¿Exageran los comerciantes y restauranteros de Culiacán al cerrar sus negocios a las 5 de la tarde para evitar que sus clientes, comensales o empleados sean víctimas de la violencia? ¿Exageran los maestros y padres de familia al negarse a regresar a la escuela al no ver condiciones de seguridad en las escuelas? ¿Exageran los desplazados de la sierra de Concordia al buscar refugio debido a los constantes enfrentamientos?
El presidente Andrés Manuel López Obrador probablemente sabe cosas que los sinaloenses, víctimas de la violencia y la zozobra diariamente, no saben, probablemente tiene una perspectiva mucho más profunda de la problemática y es por eso que dice que la prensa sensacionalista magnifica el problema.
O tal vez el problema lo tiene él, que ha mantenido el mismo discurso durante seis años y se ha dedicado a culpar a sus adversarios políticos de todas las problemáticas que ocurren en el país como pretexto para negarse a hacer lo mínimo en favor de los mexicanos y garantizar sus derechos básicos fundamentales: a la vida y a la libertad.
Los sinaloenses, encerrados en sus hogares en muchos casos durante más de una semana, no están de acuerdo en que el presidente por el que votaron continúe con su política de “abrazos, no balazos” y los militares no puedan tocarles un cabello a los miembros de la delincuencia organizada.
¿Por qué se niega López Obrador a reconocer que su gobierno está superado por el crimen organizado y que dejará la presidencia el próximo 1 de octubre con el país convertido en un auténtico polvorín? A Claudia Sheinbaum le espera una tarea monumental una vez que tome las riendas del país: hacer frente al embate de la violencia que lejos de ceder terreno va despojando un día sí y otro también de lo poco que tienen a los sinaloenses, a todos los mexicanos.
¿Y el Rooochaaaa?
Otro al que tampoco le gusta la libertad de expresión es al gobernador Rubén Rocha Moya, quien ya dio instrucciones a todo el personal de gobierno para que nadie comparta en sus redes sociales memes en los que se burlan de él dada sus nulas acciones en favor de los ciudadanos y contra la violencia.
La semana pasada se dedicó a decir que la ciudad estaba tranquila cuando era evidente que no era así, lo que le trajo un aluvión de críticas y burlas por igual.
Ojalá nuestros gobernantes, en lugar de preocuparse tanto por lo que dicen de ellos, se preocuparan por hacer algo por la ciudadanía porque, no importa qué bando de la delincuencia organizada gane en esta guerra del narco, quienes pierden son los ciudadanos de a pie.