/ miércoles 23 de diciembre de 2020

Al Tuca, nada que reclamar

El fútbol, como en cualquier deporte, incluso en cualquier actividad de la vida, se trazan objetivos y una meta, si estas se logran mediante determinadas estrategias, siempre y cuando no se recurra a trampas, siempre eran bienvenidas. Muchos lo llaman a esto “el fin justifica los medios”, en muchos casos influyen aspectos fuera del control de quien logra el triunfo, por ejemplo, las fallas arbitrales o simplemente de errores garrafales del perdedor. En ambos casos, de ninguna manera, culpa del ganador. En el caso de los errores, hay de dos sopas: los forzados y los no forzados, que, de ser aprovechados, dejan de manifiesto la capacidad del que termina con los brazos en alto.

En este tenor, simplemente nada que reprochable al director Técnico de los Tigres de la Universidad de Nuevo León, quien una vez más, impuso su filosofía futbolística para llevarse el triunfo ante Los Angeles y lograr por vez primera una copa a nivel internacional, que de pasada le dio su pase al llamado mundial de clubes, en el que participan los campeones de los diversos continentes, más el anfitrión.

Los Angeles, un equipo con jugadores de velocidad endemoniada, acoplados a un sistema de juego muy bien aceitado, se encontró con un Tigres muy dentro de su estilo, aunque esta ocasión no tuvo tanto la pelota, defensivamente hablando planteó una efectiva estrategia. El equipo representativo de México, de ninguna manera estaba para arriesgar yéndose alegremente al ataque, le dejó la iniciativa al conjunto gringo en espera de contragolpear, la idea fue de no dejar espacios de marcar con mucha presión y a partir de ahí y tratar de buscar caminos hacia la meta rival.

Eso no sucedió con frecuencia. Fueron pocos las llegadas a la meta rival, pero como usted pudo ver, efectivas. Al final de cuentas.

Los Angeles, del mismo modo, su estrategia fue presionar por todos los rincones de la cancha, no dejó espacios para que Tigres creara muchas oportunidades, esa situación llevó al partido a un escenario de enorme lucha en media cancha, pero también de muchos roces y con ello recurrir al juego violento de una y otra parte, especialmente porque el partido careció de un arbitraje enérgico.

Uno y otro, se dieron a llenar ante la complacencia de un silbante tibio y titubeante, perdonó muchas tarjetas amarillas y hasta un par de rojas y de pilón un tiro penal contra el equipo de Ferreti. El chip del equipo felino, como es costumbre cuando se ve abajo en el marcador, cambió radicalmente con los cambios ofensivos que le comieron el mandado a los movimientos de Bradley, técnico del conjunto de Carlos Vela.

No le quedaba otra a Ferreti.

Tras la igualada, nos quedó la impresión de que causó buena sacudida a Los Angeles, pero no fue una sacudida para reaccionar, sino para dejarlos sin la capacidad de asimilar el golpe y permitió a Tigres aumentar y sacar de la manga sus recursos ofensivos, los suficientes para hacer otro gol y después, afianzarse muy bien abajo, con los riesgos normales y aguantar el marcador.

No fue un gran partido, ya expusimos las razones, pero finalmente emocionante a raíz de la ventaja de Los Angeles, porque obligó a Tigres a modificar para lograr el empate y la remontada. Por fin el trofeo que les hacía falta.

Nada pues que reclamarle al Tuca. Absolutamente nada porque su estrategia cumplió cabalmente con el objetivo de llegar a la final y a la meta al llevarse el trofeo a casa.

Nos vemos mañana

El fútbol, como en cualquier deporte, incluso en cualquier actividad de la vida, se trazan objetivos y una meta, si estas se logran mediante determinadas estrategias, siempre y cuando no se recurra a trampas, siempre eran bienvenidas. Muchos lo llaman a esto “el fin justifica los medios”, en muchos casos influyen aspectos fuera del control de quien logra el triunfo, por ejemplo, las fallas arbitrales o simplemente de errores garrafales del perdedor. En ambos casos, de ninguna manera, culpa del ganador. En el caso de los errores, hay de dos sopas: los forzados y los no forzados, que, de ser aprovechados, dejan de manifiesto la capacidad del que termina con los brazos en alto.

En este tenor, simplemente nada que reprochable al director Técnico de los Tigres de la Universidad de Nuevo León, quien una vez más, impuso su filosofía futbolística para llevarse el triunfo ante Los Angeles y lograr por vez primera una copa a nivel internacional, que de pasada le dio su pase al llamado mundial de clubes, en el que participan los campeones de los diversos continentes, más el anfitrión.

Los Angeles, un equipo con jugadores de velocidad endemoniada, acoplados a un sistema de juego muy bien aceitado, se encontró con un Tigres muy dentro de su estilo, aunque esta ocasión no tuvo tanto la pelota, defensivamente hablando planteó una efectiva estrategia. El equipo representativo de México, de ninguna manera estaba para arriesgar yéndose alegremente al ataque, le dejó la iniciativa al conjunto gringo en espera de contragolpear, la idea fue de no dejar espacios de marcar con mucha presión y a partir de ahí y tratar de buscar caminos hacia la meta rival.

Eso no sucedió con frecuencia. Fueron pocos las llegadas a la meta rival, pero como usted pudo ver, efectivas. Al final de cuentas.

Los Angeles, del mismo modo, su estrategia fue presionar por todos los rincones de la cancha, no dejó espacios para que Tigres creara muchas oportunidades, esa situación llevó al partido a un escenario de enorme lucha en media cancha, pero también de muchos roces y con ello recurrir al juego violento de una y otra parte, especialmente porque el partido careció de un arbitraje enérgico.

Uno y otro, se dieron a llenar ante la complacencia de un silbante tibio y titubeante, perdonó muchas tarjetas amarillas y hasta un par de rojas y de pilón un tiro penal contra el equipo de Ferreti. El chip del equipo felino, como es costumbre cuando se ve abajo en el marcador, cambió radicalmente con los cambios ofensivos que le comieron el mandado a los movimientos de Bradley, técnico del conjunto de Carlos Vela.

No le quedaba otra a Ferreti.

Tras la igualada, nos quedó la impresión de que causó buena sacudida a Los Angeles, pero no fue una sacudida para reaccionar, sino para dejarlos sin la capacidad de asimilar el golpe y permitió a Tigres aumentar y sacar de la manga sus recursos ofensivos, los suficientes para hacer otro gol y después, afianzarse muy bien abajo, con los riesgos normales y aguantar el marcador.

No fue un gran partido, ya expusimos las razones, pero finalmente emocionante a raíz de la ventaja de Los Angeles, porque obligó a Tigres a modificar para lograr el empate y la remontada. Por fin el trofeo que les hacía falta.

Nada pues que reclamarle al Tuca. Absolutamente nada porque su estrategia cumplió cabalmente con el objetivo de llegar a la final y a la meta al llevarse el trofeo a casa.

Nos vemos mañana