en 2016 porque simpatiza con la idea de que su sucesor sea una figura de Morena.

En medio del desamparo en que se encuentran los del Partido Revolucionario Institucional y de las especulaciones que giran como monedas en el aire, tal vez no se logra entender que será imposible que el actual mandatario pueda influir en la nominación de lo que será su pieza sucesoria.

Sin embargo, apuntan como primer señal, que el mandamás de Sinaloa abandonó al instituto que lo cobijó hace cuatro años, cuyos empleados están “a pan y agua”, con recortes sistemáticos de trabajadores y con adeudos de quincenas que se los alargan hasta meses, que ejecuta el directivo Jesús Valdés Palazuelos.

Y se sabe que desde la cima en que se haya el mazatleco, acordó parar a todos para que al acercarse el momento de las decisiones, enviar un abanderado débil que sirva de comparsa al contendiente del Movimiento de Regeneración Nacional. Al considerar que será su ex coordinador de Asesores, Rubén Rocha Moya, lo que es remoto.

Un ambiente similar priva entre los colaboradores de Palacio de Gobierno. Manejan los mismos argumentos. No les dio margen de maniobra a quienes muestran su interés por alcanzar una candidatura.

La versión podría ser creíble hasta cierto punto, porque arrinconó a los principales elementos que le coordinaron la campaña pasada.

Ató a todos los que cuentan con perfiles políticos rentables y los colocó lejos de los programas sociales o de las instituciones del mismo corte, para que no lucieran al arribar el pre proselitismo. Distantes de la gente.

En cambio, en muchos de sus comportamientos, trata de congraciarse con los personajes del morenismo.

Aunque los miembros de esos segmentos del priismo y de la Administración Pública sinaloense, no captan todavía, que para nada tendrá voz y voto Quirino Ordaz Coppel. Es evidente que por eso no se mueve.

En la ciudad de México, se delinea rumbos para que en una supuesta encuesta se designe a quien los representará en la justa comicial del estado.

Por tanto, para el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador no es problema la autoridad local, que apareció por el mismo camino y en las mismas condiciones cuando Mario López Valdez creyó que heredaría su lugar a un correligionario.

Es decir, los jefes en las entidades no tienen la fuerza suficiente para nominar a quien lo sucederá.

Y si intentara en este caso, “ponerse a las patadas con Sansón”, le caerían encima investigaciones de grupos especiales que saben dónde hay obra pública, en la que se esconde dineros de más o de menos, cuando se contrataron o se construyeron.

Cuando sea el día en que salga el “humo moreno”, el Ejecutivo Federal sacará su espada y lo tratará como lo hace con todos los ex –amigos- como a Rosario Robles Berlanga que la metió a la cárcel y como a Miguel Mancera, a quien persigue política y judicialmente. Con ellos compartió mesa.

Quirino Ordaz Coppel dirá que sí a quien mande para suplirlo. Aunque el bendecido sea uno de los enemigos acérrimos.

En tal circunstancia, no tiene preferencia en que sea uno de sus exfuncionarios. Para no casar confrontación, le dá igual cualquiera.

Menos, en este tiempo en que ya empezaron a salir los primeros nombres en algunos partidos para estar en la carrera.