/ miércoles 19 de agosto de 2020

Adiós amigo “Pájaro” Urrea

Estaba por sentarme frente a este aparato llamada computadora para escribir sobre un tema previamente predeterminado, cuando todos los grupos de WhatsApp y en el propio Facebook, corrió la noticia como reguero de pólvora: falleció el futbolista y profesor Eduardo “Pájaro” Urrea, considerado por muchos, por casi todos, el mejor portero en la historia del balonpié no solo de Culiacán, sino de todo Sinaloa.

Sin saber que un día nos cruzaríamos en el camino, tanto en nuestra profesión como profesores de educación física, como en su calidad de jugador de fútbol t como periodista, lo conocimos por vez primera en el puerto de Mazatlán en el año de 1969. Yo estudiaba en la Preparatoria Mazatlán en el turno nocturno y durante el día laboraba para El Sol del Pacífico. Allá en el puerto me invitaron a incorporarme a las filas del equipo de fútbol del famoso Club Muralla, ese año no sé hasta la fecha si las reglas lo permitían, el Princess Club, era parte de la liga mazatleca de primera fuerza. Uno de esos domingos nos tocó jugar contra ellos en el campo de la colonia Juárez, en ese entonces prácticamente el único que existía en “buenas” condiciones para la práctica de ese deporte.

En la portería, desde luego “Pájaro” Urrea, fundador del equipo patrocinado por don Alejandro Sánchez y comandado en la dirección técnica por Juan de Dios Palazuelos y con ellos dos un par de elementos que fueron quienes hicieron las gestiones para la integración de ese grupo: Benjamín Castro y Elías Mejía. No está por demás decir que nos ganaron de manera amplia. Era un equipazo.

Cuando emigre a Culiacán, la tierra que me vio nacer, me tocó la mejor etapa de Eduardo con el mismo club, fuimos primero rivales, yo con Universitario y con la Normal de Sinaloa, pero más adelante compañeros de equipo con la UAS, esto ya en tiempos de los veteranos. A nivel selección también fuimos compañeros, sobre este tema precisamente fue el último que platicamos con el “Pájaro”. Mi intención era queme relatara sus vivencias como seleccionado de Sinaloa pues nadie más que fue el más convocado de todos los tiempos en las diferentes categoría.

Fue en la cancha de CU cuando contestó a mi petición: “Toño, voy a hacer un recuento de cuantos, y cuáles y me llamas, lo que si te puedo decir es que asistí a poco más de 20 campeonatos nacionales. Trataré de recordar cuales fueron y donde”. Ni en cuenta pensar en ese momento en que no volveríamos a verlo nunca más.

Semanas atrás fue objeto de delicada intervención quirúrgica en una clínica particular, dentro de la gravedad de la operación, se puede decir que salió bien librado, pero semanas más tarde tuvo que ser internado de emergencia en el ISSSSTE. Mi hija y su esposo son médicos y ahí laboran, les solicité si podían subir a donde estaba recibiendo atención médica, pero por las medidas de seguridad que actualmente existen eso no fue posible, pero si lo fue el hecho de enterarse por medio de otros médicos y su expediente, este indicaba la gravedad del asunto.

Don Antonio –me dijo su esposo- la situación está muy complicada. Solo un milagro”. Desde luego, ni por asomo consideré hacer pública su situación. Guarde silencio por respeto, pero al mismo tiempo, dadas las circunstancias, el desenlace era esperado. Desafortunadamente.

La verdad, no tengo palabras para manifestar mis sentimientos por su fallecimiento, dadas las circunstancias que me llevaron a entablar una amistad con Eduardo quien en alguna ocasión, con motivo de mis bodas de plata, como regalo se encargó de preparar una excelente barbacoa. Lamento también que las circunstancias sanitarias me impidan darle un adiós frente a su féretro y su familia. Hasta luego, amigo, al regreso de esta pandemia nos reuniremos para recordarte a ti especialmente entre tantos que se han ido en estos tiempos.

Un abrazo hasta el cielo.

Estaba por sentarme frente a este aparato llamada computadora para escribir sobre un tema previamente predeterminado, cuando todos los grupos de WhatsApp y en el propio Facebook, corrió la noticia como reguero de pólvora: falleció el futbolista y profesor Eduardo “Pájaro” Urrea, considerado por muchos, por casi todos, el mejor portero en la historia del balonpié no solo de Culiacán, sino de todo Sinaloa.

Sin saber que un día nos cruzaríamos en el camino, tanto en nuestra profesión como profesores de educación física, como en su calidad de jugador de fútbol t como periodista, lo conocimos por vez primera en el puerto de Mazatlán en el año de 1969. Yo estudiaba en la Preparatoria Mazatlán en el turno nocturno y durante el día laboraba para El Sol del Pacífico. Allá en el puerto me invitaron a incorporarme a las filas del equipo de fútbol del famoso Club Muralla, ese año no sé hasta la fecha si las reglas lo permitían, el Princess Club, era parte de la liga mazatleca de primera fuerza. Uno de esos domingos nos tocó jugar contra ellos en el campo de la colonia Juárez, en ese entonces prácticamente el único que existía en “buenas” condiciones para la práctica de ese deporte.

En la portería, desde luego “Pájaro” Urrea, fundador del equipo patrocinado por don Alejandro Sánchez y comandado en la dirección técnica por Juan de Dios Palazuelos y con ellos dos un par de elementos que fueron quienes hicieron las gestiones para la integración de ese grupo: Benjamín Castro y Elías Mejía. No está por demás decir que nos ganaron de manera amplia. Era un equipazo.

Cuando emigre a Culiacán, la tierra que me vio nacer, me tocó la mejor etapa de Eduardo con el mismo club, fuimos primero rivales, yo con Universitario y con la Normal de Sinaloa, pero más adelante compañeros de equipo con la UAS, esto ya en tiempos de los veteranos. A nivel selección también fuimos compañeros, sobre este tema precisamente fue el último que platicamos con el “Pájaro”. Mi intención era queme relatara sus vivencias como seleccionado de Sinaloa pues nadie más que fue el más convocado de todos los tiempos en las diferentes categoría.

Fue en la cancha de CU cuando contestó a mi petición: “Toño, voy a hacer un recuento de cuantos, y cuáles y me llamas, lo que si te puedo decir es que asistí a poco más de 20 campeonatos nacionales. Trataré de recordar cuales fueron y donde”. Ni en cuenta pensar en ese momento en que no volveríamos a verlo nunca más.

Semanas atrás fue objeto de delicada intervención quirúrgica en una clínica particular, dentro de la gravedad de la operación, se puede decir que salió bien librado, pero semanas más tarde tuvo que ser internado de emergencia en el ISSSSTE. Mi hija y su esposo son médicos y ahí laboran, les solicité si podían subir a donde estaba recibiendo atención médica, pero por las medidas de seguridad que actualmente existen eso no fue posible, pero si lo fue el hecho de enterarse por medio de otros médicos y su expediente, este indicaba la gravedad del asunto.

Don Antonio –me dijo su esposo- la situación está muy complicada. Solo un milagro”. Desde luego, ni por asomo consideré hacer pública su situación. Guarde silencio por respeto, pero al mismo tiempo, dadas las circunstancias, el desenlace era esperado. Desafortunadamente.

La verdad, no tengo palabras para manifestar mis sentimientos por su fallecimiento, dadas las circunstancias que me llevaron a entablar una amistad con Eduardo quien en alguna ocasión, con motivo de mis bodas de plata, como regalo se encargó de preparar una excelente barbacoa. Lamento también que las circunstancias sanitarias me impidan darle un adiós frente a su féretro y su familia. Hasta luego, amigo, al regreso de esta pandemia nos reuniremos para recordarte a ti especialmente entre tantos que se han ido en estos tiempos.

Un abrazo hasta el cielo.