/ lunes 30 de mayo de 2022

Amor con amor se paga

El presidente Andrés Manuel López Obrador, llegó al estado con la convicción de que en Sinaloa todo está en orden, que son los conservadores los que desprestigian su mandato, pero las evidencias dicen otra cosa, la delincuencia organizada ya no se esconde, a todas luces, muestra su poderío y el contubernio que existe con las autoridades.

En Sinaloa se pagan los favores, entre unos y otros, primero López Obrador deja en libertad al hijo del chapo y dos años después, la misma delincuencia organizada, sustituyó la seguridad militar para proteger al presidente con retenes de civiles compuestos por “seres humanos” como ha definido el presidente a los delincuentes.

El contubernio no es nuevo, la evidencia se “destapó” desde aquel fatídico 17 de octubre de 2019, donde México vivió uno de los episodios más desafortunados que se recuerdan en la lucha contra el narcotráfico. Culiacán, fue la sede de una serie de eventos que llevaron al arresto y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán, causando serias dudas sobre la estrategia de seguridad del Gobierno de México,

Sobre la liberación, la primera versión fue que los encargados de seguridad informaron al Presidente sobre el operativo y, para no poner en riesgo a la población, "para evitar una masacre", la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y Secretaría de Marina (Semar) dejaron en libertad al detenido.

Posteriormente el presidente Andrés Manuel López Obrador, acepto que ese 17 de octubre de 2019 fue día más complicado de su administración ya que evitó la detención del hijo de Joaquín Guzmán Loera «El Chapo», Ovidio Guzmán, para salvaguardar la vida de la sociedad.

Sin embargo, los culiacanenses, los que vivieron ese jueves negro, durante las balaceras que se dieron por toda la ciudad desquiciando la vida cotidiana, se protegieron como pudieron, porque no había autoridad, la misma sociedad civil, daba apoyo, los restauranteros cerraron sus puertas para salvaguardar a sus comensales, es decir, para eso pasadas las cinco de la tarde, la sociedad civil se protegió a como Dios les dio a entender, se resguardaron en sus casas, mientras los narcos y fuerzas policiacas se tramaban en una cruenta lucha.

Todos sabemos porque así se dio a conocer en medios periodísticos, en redes sociales que la delincuencia organizada tenía sitiado las instalaciones del Ejercito, incluso se hablaba de una cisterna de gasolina que tenían para hacerla explotar si no liberaban al hijo del Chapo Guzmán, es decir, que el presidente dio la orden de su liberación, pero no para proteger a los civiles sino para resguardar a su Ejército derrotado.

Pues bien, como lo repite una y otra vez, el presidente de México, amor con amor se paga y durante su visita este fin de semana del presidente de México, el video donde se observa a un grupo armado de civiles con vestimenta oficial del Ejército, pero calzando huaraches y unidades motrices civiles cuidando la zona donde estaba el Presidente al implementar retenes para vigilar al acceso de personas, quedando evidenciado que son ellos quienes lo cuidan, no el Ejército, ni la Guardia Nacional.

No quedó duda de que al presidente efectivamente lo cuidan “seres humanos” como el mismo López Obrador los ha definido: “los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, llegó al estado con la convicción de que en Sinaloa todo está en orden, que son los conservadores los que desprestigian su mandato, pero las evidencias dicen otra cosa, la delincuencia organizada ya no se esconde, a todas luces, muestra su poderío y el contubernio que existe con las autoridades.

En Sinaloa se pagan los favores, entre unos y otros, primero López Obrador deja en libertad al hijo del chapo y dos años después, la misma delincuencia organizada, sustituyó la seguridad militar para proteger al presidente con retenes de civiles compuestos por “seres humanos” como ha definido el presidente a los delincuentes.

El contubernio no es nuevo, la evidencia se “destapó” desde aquel fatídico 17 de octubre de 2019, donde México vivió uno de los episodios más desafortunados que se recuerdan en la lucha contra el narcotráfico. Culiacán, fue la sede de una serie de eventos que llevaron al arresto y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán, causando serias dudas sobre la estrategia de seguridad del Gobierno de México,

Sobre la liberación, la primera versión fue que los encargados de seguridad informaron al Presidente sobre el operativo y, para no poner en riesgo a la población, "para evitar una masacre", la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y Secretaría de Marina (Semar) dejaron en libertad al detenido.

Posteriormente el presidente Andrés Manuel López Obrador, acepto que ese 17 de octubre de 2019 fue día más complicado de su administración ya que evitó la detención del hijo de Joaquín Guzmán Loera «El Chapo», Ovidio Guzmán, para salvaguardar la vida de la sociedad.

Sin embargo, los culiacanenses, los que vivieron ese jueves negro, durante las balaceras que se dieron por toda la ciudad desquiciando la vida cotidiana, se protegieron como pudieron, porque no había autoridad, la misma sociedad civil, daba apoyo, los restauranteros cerraron sus puertas para salvaguardar a sus comensales, es decir, para eso pasadas las cinco de la tarde, la sociedad civil se protegió a como Dios les dio a entender, se resguardaron en sus casas, mientras los narcos y fuerzas policiacas se tramaban en una cruenta lucha.

Todos sabemos porque así se dio a conocer en medios periodísticos, en redes sociales que la delincuencia organizada tenía sitiado las instalaciones del Ejercito, incluso se hablaba de una cisterna de gasolina que tenían para hacerla explotar si no liberaban al hijo del Chapo Guzmán, es decir, que el presidente dio la orden de su liberación, pero no para proteger a los civiles sino para resguardar a su Ejército derrotado.

Pues bien, como lo repite una y otra vez, el presidente de México, amor con amor se paga y durante su visita este fin de semana del presidente de México, el video donde se observa a un grupo armado de civiles con vestimenta oficial del Ejército, pero calzando huaraches y unidades motrices civiles cuidando la zona donde estaba el Presidente al implementar retenes para vigilar al acceso de personas, quedando evidenciado que son ellos quienes lo cuidan, no el Ejército, ni la Guardia Nacional.

No quedó duda de que al presidente efectivamente lo cuidan “seres humanos” como el mismo López Obrador los ha definido: “los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto”.