/ lunes 24 de agosto de 2020

AMLO: “amor con amor se paga”


Un gran debate socio político sin precedentes se está suscitando en estos momentos en nuestro País.

La guerra de los video escándalos cobra vigencia y se convierte en el arma mediática más rentable de los grupos políticos confrontados.

Es obvio que ese tipo de debates con olor a guerra política, para nada abona a la unidad que en los tiempos tan difíciles que vivimos, exigimos los mexicanos.

Hoy, precisamente cuando el terrible azote del coronavirus tiene a miles de mexicanos postrados y enlutados, y originando a la vez como daño colateral una grave crisis económica, la guerra política cobra fuerza y amenaza con desbordarse en nuestro País.

Hoy, cuando la urgencia es la unidad social y política, resurgen con mayor intensidad los odios y rencores.

Pero lejos de aprovechar ésta pandemia para hermanar voluntades, es precisamente cuando los grupos antagónicos deciden incrementar sus confrontaciones.

Hoy, en que esos grupos debieran pactar una tregua en su guerra de intereses políticos, y dedicarse de manera conjunta a instrumentar estrategias viables para la recuperación de nuestra salud y economía, observamos con tristeza que las cosas empeoran.

En ese escenario tan lamentable, el tratar de señalar culpables, sería caer en el mismo juego de la perversidad, pero lo hacemos todos.

Sin embargo, politólogos, articulistas, columnistas, analistas y comentaristas de radio y televisión, hacemos alusión al tema y desde nuestra óptica personal, tratamos de darle rumbo y orientación al tema, buscando entregar la razón a tal o cual las partes en disputa.

Y así se desgranan las opiniones, de unos y otros dejando ver que también desde el espacio de las opiniones “profesionales”, existen divergencias abismales, generando con ello, que la batalla entre los grupos políticos de poder, se traslade a la sociedad, convirtiendo el problema ya en una guerra mediática nacional.

Por ello, es que no solo en los medios de comunicación convencionales, sino también en las redes sociales se desgranan las opiniones buscando culpar y exculpar a los actores principales de “la película”.

Hay quienes aseguran entonces, que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, lleva a cuestas una importante carga de culpas, si de observar el trasfondo y origen del recrudecimiento de las confrontaciones políticas.

Y como no pensar de esa manera, insisten quienes así ven las cosas, cuando hemos observado que desde su arribo a los mandos de la Nación, lo hizo envalentonado por la forma avasallante en que ganó las elecciones, y se dedicó a fustigar a los adversarios, a quienes con insultos constantes en sus conferencias mañaneras, no parece querer darles tregua.

Conservadores, neoliberales, corruptos, rapaces, ladrones, abusivos, fraudulentos, saqueadores, fifís, y zopilotes son algunos de los señalamientos que de manera recurrente ha utilizado el mandatario para dirigirse a sus viejos y nuevos adversarios, lo mismo que para todos los que no comulgan con algunas de sus acciones de gobierno.

A López Obrador sin duda no le bastó la aplastante derrota electoral que les aplicó a sus rivales, para sentir que sus anhelos de venganza política se habían cumplido, y que en lo subsecuente, tendría que actuar como un Presidente estadista, mesurado, abierto, democrático, justo y sobre todo alejado de revanchismos políticos.

Es lo que el gran sector pensante de la Nación esperaba y sigue esperando, para los efectos de que el cambio prometido de un nuevo rumbo, rostro y destino de progreso y bienestar para los mexicanos estaba en marcha.

Pero ello no ha ocurrido y pareciera que no ocurrirá, porque López Obrador asumió y no quiere soltar el papel domador del País, adoptando una especie del padre autoritario y regañón que a base de golpes e insultos tratan de educar y meter a su redil a los hijos rebeldes.

Pero, sus adversarios, lejos de aceptar el trato de los niños regañados, se revelaron a la forma de gobernar del Presidente ocasionando lo que hoy estamos observando, es decir, la nada deseable confrontación política, con síntomas de una guerra sin cuartel que a nadie conviene.

La aparición de los videos acusatorios, nos muestra entonces el escenario político y social que ha sentado sus reales en el País y cuya ruta pareciera ser larga, escabrosa y quizá hasta tenebrosa, por la razón de que López Obrador se está confrontando nada más y nada menos que con el poderoso grupo Atlacomulco.

Y en esa lucha, el primer paso lo da precisamente el gobierno de la cuarta transformación, cuando haciendo uso de un ladrón, busca castigar a otros ladrones, dejando de lado en gran medida la estricta aplicación de las leyes mexicanas.

Le otorga pues, amnistía al Ex Director de PEMEX Emilio Lozoya Austin a cambio de hundir con su testimonio a quienes fueron en el pasado sexenio, sus antiguos camaradas de partido y de gobierno.

Y aparece el primer video, como la gran prueba que López Obrador esperaba para dar vigencia a su muy anunciada lucha contra la corrupción, en donde se exhibe el reparto de una millonaria cantidad de dinero para apoyar supuestamente la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Lo malo de las cosas, es que el denunciante, es decir, Don Emilio Lozoya, es tan, o más corrupto que algunos de los acusados, y ello sin duda demerita el peso de las acusaciones.

Pero apenas, el Presidente y sus seguidores empezaban a saborear el golpe asestado a sus adversarios, cuando éstos le responden con la misma arma letal.

Es decir, le reviran con otro video, que en pocas horas se virilizó por todo México, tras conocerse que los personajes que ahí aparecen son nada más y nada menos que un hermano del mismísimo Presidente de nombre Pío López Obrador y un personaje que apenas estaba ingresando a un cargo importante en el gobierno federal.

Ambos aparecen en una especie de complicidad política, pero lo más grave es que el hermano incómodo de López Obrador, es quien recibe una cantidad de dinero para fines aparentemente políticos electorales.

Las imágenes del video, significan sin duda uno de los golpes más letales que le pudieron haber aplicado a López Obrador en su calidad de mandatario nacional.

Y como no verlo de esa manera, cuando un miembro allegado de su propia familia es sorprendido y exhibido en una acción ilegal con alto olor a corrupción… Sin duda le pegaron “un balazo” a la bandera anti corrupción que tanto ha ponderado el Presidente de la República.

LOS ARGUMENTOS DE LOS DEFENSORES DE AMLO

Algunos simpatizantes piensan que Andrés Manuel López Obrador está en su papel de castigar a los saqueadores históricos de la nación, y que en ese pecado lleva la penitencia. Es decir, que los ataques significan los agónicos pataleos de los corruptos acusados por salvar pellejo y patrimonio.

Lloran amargamente porque les arrebataron la gallina de los huevos de oro y se les acabaron los jugosos negocios que hacían al amparo del poder y la corrupción, argumentan los defensores del gobierno de la cuarta transformación… Lo cierto es que los dimes y diretes están en su apogeo y falta mucho por ver y escuchar… Seguiremos atentos.


Un gran debate socio político sin precedentes se está suscitando en estos momentos en nuestro País.

La guerra de los video escándalos cobra vigencia y se convierte en el arma mediática más rentable de los grupos políticos confrontados.

Es obvio que ese tipo de debates con olor a guerra política, para nada abona a la unidad que en los tiempos tan difíciles que vivimos, exigimos los mexicanos.

Hoy, precisamente cuando el terrible azote del coronavirus tiene a miles de mexicanos postrados y enlutados, y originando a la vez como daño colateral una grave crisis económica, la guerra política cobra fuerza y amenaza con desbordarse en nuestro País.

Hoy, cuando la urgencia es la unidad social y política, resurgen con mayor intensidad los odios y rencores.

Pero lejos de aprovechar ésta pandemia para hermanar voluntades, es precisamente cuando los grupos antagónicos deciden incrementar sus confrontaciones.

Hoy, en que esos grupos debieran pactar una tregua en su guerra de intereses políticos, y dedicarse de manera conjunta a instrumentar estrategias viables para la recuperación de nuestra salud y economía, observamos con tristeza que las cosas empeoran.

En ese escenario tan lamentable, el tratar de señalar culpables, sería caer en el mismo juego de la perversidad, pero lo hacemos todos.

Sin embargo, politólogos, articulistas, columnistas, analistas y comentaristas de radio y televisión, hacemos alusión al tema y desde nuestra óptica personal, tratamos de darle rumbo y orientación al tema, buscando entregar la razón a tal o cual las partes en disputa.

Y así se desgranan las opiniones, de unos y otros dejando ver que también desde el espacio de las opiniones “profesionales”, existen divergencias abismales, generando con ello, que la batalla entre los grupos políticos de poder, se traslade a la sociedad, convirtiendo el problema ya en una guerra mediática nacional.

Por ello, es que no solo en los medios de comunicación convencionales, sino también en las redes sociales se desgranan las opiniones buscando culpar y exculpar a los actores principales de “la película”.

Hay quienes aseguran entonces, que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, lleva a cuestas una importante carga de culpas, si de observar el trasfondo y origen del recrudecimiento de las confrontaciones políticas.

Y como no pensar de esa manera, insisten quienes así ven las cosas, cuando hemos observado que desde su arribo a los mandos de la Nación, lo hizo envalentonado por la forma avasallante en que ganó las elecciones, y se dedicó a fustigar a los adversarios, a quienes con insultos constantes en sus conferencias mañaneras, no parece querer darles tregua.

Conservadores, neoliberales, corruptos, rapaces, ladrones, abusivos, fraudulentos, saqueadores, fifís, y zopilotes son algunos de los señalamientos que de manera recurrente ha utilizado el mandatario para dirigirse a sus viejos y nuevos adversarios, lo mismo que para todos los que no comulgan con algunas de sus acciones de gobierno.

A López Obrador sin duda no le bastó la aplastante derrota electoral que les aplicó a sus rivales, para sentir que sus anhelos de venganza política se habían cumplido, y que en lo subsecuente, tendría que actuar como un Presidente estadista, mesurado, abierto, democrático, justo y sobre todo alejado de revanchismos políticos.

Es lo que el gran sector pensante de la Nación esperaba y sigue esperando, para los efectos de que el cambio prometido de un nuevo rumbo, rostro y destino de progreso y bienestar para los mexicanos estaba en marcha.

Pero ello no ha ocurrido y pareciera que no ocurrirá, porque López Obrador asumió y no quiere soltar el papel domador del País, adoptando una especie del padre autoritario y regañón que a base de golpes e insultos tratan de educar y meter a su redil a los hijos rebeldes.

Pero, sus adversarios, lejos de aceptar el trato de los niños regañados, se revelaron a la forma de gobernar del Presidente ocasionando lo que hoy estamos observando, es decir, la nada deseable confrontación política, con síntomas de una guerra sin cuartel que a nadie conviene.

La aparición de los videos acusatorios, nos muestra entonces el escenario político y social que ha sentado sus reales en el País y cuya ruta pareciera ser larga, escabrosa y quizá hasta tenebrosa, por la razón de que López Obrador se está confrontando nada más y nada menos que con el poderoso grupo Atlacomulco.

Y en esa lucha, el primer paso lo da precisamente el gobierno de la cuarta transformación, cuando haciendo uso de un ladrón, busca castigar a otros ladrones, dejando de lado en gran medida la estricta aplicación de las leyes mexicanas.

Le otorga pues, amnistía al Ex Director de PEMEX Emilio Lozoya Austin a cambio de hundir con su testimonio a quienes fueron en el pasado sexenio, sus antiguos camaradas de partido y de gobierno.

Y aparece el primer video, como la gran prueba que López Obrador esperaba para dar vigencia a su muy anunciada lucha contra la corrupción, en donde se exhibe el reparto de una millonaria cantidad de dinero para apoyar supuestamente la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Lo malo de las cosas, es que el denunciante, es decir, Don Emilio Lozoya, es tan, o más corrupto que algunos de los acusados, y ello sin duda demerita el peso de las acusaciones.

Pero apenas, el Presidente y sus seguidores empezaban a saborear el golpe asestado a sus adversarios, cuando éstos le responden con la misma arma letal.

Es decir, le reviran con otro video, que en pocas horas se virilizó por todo México, tras conocerse que los personajes que ahí aparecen son nada más y nada menos que un hermano del mismísimo Presidente de nombre Pío López Obrador y un personaje que apenas estaba ingresando a un cargo importante en el gobierno federal.

Ambos aparecen en una especie de complicidad política, pero lo más grave es que el hermano incómodo de López Obrador, es quien recibe una cantidad de dinero para fines aparentemente políticos electorales.

Las imágenes del video, significan sin duda uno de los golpes más letales que le pudieron haber aplicado a López Obrador en su calidad de mandatario nacional.

Y como no verlo de esa manera, cuando un miembro allegado de su propia familia es sorprendido y exhibido en una acción ilegal con alto olor a corrupción… Sin duda le pegaron “un balazo” a la bandera anti corrupción que tanto ha ponderado el Presidente de la República.

LOS ARGUMENTOS DE LOS DEFENSORES DE AMLO

Algunos simpatizantes piensan que Andrés Manuel López Obrador está en su papel de castigar a los saqueadores históricos de la nación, y que en ese pecado lleva la penitencia. Es decir, que los ataques significan los agónicos pataleos de los corruptos acusados por salvar pellejo y patrimonio.

Lloran amargamente porque les arrebataron la gallina de los huevos de oro y se les acabaron los jugosos negocios que hacían al amparo del poder y la corrupción, argumentan los defensores del gobierno de la cuarta transformación… Lo cierto es que los dimes y diretes están en su apogeo y falta mucho por ver y escuchar… Seguiremos atentos.