/ martes 14 de julio de 2020

¡Adiós amigo Walterio!


El sábado 11 de julio me desperté con la noticia de que nuestro admirable amigo Jorge Walterio Medina Palazuelos había fallecido a consecuencia del Covid. Lamento profundamente su deceso, pero debo decir que me siento afortunado de haber contado con la distinción de esa amistad, gracias a la cual pasamos tantos ratos agradables conversando, compartiendo muchas de nuestras coincidencias.

Me enteré de que Walterio había dado positivo al coronavirus a través de su página de Facebook el 21 de junio y, una semana después, fue ingresado al Hospital Civil de Culiacán donde los médicos y enfermeras le proporcionaron una atención inmejorable. Tristemente, las complicaciones con otras enfermedades que padecía, interfirieron para que perdiera esta batalla. Antes de ingresar al nosocomio había escrito en su red social: “Hoy di positivo al Covid. Estoy bien, gracias a Dios, médicamente ya estoy atendido, sólo espero que me incluyan en sus oraciones”. Y así lo hicimos por supuesto.

Yo lo conocí a los pocos días de llegar a Culiacán procedente de mi natal Badiraguato, pues coincidimos por la calle Zaragoza en el centro de la ciudad, donde visitaba con frecuencia a su tío Cesar Abraham Medina León. Siempre nos unió una gran amistad, como lo platicábamos, desde “plebes”. Fue un ejemplar periodista descendiente de otro gran comunicador, don Jorge Medina León. A la muerte de este último, retomó el espacio del Sol de Sinaloa que durante años había sido de su padre.

Nació el 20 de mayo de 1957, según me dijo; hijo de Jorge Medina León y María Concepción Palazuelos de Medina. Realizó sus estudios en la Escuela Emilia Obeso, en la ETI 28 y en la UAS. Como periodista era una persona muy productiva, eternamente pegado a la pluma para tomar notas; y como muchos lo recordamos, fue un hombre enamorado de la vida, luchón. Generosamente dispuesto a orientar a las nuevas generaciones; amante de la buena música y el canto.

Walterio escribió en diferentes periódicos e incursionó decididamente en las redes sociales. Pero una buena parte de su vida la dedicó a la Universidad Autónoma de Sinaloa a través de la Dirección de Comunicación Social y posteriormente en Radio UAS, donde junto a dos estimados amigos –Leonel Solís y Miguel Ángel Ortiz Mata–, nos dejaba escuchar su voz cada mañana en “Los Columnistas”, programa de análisis y de alto valor informativo por la experiencia y conocimiento de estos tres comunicadores.

Hace poco más de un mes, el 25 de mayo, en su columna “Sin etiqueta”, me enteré de que cumplía 40 años de casado con su esposa María Esther Coronel Beltrán. Habían unido sus vidas un 24 de mayo de 1973 para formar una amorosa familia. Sus hijas Liliana, Claudia Elizabeth y Diana Gabriela fortalecieron sus lazos matrimoniales y fueron los cimientos de una feliz vida. Walterio conoció a sus siete nietos: Jorge Iván, María Fernanda, Liliana, Roberto, Rommel, Jorge Rubén y Romina “esta última la cereza del pastel al nacer el mismo día que su abuelo”, escribió Walterio, cerrando con un mensaje nacido de sus emociones que ahora transcribo: “Los cuarenta años de casados se cumplieron hoy en medio de una pandemia que a veces resulta desesperante, tensa y sobre todo preocupante, aunque nos alienta el que ya empieza a verse la luz al final del túnel. Por lo pronto, nuestra gratitud de nuevo a Dios y a la vida”.

El duro golpe que ha significado la partida de nuestro amigo, enluta al gremio periodístico, a nuestra alma mater y a las redes sociales, donde era muy leído. Su legado no se perderá, ha quedado plasmado en sus publicaciones y será recordado por cada una de las personas que tuvimos el honor de llamarle amigo.

Propongo al gremio periodístico y a todos los que fueron cercanos a él, que en cuanto transcurra este pesar, le hagamos un homenaje leyendo algunos de sus artículos a manera de un reconocimiento post mortem.

Entretanto, desde la tristeza que particularmente me trajo el adiós de Walterio, quiero concluir diciendo que, desde ese profundo sentimiento hacia el que nos conduce el dolor, se pueden mirar cosas a las que de otra manera no les prestaríamos la suficiente atención. Uno voltea a mirar con mayor detenimiento a los seres que ama y se promete estar más cerca de ellos. Vuelve a reconocer uno las actividades que disfruta hacer y reflexiona sobre la necesidad de reacomodar prioridades en el tiempo por venir.

Gracias Walterio por los momentos compartidos. Gracias por tus charlas y tus escritos que nos han dejado colmados de recuerdos. Gracias por las reflexiones que nos dejas con tu adiós.

Adiós amigo.


El sábado 11 de julio me desperté con la noticia de que nuestro admirable amigo Jorge Walterio Medina Palazuelos había fallecido a consecuencia del Covid. Lamento profundamente su deceso, pero debo decir que me siento afortunado de haber contado con la distinción de esa amistad, gracias a la cual pasamos tantos ratos agradables conversando, compartiendo muchas de nuestras coincidencias.

Me enteré de que Walterio había dado positivo al coronavirus a través de su página de Facebook el 21 de junio y, una semana después, fue ingresado al Hospital Civil de Culiacán donde los médicos y enfermeras le proporcionaron una atención inmejorable. Tristemente, las complicaciones con otras enfermedades que padecía, interfirieron para que perdiera esta batalla. Antes de ingresar al nosocomio había escrito en su red social: “Hoy di positivo al Covid. Estoy bien, gracias a Dios, médicamente ya estoy atendido, sólo espero que me incluyan en sus oraciones”. Y así lo hicimos por supuesto.

Yo lo conocí a los pocos días de llegar a Culiacán procedente de mi natal Badiraguato, pues coincidimos por la calle Zaragoza en el centro de la ciudad, donde visitaba con frecuencia a su tío Cesar Abraham Medina León. Siempre nos unió una gran amistad, como lo platicábamos, desde “plebes”. Fue un ejemplar periodista descendiente de otro gran comunicador, don Jorge Medina León. A la muerte de este último, retomó el espacio del Sol de Sinaloa que durante años había sido de su padre.

Nació el 20 de mayo de 1957, según me dijo; hijo de Jorge Medina León y María Concepción Palazuelos de Medina. Realizó sus estudios en la Escuela Emilia Obeso, en la ETI 28 y en la UAS. Como periodista era una persona muy productiva, eternamente pegado a la pluma para tomar notas; y como muchos lo recordamos, fue un hombre enamorado de la vida, luchón. Generosamente dispuesto a orientar a las nuevas generaciones; amante de la buena música y el canto.

Walterio escribió en diferentes periódicos e incursionó decididamente en las redes sociales. Pero una buena parte de su vida la dedicó a la Universidad Autónoma de Sinaloa a través de la Dirección de Comunicación Social y posteriormente en Radio UAS, donde junto a dos estimados amigos –Leonel Solís y Miguel Ángel Ortiz Mata–, nos dejaba escuchar su voz cada mañana en “Los Columnistas”, programa de análisis y de alto valor informativo por la experiencia y conocimiento de estos tres comunicadores.

Hace poco más de un mes, el 25 de mayo, en su columna “Sin etiqueta”, me enteré de que cumplía 40 años de casado con su esposa María Esther Coronel Beltrán. Habían unido sus vidas un 24 de mayo de 1973 para formar una amorosa familia. Sus hijas Liliana, Claudia Elizabeth y Diana Gabriela fortalecieron sus lazos matrimoniales y fueron los cimientos de una feliz vida. Walterio conoció a sus siete nietos: Jorge Iván, María Fernanda, Liliana, Roberto, Rommel, Jorge Rubén y Romina “esta última la cereza del pastel al nacer el mismo día que su abuelo”, escribió Walterio, cerrando con un mensaje nacido de sus emociones que ahora transcribo: “Los cuarenta años de casados se cumplieron hoy en medio de una pandemia que a veces resulta desesperante, tensa y sobre todo preocupante, aunque nos alienta el que ya empieza a verse la luz al final del túnel. Por lo pronto, nuestra gratitud de nuevo a Dios y a la vida”.

El duro golpe que ha significado la partida de nuestro amigo, enluta al gremio periodístico, a nuestra alma mater y a las redes sociales, donde era muy leído. Su legado no se perderá, ha quedado plasmado en sus publicaciones y será recordado por cada una de las personas que tuvimos el honor de llamarle amigo.

Propongo al gremio periodístico y a todos los que fueron cercanos a él, que en cuanto transcurra este pesar, le hagamos un homenaje leyendo algunos de sus artículos a manera de un reconocimiento post mortem.

Entretanto, desde la tristeza que particularmente me trajo el adiós de Walterio, quiero concluir diciendo que, desde ese profundo sentimiento hacia el que nos conduce el dolor, se pueden mirar cosas a las que de otra manera no les prestaríamos la suficiente atención. Uno voltea a mirar con mayor detenimiento a los seres que ama y se promete estar más cerca de ellos. Vuelve a reconocer uno las actividades que disfruta hacer y reflexiona sobre la necesidad de reacomodar prioridades en el tiempo por venir.

Gracias Walterio por los momentos compartidos. Gracias por tus charlas y tus escritos que nos han dejado colmados de recuerdos. Gracias por las reflexiones que nos dejas con tu adiós.

Adiós amigo.