/ viernes 16 de agosto de 2019

Alito. A la sombra de Don Jesús


En política, lo que por el elevador sube, por el elevador baja (J. Reyes Heroles)

Las comparaciones son odiosas, de acuerdo. Pero en la vida política, el que se pone, se expone. Por ejemplo, la elección en el PRI de Alejandro Moreno Cárdenas (Alito) nos lleva a recordar a personajes del pasado que cubrieron ese cargo, como Jesús Reyes Heroles (JRH): político, ideólogo, jurista, historiador y académico, y es útil contrastar las siluetas de estos dos hombres.

Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano Austria son ya Presidente y Secretaria General del CEN del tricolor gracias a más de 1.6 millones de votos (más del 80%) que recibieron el 11 de agosto, aunque el resultado de la contienda fue determinado desde mayo, cuando Alfredo del Mazo hizo a un lado de un manotazo a José Narro y levantó el brazo de Alito. Para algunos, el ex gobernador peñanietista se colocó así en la punta de la carrera presidencial del 2024.

No existen referencias válidas para comparar de forma adecuada el perfil y el tamaño de ambos personajes, es cierto. Pero es posible ver los contrastes. Mientras JRH dirigió un PRI todopoderoso, desde el cual impulsó diversas reformas constitucionales que cambiaron el rostro del país, Alito asumirá el mando de un partido en naufragio, sin rumbo, en quiebra, abandonado por quienes ayer paladeaban el poder y la gloria, y a punto de adoptar lo impensado: convertir al PRI en un partido ‘satélite’, como temen los priistas fieles.

Alito llega a un CEN descopetado después de la catástrofe acontecida hace un año, y quizá sea el viernes próximo cuando defina en su acto de asunción cómo será, qué hará y adónde llevará al nuevo PRI. ¿Cómo se llamará?

Para Alito (euforia aparte) el reto es enorme. En el PRI acontece una guerra intestina de pronósticos impredecibles. Tránsfugas y chaqueteros, sin vergüenza alguna, desgarran sus vestiduras y se erigen hoy en la conciencia moral del partidazo. Quién lo creería.

El legado de JRH es histórico. Como dirigente nacional del PRI –sexenio de Luis Echeverría- se convirtió en el ideólogo mayor del partido y mostró oposición firme a los intentos reeleccionistas de Echeverría en un discurso pronunciado el 5 de febrero de 1975 durante la conmemoración del LVIII aniversario de la Constitución, lo que precipitó su relevo en unos meses. Su estatura no es ordinaria, y menos dentro de este partido y de la misma política mexicana.

En el sexenio de José López Portillo (candidato presidencial único) el nuevo gobierno y el PRI requerían de un personaje que garantizara respeto al frente de la política nacional. Como secretario de Gobernación, JRH eligió la tierra de los guerrilleros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas para consensuar en Chilpancingo la Reforma Política de 1977, consistente en modificaciones constitucionales y la aprobación de la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE), bajo la cual se ordenó un Colegio Electoral, otorgó registros a las organizaciones clandestinas de la época, permitió las coaliciones, concedió tiempos oficiales en radio y TV, creó la fórmula de representación proporcional, que permitió el reparto de 100 escaños entre las distintas fuerzas, y promovió una Ley de Amnistía que exoneró a decenas de grupos radicales de izquierda perseguidos en todo el territorio del país.

JRH dejó huella. Pero legó también frases (muchas sentencias) que son comunes aun hoy en el argot periodístico y político. Expreso que "en política, la forma es fondo” y que "en el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”.

Alito deberá hacer maravillas para evitar la caída final de su partido y quizá una frase de JRH sea útil para animar a quienes lo acompañarán en esta aventura: “Lo que resiste, apoya”.


En política, lo que por el elevador sube, por el elevador baja (J. Reyes Heroles)

Las comparaciones son odiosas, de acuerdo. Pero en la vida política, el que se pone, se expone. Por ejemplo, la elección en el PRI de Alejandro Moreno Cárdenas (Alito) nos lleva a recordar a personajes del pasado que cubrieron ese cargo, como Jesús Reyes Heroles (JRH): político, ideólogo, jurista, historiador y académico, y es útil contrastar las siluetas de estos dos hombres.

Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano Austria son ya Presidente y Secretaria General del CEN del tricolor gracias a más de 1.6 millones de votos (más del 80%) que recibieron el 11 de agosto, aunque el resultado de la contienda fue determinado desde mayo, cuando Alfredo del Mazo hizo a un lado de un manotazo a José Narro y levantó el brazo de Alito. Para algunos, el ex gobernador peñanietista se colocó así en la punta de la carrera presidencial del 2024.

No existen referencias válidas para comparar de forma adecuada el perfil y el tamaño de ambos personajes, es cierto. Pero es posible ver los contrastes. Mientras JRH dirigió un PRI todopoderoso, desde el cual impulsó diversas reformas constitucionales que cambiaron el rostro del país, Alito asumirá el mando de un partido en naufragio, sin rumbo, en quiebra, abandonado por quienes ayer paladeaban el poder y la gloria, y a punto de adoptar lo impensado: convertir al PRI en un partido ‘satélite’, como temen los priistas fieles.

Alito llega a un CEN descopetado después de la catástrofe acontecida hace un año, y quizá sea el viernes próximo cuando defina en su acto de asunción cómo será, qué hará y adónde llevará al nuevo PRI. ¿Cómo se llamará?

Para Alito (euforia aparte) el reto es enorme. En el PRI acontece una guerra intestina de pronósticos impredecibles. Tránsfugas y chaqueteros, sin vergüenza alguna, desgarran sus vestiduras y se erigen hoy en la conciencia moral del partidazo. Quién lo creería.

El legado de JRH es histórico. Como dirigente nacional del PRI –sexenio de Luis Echeverría- se convirtió en el ideólogo mayor del partido y mostró oposición firme a los intentos reeleccionistas de Echeverría en un discurso pronunciado el 5 de febrero de 1975 durante la conmemoración del LVIII aniversario de la Constitución, lo que precipitó su relevo en unos meses. Su estatura no es ordinaria, y menos dentro de este partido y de la misma política mexicana.

En el sexenio de José López Portillo (candidato presidencial único) el nuevo gobierno y el PRI requerían de un personaje que garantizara respeto al frente de la política nacional. Como secretario de Gobernación, JRH eligió la tierra de los guerrilleros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas para consensuar en Chilpancingo la Reforma Política de 1977, consistente en modificaciones constitucionales y la aprobación de la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE), bajo la cual se ordenó un Colegio Electoral, otorgó registros a las organizaciones clandestinas de la época, permitió las coaliciones, concedió tiempos oficiales en radio y TV, creó la fórmula de representación proporcional, que permitió el reparto de 100 escaños entre las distintas fuerzas, y promovió una Ley de Amnistía que exoneró a decenas de grupos radicales de izquierda perseguidos en todo el territorio del país.

JRH dejó huella. Pero legó también frases (muchas sentencias) que son comunes aun hoy en el argot periodístico y político. Expreso que "en política, la forma es fondo” y que "en el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”.

Alito deberá hacer maravillas para evitar la caída final de su partido y quizá una frase de JRH sea útil para animar a quienes lo acompañarán en esta aventura: “Lo que resiste, apoya”.

ÚLTIMASCOLUMNAS