/ miércoles 25 de julio de 2018

AMLO… Presidencialismo anticipado

Reflectores… ¿De verdad le molestan?

La prensa y algunos analistas políticos de México lo revelan, comentan, lo escriben y lo discuten… Enrique Peña Nieto, asumiendo una actitud democrática, de respeto y alta institucionalidad pareciera haber anticipado la entrega de las riendas del poder al indiscutible ganador de las pasadas elecciones del 2 de julio Andrés Manuel López Obrador.

Esa acción del todavía mandatario mexicano de abrirle las puertas institucionales, le ha valido el reconocimiento y aplausos del propio AMLO.

Y claro, ante la tersa postura de EPN, el oriundo de Tabasco se está dejando llevar por la suave y apacible marea del histórico triunfo electoral obtenido hacia puerto tranquilo.

El tsunami quedó atrás, y hoy el tabasqueño, como tratando de inspirarse en el famoso vals del compositor guanajuatense Juventino Rosas, navega apacible “sobre las olas”.

Ávido entonces de las luces que el usufructo del poder político otorga a quien lo conquista, Andrés Manuel, anticipadamente se monta al carruaje del Rey y asume paulatinamente sus controles para ser visto desde ya, como el nuevo soberano.

AMLO es, sin duda, el hombre del momento, no solo en nuestro país, sino incluso más allá de nuestras fronteras no solo por su personalidad política de izquierda, sino por la enorme hazaña de haber derrocado a todo un añejo y enquistado sistema político.

Es pues Andrés Manuel, una especie de astro a cuyo alrededor giran y tratan de hacerse notar, no solo quienes se consideran las estrellas de su propio firmamento, sino también “pedruscos” esparcidos en el espacio de un cometa desintegrado que buscan rescatar algo de luz, para no perder quizá su brillo.

Reiteramos, AMLO ha venido tomando los controles de mando del país, montando su cuartel de guerra, nombrando a sus generales y poniendo en marcha un abierto plan de acción gubernamental.

Todo ello bajo la lupa y absoluta atención de la sociedad mexicana, y por supuesto bajo el escrutinio de todos los actores políticos y sectores productivos del país.

Y aquí la contradicción; AMLO ha demostrado ser poco amante de los medios de comunicación, sin embargo, la realidad nos muestra a un hombre deseoso de los reflectores cuyos destellos asegura le molestan, pero que en el fondo padece una adicción a ellos.

Por esa adicción, quizá, suspendió las vacaciones que meritoriamente se había ganado y saltó de nuevo a la arena de las confrontaciones, atrayendo las luces de las cámaras que extrañaba en su hacienda de descanso.

Llegó de prisa para encarar al Instituto nacional Electoral (INE)  por la multa que le impuso a su partido MORENA, por la utilización de fondos ilegales en su campaña política, provenientes de un fideicomiso constituido por ese partido político para apoyar a los damnificados del sismo del pasado 19 de septiembre.

López Obrador se olvidó del nuevo papel de hombre de Estado, maduro, sensato, mesurado y conciliador que en calidad de Presidente electo de México le corresponde, y saltó a la palestra a dar la pelea personalmente para responder al INE.

Algunos analistas han dicho que la actitud peleonera y belicosa de AMLO lo ubica como un hombre que no puede estar alejado de las confrontaciones y alegatos políticos, con quienes por cualquier circunstancia que se suscite y lo involucre, con o sin razón, en automático los considera sus detractores. Y ello sí puede ser considerada una actitud grave para un  País que aspira a mejorar en todos los sentidos.

Reflectores… ¿De verdad le molestan?

La prensa y algunos analistas políticos de México lo revelan, comentan, lo escriben y lo discuten… Enrique Peña Nieto, asumiendo una actitud democrática, de respeto y alta institucionalidad pareciera haber anticipado la entrega de las riendas del poder al indiscutible ganador de las pasadas elecciones del 2 de julio Andrés Manuel López Obrador.

Esa acción del todavía mandatario mexicano de abrirle las puertas institucionales, le ha valido el reconocimiento y aplausos del propio AMLO.

Y claro, ante la tersa postura de EPN, el oriundo de Tabasco se está dejando llevar por la suave y apacible marea del histórico triunfo electoral obtenido hacia puerto tranquilo.

El tsunami quedó atrás, y hoy el tabasqueño, como tratando de inspirarse en el famoso vals del compositor guanajuatense Juventino Rosas, navega apacible “sobre las olas”.

Ávido entonces de las luces que el usufructo del poder político otorga a quien lo conquista, Andrés Manuel, anticipadamente se monta al carruaje del Rey y asume paulatinamente sus controles para ser visto desde ya, como el nuevo soberano.

AMLO es, sin duda, el hombre del momento, no solo en nuestro país, sino incluso más allá de nuestras fronteras no solo por su personalidad política de izquierda, sino por la enorme hazaña de haber derrocado a todo un añejo y enquistado sistema político.

Es pues Andrés Manuel, una especie de astro a cuyo alrededor giran y tratan de hacerse notar, no solo quienes se consideran las estrellas de su propio firmamento, sino también “pedruscos” esparcidos en el espacio de un cometa desintegrado que buscan rescatar algo de luz, para no perder quizá su brillo.

Reiteramos, AMLO ha venido tomando los controles de mando del país, montando su cuartel de guerra, nombrando a sus generales y poniendo en marcha un abierto plan de acción gubernamental.

Todo ello bajo la lupa y absoluta atención de la sociedad mexicana, y por supuesto bajo el escrutinio de todos los actores políticos y sectores productivos del país.

Y aquí la contradicción; AMLO ha demostrado ser poco amante de los medios de comunicación, sin embargo, la realidad nos muestra a un hombre deseoso de los reflectores cuyos destellos asegura le molestan, pero que en el fondo padece una adicción a ellos.

Por esa adicción, quizá, suspendió las vacaciones que meritoriamente se había ganado y saltó de nuevo a la arena de las confrontaciones, atrayendo las luces de las cámaras que extrañaba en su hacienda de descanso.

Llegó de prisa para encarar al Instituto nacional Electoral (INE)  por la multa que le impuso a su partido MORENA, por la utilización de fondos ilegales en su campaña política, provenientes de un fideicomiso constituido por ese partido político para apoyar a los damnificados del sismo del pasado 19 de septiembre.

López Obrador se olvidó del nuevo papel de hombre de Estado, maduro, sensato, mesurado y conciliador que en calidad de Presidente electo de México le corresponde, y saltó a la palestra a dar la pelea personalmente para responder al INE.

Algunos analistas han dicho que la actitud peleonera y belicosa de AMLO lo ubica como un hombre que no puede estar alejado de las confrontaciones y alegatos políticos, con quienes por cualquier circunstancia que se suscite y lo involucre, con o sin razón, en automático los considera sus detractores. Y ello sí puede ser considerada una actitud grave para un  País que aspira a mejorar en todos los sentidos.